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Aguas con sabor, ¿qué bebo realmente?

Hasta hace pocos años no había ninguna duda; el agua embotellada no tenía ningún tipo de sabor, era incolora, insípida (para muchos consumidores) e inodora. Estos eran los tres adjetivos que hasta hace unos 14 años calificaban este alimento. Uno de ellos continúa inalterable (incolora), pero ya no tiene porqué ser ni insípida ni inodora. El agua con sabor o aromatizada se ha hecho cada vez más popular.

Caminar por el pasillo de un supermercado puede llegar a ser abrumador de la cantidad de opciones que encontramos. Y, además, se han juntado dos paradigmas de la salud: agua y fruta. ¿Hay algo más saludable? Nada mejor que el agua para hidratarse y la fruta, nos recuerdan, siempre es buena, sobre todo entera. Por tanto el binomio promete. Y más cuando este tipo de producto se presenta en una botella similar o muy parecida a la del agua.

Pero, ¿son este tipo de aguas tan buenas y saludables como anuncian? Si bien solemos encontrarlas al lado de las botellas de agua mineral, en realidad quizás deberíamos plantearnos si tendrían que estar al lado de los refrescos.

¿Qué contiene el agua con sabor?

“Agua con un toque de limón” envasada en una botella similar a la del agua mineral, como si en realidad fuera lo mismo. La manera de venderlo nos hace pensar que se trata de agua con un poco de limón. Una bebida refrescante a base de agua mineral natural y aromas. Pero, en realidad, al agua mineral se le añade un 6% de azúcar y un 4% de ácido cítrico y aroma natural. Si nos fijamos en la etiqueta veremos los ingredientes que se utilizan: suelen ser agua, jarabe de azúcar, correctores de acidez, antioxidantes, ácido ascórbico, colorantes, estabilizantes y aromas. También contienen zumo concentrado (entre un 1% y un 10% del producto).

La cantidad de azúcar puede ser de unos 8 gramos por 100 mililitros, por tanto, una botella de 1,5 litros (el formato más generalizado) puede llegar a contener entre 80 y 100 gramos de azúcar. Si bebemos este tipo de agua en lugar de agua normal, pensando que nos estamos hidratando de la misma manera, lo que en realidad estaremos ingiriendo es mucha más cantidad de azúcar.

La proporción no es comparable a la de un refresco, pero sí a la de una bebida isotónica deportiva. La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) recomienda que el azúcar no supere el 5% de las calorías de la dieta, lo que significa consumir unos 25 gramos al día, que equivaldría a unos seis terrones.

El agua simple no tiene calorías y no contiene edulcorantes artificiales. Pero muchas aguas aromatizadas sí contienen edulcorantes artificiales. La sucralosa puede ser un aditivo común para mejorar el sabor de muchos de estos tipos de aguas. Por tanto, la idea de que este tipo de aguas pueden ser saludables porque se llaman “agua”, debe tenerse en cuenta que están endulzadas con algún tipo de azúcar (jarabe de maíz alto en fructosa, azúcar de caña o jarabe de agave) o con edulcorante artificial como sucralosa. En consecuencia, sustituir el agua mineral, imprescindible para el correcto funcionamiento del organismo y regulador de su temperatura, por agua aromatizada es un error.

Hacerlas en casa, una alternativa saludable

Una manera saludable de degustar agua con algún tipo de sabor es elaborarla en casa. Preparar refrescos sabrosos y sin edulcorantes, conservantes, estabilizantes, emulsionantes o potenciadores del gusto es fácil. Es una buena manera de que personas a las que no les gusta el agua, y nunca tienen sed, beban y se hidraten. Se trata simplemente de añadir trozos de fruta o de hierbas aromáticas y ponerlo todo en frío.

Para elaborar este tipo de “infusiones verdes” se introducen en una jarra frutas troceadas e incluso un poco chafadas para que desprendan más el zumo. Se llena la jarra con agua y se deja en fresco durante al menos dos horas para que el agua absorba el gusto del alimento elegido. Pueden hacerse combinaciones de sabores, como limón y menta, o simplemente de sandía, etc.

Las opciones son ilimitadas y variarán en función de los gustos y preferencias de cada uno: agua con limón y menta (digestivo); agua de fresa y hierba de limón (relajante); agua de limón, naranja y pepino (diurético); agua con naranja, canela y jengibre (estimulante); agua con melocotón, arándanos y limón (antioxidante), etc.

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