Año 2069. Lola observa a través de su ventana cómo los coches autónomos, circulando por su cuenta, van y vienen, se cruzan y se paran. Está anocheciendo y, como todas las noches, se acerca a la nevera a por leche. Su asistente virtual utiliza tecnología blockchain para devolverle, con voz mecánica, un detallado informe sobre lo que le aporta la leche a nivel nutricional, así como información sobre su origen y lugar de producción. Lola ahora ya sabe el nombre de la vaca; así como el recorrido y el proceso que ha seguido esa leche para llegar a su hogar.
La historia de Lola es, evidentemente, un relato de ciencia ficción, aunque está más cerca de la realidad de lo que pensamos. Las nuevas tecnologías han logrado favorecer cambios que hubieran sido impensables 50 años atrás; al igual que las mismas traerán novedosas variaciones en nuestro modo de vivir. Y, sobre todo, en nuestra forma de alimentarnos.
1. Habrá vacas en 2069
Joaquín Lorenzo, director de Compras Agro de Calidad Pascual, empresa que revolucionó hace 50 años el mercado lácteo con la introducción, en España, de la uperisación y el envasado en tetra brik, es rotundo: “Habrá vacas en 2069”.
A pesar de las restricciones medioambientales, los problemas de despoblación del medio rural y el escaso relevo generacional, los animales no desaparecerán de las granjas, donde imperará la automatización. “El software y la robótica sean protagonistas, mejorarán la productividad de la ganadería y harán la vida más fácil al ganadero”, explica Lorenzo.
2. Las vacas no producirán solo leche
Las vacas del futuro no producirán solo leche, sino también datos. Según la directora de I+D de Calidad Pascual, Sofía Pérez, el futuro pasa por “aplicar nuevas tecnologías de medición, recopilación y análisis de datos para el estudio y la predicción de procesos. Es decir, el mundo interconectado del Big Data, aunque esta vez para mejorar todas las fases del proceso de obtención de la leche”.
De esta forma, la digitalización de las fábricas y ganaderías dará acceso al consumidor a una gran cantidad de información en tiempo real, lo que le convertirá en el consumidor más entendido de la historia. “No vamos a ofrecer la información al consumidor imponiéndosela, sino que participará en el desarrollo de los productos y en la forma de distribuírselos. En 2069 tendrá a su disposición la información que quiera a través realidad aumentada, por ejemplo”, apostilla Rodrigo Zanetti, Jefe de Producción del Complejo Industrial de Aranda de Duero de Calidad Pascual.
3. Beberemos leche casi recién ordeñada
El proceso de producción también se verá afectado, con el objetivo de acortar al mínimo la llegada del producto hasta el hogar de los consumidores. Así lo pronostica Zanetti: “los productos saldrán muy rápido de la fábrica para conseguir llegar casi inmediatamente al mercado y al consumidor. Las vacas estarán más cerca de las fábricas, así aseguramos un producto local, de proximidad y un proceso más ágil”.
4. La leche mejorará, más si cabe, sus propiedades
Otro de los vaticinios que seguramente se cumplan tiene que ver con la implementación de un tratamiento con una tecnología innovadora que conserve todas las propiedades nutricionales, afecte muy poco al producto y sea respetuoso con el medioambiente.
“El proceso será aún más transparente, mejorando, más si cabe, las propiedades de la leche. Nos encontraremos con un consumidor más cercano al campo, y donde la fábrica no sea la protagonista. Contacto directo entre consumidor y vaca. Me imagino una fábrica mucho más ágil, con menos hierros, más flexible y conectada, donde poder ver el estatus de mi leche desde el ordeño hasta mi casa”, asegura Zanetti.
5. La leche se adaptará a tu genética
El producto avanzará hacia la personalización. Es decir, la leche se adaptará a cada consumidor quien, a través de las nuevas tecnologías, podrá elegir entre los diferentes nutrientes que son necesarios para su rutina diaria. “Considero que la leche evolucionará de manera que podamos cubrir las necesidades que vayan apareciendo en el nuevo consumidor y sea diseñada según su perfil genético, futuras patologías, etc.”, añade Sofía Pérez.
6. Todos los envases serán respetuosos con el medioambiente
El concepto de leche cambiará en los próximos 50 años, pero también el formato en el que se presentará. “Se emplearán envases de economía circular a partir de desperdicios de otro proceso, por ejemplo, las heces de la vaca. A través de la síntesis de un componente de las heces, podemos generar polvos de un material que, mediante calentamiento, fundición y compresión en un molde, dé lugar a un envase reciclable”, se imagina M. Cruz Córdoba, responsable de desarrollo e ingeniería de materiales E+E de Calidad Pascual. Estos envases, además, nos informarán y sancionarán por mal uso.
7. La leche vendrá a nuestra casa
Dentro de medio siglo, seguramente la tecnología y el abaratamiento de los costes logísticos permitirán mucha más comodidad a la hora de realizar la compra. Sin duda, el producto guardará una calidad casi intocable, tendrá más cercanía a los puntos de venta o incluso la compra “vendrá a nuestra casa en lugar de tener que ir a buscarla a la tienda”, señala el experto en el comportamiento del consumidor de Kantar, Joan Riera.
8. Tus opiniones serán tenidas en cuenta
El consumidor del futuro, ejemplificado en Lola, para la responsable de
Investigación de Mercados de Calidad Pascual, Emma Barrios, “trabajará de la mano de las marcas. Sus opiniones serán tenidas en cuenta para la definición de los lanzamientos de nuevos productos y servicios”, explica.
Ya podemos imaginar cómo serán las fábricas del futuro, el transporte, las tecnologías… Y lo que está claro es que ya se están sentando las bases para que esto sea una realidad. Como concluye Sofía Pérez, “hace 50 años Pascual revolucionó el mundo lácteo español y queremos volver a hacerlo hoy… y en 2069. Ya estamos trabajando para seguir abanderando la innovación del sector. Dentro de medio siglo los lácteos irán mucho más allá de la leche líquida. La leche es una de las materias primas con más alto valor nutricional, de la cual se pueden extraer inimaginables productos y subproductos de un gran valor añadido”, concluye Sofía Pérez.