Estos son los diez grandes errores que debes evitar al tomar un tinto en verano

Sin demérito del blanco, los amantes del tinto no tienen porqué renegar de su placer favorito en verano, por mucho calor que haga. Es cierto que las altas temperaturas pueden convertir los mejores vinos en sopas calientes y difíciles de tragar, especialmente si son vinos tintos. Pero ello no es una razón para pasarse necesariamente a los blancos ni a los rosados. Aunque ambos nos pueden apetecer y resultar muy oportunos.

Podemos optar si lo deseamos por vinos tintos más adecuados a la estación veraniega pero también seguir con nuestros vinos de siempre, incluso atrevernos con reservar. Si los tratamos bien, antes, durante y después de tomarlos, podremos disfrutar de ellos tanto como en el resto del año. Para ellos te exponemos los diez grandes errores que debes evitar al tomar un tinto en verano.

1. Guardarlo en la nevera

El frío excesivo estropea los vinos en general, pero muy especialmente los tintos, sobre todo si tan pasado por barrica, pues precipita algunos de sus componentes que le confieren untuosidad o que mantienen el pH. El resultado de una excesiva exposición a la nevera -estamos hablando de días, no horas- es un vino algo más ácido e insípido.

Otra cosa es meterlo una hora antes de abrirlo para que gane frescor, y luego de abrirlo dejarlo otra media hora antes de servir, para que vaya recuperando temperatura y se abra pero sin caldearse demasiado. De hecho, esta alternativa sería la ideal para que tengamos el vino en su punto en todo momento.

2. Beberlo frío

Lo acabamos de indicar: una hora de nevera para adecuarlo a la temperatura ideal, que estará entre los 15 y los 20ªC máximo, es una buena opción, pero hay que tener en cuenta que en la nevera bajará más, por lo que tras abrirlo, si lo bebemos directamente, no disfrutaremos en absoluto de sus aromas y su sabor. Lo ideal es no tener prisa y dejar que le suba la temperatura suavemente hasta el punto ideal para el consumo.

3. Beberlo a temperatura ambiente

Para obtener el punto ideal, tras el paso por la nevera, o al sacarlo de la vinoteca si tenemos una, debemos cuidar que el vino que queda en la botella no se caliente hasta la temperatura ambiente, que lo haría imbebible en la mayor parte del país en verano. Para ello podemos poner la botella en una cuba con agua fresca pero no necesariamente helada. Basta con que tenga algunos cubitos -dependen del calor que haga- para que la inercia térmica del agua impida que el vino se caliente en exceso.

4. Dejarlo al sol

Dicha cuba no debe estar expuesta al sol sino que la colocaremos en un lugar de sobra o bien tapada con un trapo para que quede a oscuras. El motivo es que el sol estropea el vino, y más con el calor ambiente, que acelera todo tipo de reacciones químicas. Por descontado, ni se nos ocurra dejar la botella medio llena encima de la mesa a pleno sol. Si es un cosechero joven no es una tragedia, pero si hablamos de un vino por el que hemos pagado más de 20 euros, por ejemplo, es una obscenidad y una pena.

5. Llenar demasiado la copa

Otro error frecuente es llenar demasiado la copa, con lo que propiciamos un exceso de vino expuesto al sol, a la evaporación, las reacciones y el calentamiento que lo hará menos agradable. Es mejor servir dosis medidas y que el resto se conserve dentro de la botella y esta, a su vez, dentro de la cuba.

6. Usar copas de cuello ancho

Las copas de cuello ancho de borgoña o burdeos son adecuadas para estos climas más frescos, donde casi nunca hay temperaturas elevadas. En nuestro clima en verano, este tipo de copa que deja escapar mucho aroma y propicia la reacción del vino con el oxígeno, favorece la evaporación en exceso y puede hacer que el vino desvirtúe su estructura.

7. Sujetar la copa por el balón

La copa se compone del pie, el tallo, y el cuerpo o cáliz, que a su vez se divide en la base o balón y el cuello. Hay personas que tienen la manía de coger la copa por el balón o por el tallo pero con la mano en contacto con el balón. Hay quien dice que es por falta de clase, pero en realidad es simplemente por costumbre o por comodidad si la copa es demasiado grande y nos la han llenado demasiado. La copa debe cogerse por el tallo no por cuestiones de etiqueta sino para no calentar el vino con la mano, ya que nuestro cuerpo siempre está más caliente.

8. Guardar la botella tumbada y con el corcho si no nos la acabamos

Este es error frecuente en verano e invierno, en vinos blancos y tintos, pero es especialmente grave en esta época del año porque con el calor los microorganismos tienen una mayor actividad, sobre todo hongos y bacterias que proliferan sobre el corcho y nos pueden avinagrar el vino que guardemos para otro día.

Esto es así sobre todo si guardamos la botella tumbada, de modo que el líquido está en constante contacto con el corcho. Lo mejor es guardarla de pie y usando un tapón especial que permite quitar el aire del interior de la botella con un émbolo. De este modo aunque haya contaminaciones, la ausencia de oxigeno frena tanto las reacciones oxidativas y buena parte de la actividad microbiana. Si no tenemos tapón de vacío, podemos usar el corcho, pero evitando que entre en contacto con el vino.

9. Guardarlo a temperatura ambiente si no nos lo terminamos

Si no nos terminamos el vino, lo taparemos con el tapón, con el corcho o sin nada, pero siempre guardaremos la botella de pie y en la nevera, a no ser que contemos con una vinoteca, en cuyo caso seguramente contaremos también con tapones de vacío y podremos guardarla tumbada. En la nevera este vino no podrá estar mucho tiempo, pero al menos alargará su vida bastante más que al aire libre. Ni que decir tiene que si tenemos una cava oscura o un sótano fresco, son los lugares perfectos.

10. Echarle hielo

Hemos puesto este error en último lugar porque realmente es más bien una animalada. Si el vino está muy caliente y queremos beber a toda costa, tendría un paso si es de garrafa o de treta, pero en el resto de los casos es tirar el dinero. Sin embargo, se venden unos cubitos de silicona o plástico rellenos en su interior con agua, que se pueden congelar: sí podemos usarlos para enfriar el vino, puesto que no liberan el agua interior. Estéticamente no es un truco muy pintón, pero a nivel de aromas y sabor, el vino no se verá afectado en absoluto.

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