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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Vinos caros: ¿calidad o especulación?

Los conceptos de caro y barato son dos antagonistas llenos de matices complejos de definir. Lo que podamos entender por vino costoso, por ejemplo, puede ser muy relativo y variante en función de la perspectiva personal, el estilo de vida y, por supuesto, el nivel adquisitivo. Pero, ¿cuál es el motivo de que algunos vinos adquieran determinados precios de venta? ¿Qué los hace tan especiales?

Por lo general, se trata de vinos procedentes de bodegas de baja producción, pero de alta calidad. “Vinos de una parcela con características específicas o algún viñedo viejo o de difícil acceso, característico por dar uvas de extraordinaria calidad, o popular por motivos históricos; hay vinos que siempre han sido grandes desde hace 200 o 300 años y se mantienen allí, vinos que tienen mucho valor por su longevidad”, explica Ferran Centelles, director de la partida de bebidas de El Bulli Foundation y mejor sumiller de España 2011.

Y, si nos fijamos en el perfil del comprador, ¿qué tipo de público consume estos vinos? “Los vinos de altos precios tiene un target muy específico. Por lo general, se trata de gente senior, con poder adquisitivo y un perfil muy gastronómico. También hay coleccionistas, y gran parte de estos vinos se venden mucho en restaurantes”, explica Centelles.

A este perfil clásico se está sumando también con fuerza un nuevo target ambicioso, conocedor del mundo del vino y de los negocios: los inversores vinícolas. La inversión en vinos de edición limitada y de altos precios, relativamente más sencilla que la inversión en bolsa, ha captado la atención de personas que han sabido mover sus botellas con exitosos resultados.

Invertir en vino ya compite en bolsa

La rentabilidad de los vinos caros es un negocio bursátil en alza y ha generado su propio mercado de inversión. La categoría IGWines (Investment Grade Wines) designa los vinos adecuados para invertir, marcando las pautas de lo que convierte a dichos vinos en una adquisición cuyo valor en ocasiones conseguirá un retorno superior al de otros bienes de inversión como, por ejemplo, el arte. En IGWines se pueden encontrar botellas de ediciones limitadas y de gran calidad con posibilidad de venta en avanzada, adquisición de una o varias unidades y sin tener que recurrir a las subastas.

Pese a que esta categoría de vinos ha experimentado una subida de precios en los últimos años, continúa siendo una inversión de alto rendimiento que se nutre del incremento de la demanda de vinos de alta calidad por parte de potencias económicas en crecimiento, como son los países asiáticos o Rusia que, además de un alto poder adquisitivo, también cuentan con un mayor conocimiento sobre lo que quieren comprar.

A diferencia de otros bienes como el oro, el valor de los IG Wines sube a medida que disminuye la cantidad de botellas a la venta, y cada vez que alguien consume una botella de edición limitada, el precio de las restantes sube exponencialmente. Estos vinos están directamente relacionados con su índice de precios, marcados por el Liv-Ex (London International Vinters Exchange), una especie de bolsa del mundo del vino equivalente al Ibex35 o el DowJones.

Este sistema de cambio lista 150 comerciantes de vinos y genera una lista de los precios de mercado de los 100 vinos (Liv-Ex 100) mejor valorados de regiones vinícolas como Burdeos, Borgoña, Champaña, Ródano o la Toscana, y estos índices usados a nivel mundial son los que definen los precios finales de los vinos. De Nueva York a Hong Kong, la negociación es segura, y de este negocio también han surgido empresas de almacenamiento de vinos de lujo, que se encargan de mantener las botellas en excelentes condiciones hasta que se haya realizado la venta.

¿Cuánta especulación hay?

Pese a la turbidez que nos pueda suscitar este tipo de productos de precios elevados, no existe gran secretismo en el negocio de la compra y venta de vinos caros: “Los precios de todos los vinos son públicos, no es un tema tabú, y por lo general se pueden consultar en webs como Wine Searcher”, cuenta Centelles. Él cree que en España no hay especulación: “El precio es el que es y se mantiene más o menos estático; hay más especulación en Borgoña, donde los vinos salen con un precio de venta razonable y en seguida el mercado los va subiendo a través de los intercambios y de la cadena de mercado”.

“En España el precio de salida manda, y conseguimos mantenerlo con un cierto orden”, comenta el experto, y añade que, pese a todo, “estos vinos de altos precios son una representación muy pequeña, una minoría. La gente que hace estos vinos son pocos, y pocos se ganan la vida con ellos. Por lo general se tienen otras líneas de vinos que generan la mayoría del negocio”.

Las puntuaciones otorgadas por afamados prescriptores y críticos del vino son otro de los factores correlativamente relacionados con los altos precios de ciertos vinos. “Hay vinos que de golpe y porrazo se convierten en míticos porque se les da una máxima puntuación y todo el mundo empieza a buscarlos”. Guías como las de Robert Parker marcan las tendencias y algunos de los vinos que alcanzan los 100 puntos se revalorizan rápidamente.

He aquí cinco ejemplos de vinos caros en España y sus precios orientativos:

  1. La Faraona 2016. Descendiente de J. Palacios. Entre 800 euros y 1.195 euros. Producción de 15Ha. Solo se elabora un barril de este vino tinto a base de uva Mencía proveniente del Bierzo.
  2. Pingus 2014. Dominio de Pingus - DO Ribera del Duero, elaborado a partir de uva Tempranillo. 1.280 euros.
  3. L’Ermita 2016. A. Palacios. Priorat. 35Ha de uva Garnacha. Entre 600 y 1.600 euros.
  4. Vega Sicilia Único 2005. Tempranillo de la D.O. Ribera del Duero. Entre 395 euros y 1200 euros. Su versión del año 1990 ha llegado a alcanzar los 50.000 euros.
  5. Teso la Monja 2014. Tempranillo de la D.O. Toro. 1.216,00 euros Algunas añadas han alcanzado hasta los 150.000 euros.

Precios reales y precios emocionales

Por encima del posible negocio que pueda haber detrás de una botella de vino, la emoción es muchas veces la que predomina en la decisión de adquirir una botella de estas características. No te puedes beber una acción de una gran empresa, pero sí te puedes beber tu botella de 1992 tan ricamente y con la certeza de crear un recuerdo que difícilmente podrás borrar.

“Efectivamente hay un tipo de vino que no tiene relación con el coste; los precios de los vinos pocas veces se ponen en relación a sus costes de producción, sino que tienen que ver más con el valor que las personas les damos”, reconoce Ferran Centelles. “Hay bodegas que han sido capaces de dar mucho valor a determinadas botellas, y la gente las adquiere a este tipo de precios más por una cuestión emocional”, apostilla. Es así como un vino se convierte en pieza de coleccionista: por la emoción de poseerlo.

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