Un ventilador, una ducha de agua fría, aire acondicionado o ropa ligera y fresca. Todos los medios son buenos para refrescarnos cuando hace calor. Y también lo que comemos tiene un impacto significativo en nuestra salud durante estos días. En verano, con sus días más cálidos, vigilar lo que comemos es especialmente importante.
La razón por la que esto es así es bien sencilla: las altas temperaturas obligan al cuerpo a regular nuestra temperatura para que nos sintamos bien, afectan algunas funciones básicas como la digestión y el equilibrio de líquidos y sudamos más. Resultado de todo ello: el cuerpo se deshidrata. Es posible, además, que estos días hagan que no nos sintamos del todo bien en forma de pérdida de apetito, falta de sueño o dificultad para concentrarnos.
Las investigaciones han demostrado que la ingesta de alimentos eleva la temperatura interna del cuerpo unos pocos grados, lo que explicaría por qué experimentamos una pérdida general del apetito cuando hace calor.
Por eso es muy importante comer bien durante estos días. Lo que elegimos ingerir durante los meses de verano puede ayudarnos a mantenernos frescos o, por el contrario, puede hacernos sentir más acalorados o aletargados. Por tanto, queda claro que a medida que el mercurio aumenta es cada vez más importante tener en cuenta las mejores opciones dietéticas para garantizar una salud e hidratación óptimas.
Comer distinto cuando hace calor y evitar ciertos alimentos
Así como hay alimentos que nos van a ayudar a sentirnos mejor durante estos días, otros requieren más esfuerzo para digerirlos y generan más calor corporal, por lo que deshidratan más y, por tanto, conviene evitarlos. ¿De qué alimentos estamos hablando? Como señala la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) en verano debemos prestar atención a productos como:
Bebidas calóricas
No es una recomendación exclusiva del verano pero sí es especialmente particular durante estos días. Las bebidas que aportan calorías como los refrescos azucarados o las bebidas alcohólicas, incluso las “sin alcohol”, es mejor evitarlas, reducir su consumo o sustituir el azúcar por edulcorantes que no aporten calorías.
Debemos tener en cuenta que esta molécula omnipresente en nuestra alimentación aporta calorías innecesarias a nuestro organismo y favorece la deshidratación. El azúcar, difícil de digerir como la grasa, aumenta la temperatura corporal.
En cuanto al alcohol, debemos tener en cuenta que es un diurético, lo que significa que promueve la deshidratación al aumentar las ganas de orinar, lo que provoca un desequilibrio electrolítico. Además, el alcohol hace que nuestro cuerpo pierda capacidad para regular la temperatura, lo que nos hace más susceptibles a sufrir enfermedades relacionadas con el calor, como la insolación.
Moderar el consumo de carne roja
Cuando pensamos en el verano nos viene a la mente las tan populares barbacoas o preparaciones de carne a la parrilla, algo que es mejor que controlemos ya que la carne roja puede obligar a forzar el sistema digestivo en verano porque su alto contenido en proteínas requiere mucha energía para digerirla. Lo que sucede es que tarda más en digerirse y nos hace sentir incómodos.
Por tanto, podemos necesitar más energía para descomponer las proteínas que los carbohidratos. La moraleja de todo ello: no abusar de la carne. Es importante que consideremos, durante estos días, incorporar alimentos ricos en proteínas como pescado y alimentos de origen vegetal. La SEEN recomienda tomar de cinco a seis raciones de pescado a la semana, de las cuales al menos tres sean de pescado azul.
Como necesitamos proteína, además del pescado es importante optar por la carne blanca como pollo o pavo. No solo es más fácil de digerir sino que también nos ayuda a mantener la temperatura corporal más fresca.
Limitar el consumo de grasas
Aunque no deben eliminarse, las grasas tener una presencia limitada en la mesa durante el verano y, en caso de acudir a ellas, que sea aceite de oliva. La manera cómo cocinamos también marca una mayor o menor presencia de grasas. Los alimentos fritos, en cambio, sobre todo si contienen grasas no saludables, pueden hacer que aumentemos de peso y nos sintamos cansados, especialmente cuando hace calor.
Además, la pesadez de los alimentos fritos puede causar malestar digestivo e hinchazón, motivo por el cual se encuentran entre las categorías de alimentos que deberíamos evitar este verano. Por tanto, en lugar de freír es mejor que prioricemos aquellas preparaciones culinarias más sencillas, como la plancha, el cocido o el salteado con poco aceite. Las verduras que se puedan tomar crudas nos ofrecerán una mayor cantidad de vitaminas y minerales.
Evitar las comidas copiosas y reducir la ingesta calórica
Durante estos días es importante que moderemos las cantidades de comida que ingerimos y controlar las cantidades de alimentos que, aunque sean saludables, aporten más calorías como los frutos secos o las legumbres.
Reducir la ingesta calórica diaria también puede ayudarnos a reducir la temperatura corporal ya que cuando el cuerpo procesa calorías genera energía y calor. De acuerdo con este estudio, reducir la ingesta calórica diaria en un 23% puede disminuir la temperatura corporal en medio grado centígrado que, aunque no parezca enorme, cuando se combina con otras medidas nos puede ayudar a prevenir problemas relacionados con el calor.
Moderar el consumo de helados
Estos omnipresentes del verano, igual que los dulces, no son alimentos imprescindibles y, por tanto, no deberían formar parte de una dieta diaria. Contrariamente a lo que solemos pensar, los helados pueden elevar la temperatura corporal ya que el cuerpo sobrecompensa el enfriamiento rápido iniciado por los alimentos fríos. Pero ello no significa que no podamos consumirlos de forma ocasional; siempre será mejor optar por fruta o lácteos si queremos unos postres más saludables.
Escapar de las comidas picantes
Los alimentos picantes aumentan la temperatura corporal y la transpiración y provocan deshidratación porque aumenta la sudoración. Además, los platos picantes pueden provocar indigestión y acidez estomacal, sobre todo cuando las temperaturas son alta, y sensación de calor interno. Reacciones que durante estos días es mejor evitar.
¿Qué ocurre con la cafeína? ¿Es deshidratante?
Aunque la cafeína se suele considerar un diurético, es decir, que puede aumentar la producción de orina y, por tanto, la deshidratación, las investigaciones sugieren que consumir café u otras bebidas con cafeína tiene más o menos los mismos efectos hidratantes o deshidratantes que beber agua, sobre todo si se consume con regularidad. En cambio, si estamos una temporada sin ella, es posible que cuando volvamos a tomarla experimentemos un poco de deshidratación.