Marco, un socio de eldiario.es, nos escribe con la siguiente petición: “Hola. Últimamente estoy viendo en herbolarios que se vende agua de mar embotellada al tiempo que veo por televisión como algunas curanderas y curanderos la recomiendan para determinadas dolencias. Aun asumiendo que éstas son falsas, parece que sí que contiene una serie de aportes que serían beneficiosos. ¿Es así?”.
Lo cierto es que el agua de mar envasada es un producto que tiene una comercialización bastante reciente, aunque su posible uso con fines medicinales tiene una larga tradición que se remonta a las recomendaciones en el siglo XIX del médico francés Rene Quinton, el cual asimiló este compuesto con el plasma intracelular y le otorgó numerosas propiedades curativas.
Según la teoría de Quinton, el agua de mar podía servir para equilibrar las carencias del plasma de las células, que a su ver era la causa de múltiples desarreglos y enfermedades como artritis, cólera, desnutrición, problemas en el aparato digestivo, complicaciones infecciosas y muchas otras. Quinton ideo una sustancia curativa que comercializó bajo del nombre de plasma de Quinton, que todavía se vende en herbolarios y que, tomada a pequeñas dosis, tenía efectos benéficos, casi milagrosos.
El plasma de Quinton es muy similar en composición al agua de mar, sin embargo, es cierto que actualmente están apareciendo botellines con la denominación más específica de 'agua de mar' en algunas tiendas de hierbas medicinales. No en farmacias, o no deberían, puesto que este producto no está reconocido como medicamento, aunque sí puede ser vendido si se especifica su fin como suplemento alimentario.
¿Agua milagrosa?
¿Puede curar el agua de mar? La realidad es que se desconoce si tiene propiedades salutíferas o nutricionales debido a uno o varios de sus compuestos o microorganismos que operen en ella. En principio porque no hay estudios concluyentes sobre la materia. Pero también porque el agua de mar no es un producto uniforme y además pasa por estar en nuestras costas altamente contaminado.
La contaminación puede proceder de diversas bacterias fecales -resistentes a la presión osmótica al estar protegidas en restos sólidos- así como de especies de la microbiota marina como el género Vibrio ssp o Clostridium ssp, que puede ser muy patógena. También puede proceder de tensioactivos con origen en vertidos químicos, industriales o no, de plásticos, metales pesados, como el mercurio, el boro e incluso uranio, o de compuestos como nitratos o fluoruros.
Esta exposición viene a cuenta de que, lógicamente, la normativa europea contempla la comercialización de agua de mar envasada a cambio de estrictos controles y procesos de depuración y potabilización para su consumo, tal como explica esta nota de AECOSAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición). Estos procesos contemplan desde filtrados físicos de partículas a fijaciones de compuestos y metales con carbón activo y resinas de intercambio iónico e incluso tratamientos para esterilizar el agua en caso de ser necesario.
Buena para la gastronomía, pero poco más
De hecho una empresa que se dedica a comercializar agua de mar para fines gastronómicos explica en este artículo (en catalán) el protocolo que siguen para la obtención de su producto y cómo se somete el mismo a continuos controles microbiológicos e intensos filtrados para asegurar su inocuidad. De este modo se obtiene un agua con sal que se utiliza en la cocina como sustituto del elemento cristalizado. Se trata de un método de salar comida que puede ser más agradecido al paladar en algunos platos, pero no se comenta nada en la publicidad sobre sus propiedades curativas.
Más allá de la cocina, la única propiedad que se puede asegurar del agua de mar es su efecto cicatrizante, debido que la combinación de sal y yodo de las algas marinas, y en este sentido se podría aplicar siempre que esté convenientemente tratada. Para otros usos el agua de mar embotellada que se vende en herbolarios, si cumple con sus requisitos legales, se puede asegurar que es poca cosa más que agua salada, similar a coger 34 gramos de cloruro sódico y mezclarlos con un gramo de sal.
Finalmente, si consumimos agua de mar no envasada o que no ha pasado por los controles que fija la Administración debemos de ser muy conscientes de que nos exponemos a graves riesgos de intoxicación tanto química como microbiana.
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