Vino de pago es la máxima calificación que contempla la legislación española en materia vitivinícola. Por encima de la Denominación de Origen, el concepto de pago, aplicado al vino, se refiere a un viñedo situado en un enclave especial con suelos singulares y un clima privilegiado que imprime al vino unas cualidades únicas. Solo 17 bodegas de España cuentan con esta distinción. Y todas sus botellas llevan esta definición de Vino de Pago (VP) en sus etiquetas.
Ahora bien, para poder entrar dentro de esta categoría, las bodegas han de cumplir con los requisitos de elaborar sus producciones con uvas procedentes de su propio terreno (lo que viene siendo el pago en sí) y hacer todo el proceso, desde la fermentación hasta el embotellamiento, en sus instalaciones próximas al pago.
Con tantas exigencias (y muchas más a nivel administrativo), cualquiera pensaría que son vinos exclusivos e inasequibles. Una creencia popular que se debe, paradójicamente, a algunos precios de dos archiconocidas bodegas, Pago de Carraovejas y Pago de los Capellanes, las cuales se hacen llamar pagos pero no están reconocidas legalmente como tales, así como muchas de las bodegas del grupo Grandes Pagos de España, aunque hagan vinos estupendos, por supuesto.
Las que sí forman parte del selecto club VP
Dentro de Castilla la Mancha, son VP:
- Pago Calzadilla en Cuenca
- Campo de la Guardia y Dominio de Valdepusa en Toledo
- El Vicario, Los Cerrillos, Vallegarcía, Casa del Blanco, Dehesa del Carrizal y Pago Florentino en Ciudad Real;
- Finca Élez, La Jaraba y Pago Guijoso en Albacete
Navarra:
- Pago de Arínzano
- Pago de Otazu
- Prado de Irache
- Finca Balandín
Comunitat Valenciana:
- Finca El Terrerazo
- Pago Vera de Estenas
- Los Balagueses
Aragón: Pago de Aylés
En un buen número de ellas hemos encontrado unos exquisitos vinos de pago en un rango de precios entre 12 y 20 euros. De modo que vamos a acabar con el mito hoy aquí y te aseguramos que vas a disfrutar enormemente de una calidad-precio inigualable y que merece muchísimo darse el capricho.
Siete vinos de pago para amar el terroir
Es un coupage de las variedades syrah, cabernet sauvignon y merlot elaborado en Finca Balandín, uno de los pagos navarros que regenta en propiedad la bodega Pago de Cirsus, junto con el Pago de Irache. Destaca, al primer trago, por el pimiento verde tan típico de la cabernet sauvignon. Pero luego, gracias a la crianza, pasa al dulzor de la fruta y queda perfectamente equilibrado, balsámico y envolvente. Te pide más, para qué nos vamos a engañar. 15% Vol y 12,50 euros.
El primer vino parcelario elaborado por Pago Aylés, la décima bodega en obtener el status de Vino de Pago en 2010 y la única de todo Aragón. Este tinto surge de su pago de origen medieval a 650 metros de altitud, donde el tempranillo y la garnacha le dan una potencia fantástica que se atempera en la barrica durante diez meses. Está sensacional, redondo y profundo con tres años de reserva, pero si te lo tomas dentro de diez, es posible que esté todavía más tamizado. Con carnes y quesos, excelente. 14% Vol y 12,99 euros.
Se trata de un 100% cencibel, equivalente a la tempranillo, que se cultiva en la finca La Solana de la bodega Arzuaga Navarro, en la localidad de Malagón, en Ciudad Real. Permanece en barrica durante doce meses y, curiosamente, aparte de una nariz muy expresiva que reverbera en boca, tiene un toque como a golosina de limón, pero nada puntiaguda, más bien acariciante en la lengua y de retrogusto muy largo. 14% Vol y 14,50 euros.
Hijo del Pago Campo de la Guardia y de la bodega Martúe, es una inmersión herbácea en el sotobosque toledano, un tinto muy fresco a la par que elegante gracias a sus 15 meses en barrica. A quienes no les guste la syrah, les va a cambiar los esquemas: es improbable que, si lo sirves en una cena entre amigos, no triunfes con este tinto goloso con su punto de vainilla bien equilibrado. 14,5% Vol y 14,50 euros.
Un homenaje a Francisco Martínez Bermell, un enólogo muy reconocido a nivel nacional que fue el progenitor de los hermanos que llevan ahora la bodega familiar de Pago Vera de Estenas, en la zona de Utiel-Requena de Valencia. Se trata de un tinto acariciante, sin ninguna arista y ligero a pesar de sus imperceptibles 14,5% Vol. Y lo mejor es que el saborcito mineral se te alarga en las papilas para que lo goces mientras degustas unas buenas sardinas. 14 euros.
Este blanco es un gran representante de la bodega homónima, sita en los Montes de Toledo. A la fermentación en barricas de roble francés le suman una crianza de cuatro meses con el battonage sobre sus propias lías. De ahí sale ese sabor a fruta madura y a levadura que lo hace redondo, vivaz y sabroso; se te queda ahí reposando en la lengua un buen rato. Ideal para pescados y carnes blancas. 13,5% Vol y 18 euros.
Esta edición limitada muy sobresaliente del Pago de Otazu, con 70% merlot, 20% cabernet sauvignon y 10% de tempranillo, pasa por una reserva excepcional de 15 meses en barrica y 18 meses en botella. Pese a ello, la madera está presente en su justa medida, afinando el trago largo y potente que refleja perfectamente el terroir donde se sitúa la bodega de 1840, habilitada también como fundación de arte. Con un buen asado estará estupendo. 14,5% Vol y 20 euros.
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