Los diez grandes equívocos sobre el vino blanco en que caemos los españoles

En agosto beber vino tinto se hace fuerte al paladar y por tanto pasan mucho mejor los blancos, especialmente si son frescos. Aún así, para muchos consumidores “vineros”el blanco es un vino menor, que se consume “porque no hay otra cosa bebible” y ante la alternativa del rosado, que en España tiene muy poco éxito.

Es un gran error el que cometemos si despreciamos estos vinos, pues también merece la pena seleccionar y experimentar con los blancos, ya quenos pueden dar tantas sorpresas como los tintos, y no solo en verano. De hecho el buen aficionado sabe apreciar tanto unos como otros y conoce el modo adecuado de maridar cada uno.

He aquí los diez grandes equívocos sobre el vino blanco que conviene desterrar si realmente tenemos curiosidad, amor y respeto por el mundo de la enología.

1 Tienen menos registro de aromas y sabores

Vinos como nuestro“jerez”son la prueba de que esto no es cierto, ya que dentro de esta denominación de blancos entran desde el fino, aloloroso, amontillado, manzanilla, palo cortado, etc. También tenemos en los tokaj húngaros toda una gama de sabores peculiares, o en los oportos blancos, así como el los riesling alemanes o el los albariño gallegos.

Entre los blancos más ortodoxos también hay mucha diferencia entre un Verdejo, por ejemplo, y una garnacha blanca, que tiene una estructura cercana a los tintos. También entre los blancos gallegos está el godello, el ribeiro, etc. Además, tenemos los dulces como el moscatel o el sauternes francés, que tan bien ligan con los postres.

2. Suelen tener menos alcohol

Es verdad que en el pasado, cuando se gustaba más de ellos, tenían algo menos de grado, pues se cortaba la fermentación del azúcar antes que en los tintos y en general era algo dulces. Pero a día de hoy, cuando imperanlos vinos secos y varietales, los blancos se fermentan hasta el final y ofrecen tanto grado como los tintos. Actualmente es difícil encontrar blancos con un volumen de alcohol inferior al 13%.

3. Solo casan con la paella y la merluza

Los gastrónomos destacan que algunos blancos ligeros pueden casar bien con algunos guisos potentes como el bacalao, el atún o las zarzuelas de pescado. Del mismo modo, con guisos de carne de ave pueden funcionar ciertos blancos con personalidad, así como patés, con la pasta, sopas o platos que no contengan carnes.

4. No se pueden tomar con quesos

Cuando pasamos a la más amplia gama de quesos tipo brie, a los más tiernos e incluso a ciertos quesos curados, un blanco tipo moscatel, riesling, tokaj o rieslingtokaj sauternes sauternespueden resultar reveladores.

5. Para pasar bien tienen que estar muy fríos

Determinados blancos muy jóvenes y con una elevada acidez puede servirse muy fríos, pero es solo porque sus cualidades son limitadas. En cuanto un blanco gana temperatura, hasta un límite de unos 12º centígrados, asoman unas cualidades aromáticas que por debajo de los 8º pasan desapercibidas.

6. Carecen de cuerpo

Su maceración con la piel de la uva ha sido mucho más corta que en el caso de los tintos y ello les reporta menos taninos y otras sustancias vegetales que contribuyen a la estructura del vino. Pero si la variedad de uva es potente, el vino blanco heredará sus buenas cualidades. Una muestra de ello son las garnachas blancas de la denominación de origen Terra Alta, en la frontera entre Teruel y Tarragona, o algunos Rioja elaborados con viura/macabeo.

7. No aguantan más de un año en botella

El vino blanco puede envejecer en barrica de roble y dar un excelente resultado. Desde los albariño a las garnachas blancas, pasando por la variedad pedro ximenez y muchas otras atlánticas, aceptan bien la crianza para dar vinos interesantes. Aunque no es lo habitual, pueden encontrarse buenos blancos con crianza e incluso con reserva y más de diez años de envejecimiento en botella.

8. Son demasiado ácidos

En general, por su corta maceración, su grado de acidez es mayor, pero este se ve muchas veces compensado por el azúcar, residual o añadido, que presenten, así como por los aromas afrutados de cada variedad.

9. Siempre saben dulces

En el pasado sí era más normal que los blancos tuvieran un punto dulce más o menos pronunciado debido a que su fermentación era menor, pero en la actualidad hay una mayor oferta de blancos secos que de dulces.

10. Los expertos no los valoran

Existen numerosos vinos blancos con una excelente puntuación, por encima de 90 puntos, tanto de expertos como Parker como de Peñín y diversas guías.

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