Ancas de rana: de comida de supervivencia a ponerlas al borde de la extinción
En el mundo hay más de 7.500 especies de rana documentadas y seguramente, muchas más que todavía no se conocen en las selvas que aún perduran, como la del Amazonas. Sin embargo, es posible que ya nunca lleguemos a conocer a algunos de estos anfibios, y que tengamos que despedirnos de otros muchos.
Las poblaciones de ranas han disminuido considerablemente desde la década de 1950 y más de un tercio de las especies se consideran amenazadas de extinción, con más de 500 catalogadas como “en peligro crítico”.
La pérdida de su hábitat, la actividad humana, especialmente la agricultura y la introducción de especies no autóctonas, son sus principales enemigos. La leyenda dice que las ranas empezaron a consumirse en Europa en el siglo XII, cuando los astutos monjes decidieron que eran pescado y por tanto, se podían consumir en cuaresma.
Su abundancia en otras épocas hace que las ancas de rana se consuman en varias partes del mundo. Entre ellas Francia, donde son un plato tradicional. También son populares en otros países de Europa, como Italia y España, y en Asia, sobre todo en países como Indonesia, China, Tailandia, Vietnam y Camboya.
La carne de las ancas es la parte más consumida de la rana y su sabor suele compararse al del pollo. Cada lugar del mundo tiene su propia receta. En el sur de Estados Unidos, cómo no, se rebozan y se fríen acompañadas de diversas salsas.
En China, las ancas de rana suelen saltearse o añadirse al congee (una especie de gachas de arroz). En Francia, la receta tradicional de las ancas de rana es salteadas con mantequilla de ajo y perejil.
El hambre europea de ranas
Es precisamente en Europa donde el apetito por este plato tradicional está llevando a las ranas al borde de la extinción, según ha comprobado un estudio reciente en el que han participado científicos de Alemania, Francia, Hong Kong y Estados Unidos.
Entre 2010 y 2019, los países de la Unión Europea importaron 40,7 millones de kilos de ancas, lo que equivale a unos dos mil millones de ranas. La mayoría de las ranas se compran a Indonesia, Albania y Turquía.
Según el estudio, en la UE, Bélgica es el principal importador, con 28.430 toneladas entre 2010 y 2019, pero no es el mayor consumidor, ya que reexporta cerca de tres cuartas partes a Francia. Por su parte, Francia importa 6.790 toneladas de fuera de la UE, seguida de los Países Bajos con 2.620 toneladas, Italia con 1.790 toneladas y España con 923,4.
Las ranas están desapareciendo de Europa e incluso en Francia ya se prohibió su caza en los años 80 para frenar su exterminio. Hoy en día, el 80% de la demanda de ranas de Europa proviene de Indonesia.
En este país, la rana javanesa gigante y la rana toro asiática se encuentran en peligro de “sobreexplotación”, según el informe. En el caso de Turquía, la rana de Anatolia encuentra en “alto riesgo de extinción”.
Por qué las ranas son importantes
Las ranas desempeñan un papel vital en la cadena alimentaria, tanto como depredadores y presas y en concreto, ayudan a controlar las poblaciones de insectos, incluidos los mosquitos, y por tanto la transmisión de enfermedades.
También protegen las aguas de la eutrofización porque consumen algas y otras materias orgánicas. La presencia de ranas es un termómetro de la salud de un ecosistema.
Para proteger a las ranas de la extinción, además de frenar su sobreexplotación en los países exportadores, es necesaria la protección de sus hábitats frente a la deforestación, la explotación agrícola y la contaminación.
La reducción del uso de pesticidas, que también amenaza a las tan necesarias abejas, es una parte fundamental de esta tarea. Puede que sea demasiado tarde para las ranas europeas, pero todavía hay tiempo para salvar a estos animales en otros países.
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