A diferencia de lo que pueda sugerir su nomenclatura, este tipo de vinos nada tienen que ver con las naranjas, pues éstas no forman parte de su elaboración, y no debe confundirse con el vino naranja del Condado de Huelva, acogido a la D.O. y que, en efecto, sí se aromatiza con cáscaras de naranja. Entonces, ¿qué es realmente un vino naranja?
En términos sencillos, el vino naranja es un vino blanco que se elabora al estilo de los vinos tintos: el mosto de la uva se deja macerar junto a sus pieles durante un período de tiempo determinado, y este contacto tiñe su tonalidad final, que puede ir del amarillo oro hasta el naranja intenso, pasando por distintas tonalidades oxidadas, en función de cuánto tiempo se deje con los hollejos.
¿Por qué macerar con las pieles?
Esta práctica se remonta a la antigüedad, a los tiempos en los que era necesario usar el ingenio para preservar los alimentos. Cuando empezó la producción de vino blanco, era necesario utilizar algún sistema para evitar su deterioro y oxidación, y es precisamente protección lo que le proporciona la maceración con pieles a un vino, pues dicho contacto ayuda a proliferar la presencia de sulfitos naturales en el vino durante la fermentación, ayudándole a crear resistencia.
El tiempo de contacto con los hollejos irá en proporción a lo que el elaborador quiera conseguir, y puede llevar algunos días o varios meses, afectando no sólo a la maceración, sino también a la fermentación y posteriormente a la crianza, que pueden realizarse en ánforas como los Qvevri en la región de Georgia, barricas o tinas de madera o depósitos de acero inoxidable.
¿Qué aromas y sabores encontramos en estos vinos?
Los efectos de las maceraciones largas crean matices a todos los niveles, dotando al vino de un carácter muy interesante. Es importante no dejarse engañar de entrada por las tonalidades cobrizas y turbias que caracterizan a los vinos naranja, pues, lejos de tratarse de defectos, son el resultado de dejar a la naturaleza seguir un ritmo más acorde a ella.
En nariz podemos encontrar un sinfín de aromas de frutas de hueso maduras, pieles de cítricos, hierbas aromáticas y algunas flores blancas, así como notas de especias, frutos secos, tonos terrosos y salinos o algún punto dulce. En boca también nos encontraremos con gratas peculiaridades adquiridas por el efecto de las pieles: tanicidad más marcada, acidez más suave y discreta y una sensación de volumen acompañada de una gran estructura. Se trata de vinos potentes cargados de sabor y fuerza.
¿Dónde se produce?
Aunque los orígenes del vino naranja están en la cuna del vino por excelencia (Georgia y Armenia) hace cerca de 6000 años, actualmente se pueden encontrar producciones en zonas como Italia, Austria, Eslovenia o España, en los que apasionados elaboradores demuestran con geniales resultados que otro tipo de vino blanco es posible.
Cinco ejemplos de vino naranja
¿Con ganas de experimentar? A continuación os presentamos cinco vinos con los que podéis ir haciendo boca:
- Cueva Tardana Orange, de Bodegas Cueva: el productor Mariano Taberner utiliza la variedad de uva Tardana para elaborar un vino lleno de expresión frutal y frescor, que está durante 3 meses en contacto con sus hollejos. Elaborado en La Portera, Valencia.
- Radikon Ribolla Gialla, de la bodega Radikon : desde la zona del Friuli Venezia Giulia, en Italia, Stanislao Radikon es uno de los procursores del orange wine. A partir de la variedad Ribolla Gialla, elabora un vino que se pasa 4 años en barrica de madera antes de ver el mercado.
- Chinuri, de la bodega Pheasant's Tears: en la zona de Kaheti, Georgia, se encuentran algunas de las referencias al vino naranja más interesantes del mundo, y sin duda el trabajo de los elaboradores John Wurdeman y Gela Patalishvili no pasa desapercibido. Chinuri es la variedad que usan para hacer un vino que realiza la fermentación alcohólica en Qvevri (ánfora de barro enterrada en la tierra) durante nuevemeses.
- Wein Der Stille 2013, de la bodega Strohmeier: Franz Strohmeier desde Austria propone una combinación de uvas como la Sauvignon Blanc, la Chardonnay, la Muskateller y la Weiss Burgunder, para elaborar un vino fermentado con sus pieles en barricas de 500 y 600 litros durante 12 meses antes de ser embotellado.
- Els Bassotets, de la bodega Escoda-Sanahuja: en la Conca de Barberà encontramos el proyecto de Joan Ramon Escoda y Mª Carmen Sanahuja, donde se elabora con variedades Macabeo, Chenin Blanc un vino vivo que pasa 10 meses en depósito de acero inoxidable.
¿Cómo los sirvo y con qué los acompaño?
- Los vinos naranjas necesitan de cierta temperatura para poder expresar sus cualidades, por tanto se recomienda no beberlos excesivamente fríos. Una temperatura de servicio de entre 13ºC y 16ºC los hará mucho más interesantes y accesibles.
- Al tratarse de vinos que necesitan del oxígeno para encontrar su expresión, la decantación antes del servicio también puede ser beneficiosa.
- Además los vinos naranja se pueden disfrutar solos o acompañados de todo tipo de comidas: quesos curados y semicurados, pescado azul o carnes y/o verduras a la barbacoa.
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