Huele a verano: ¿puedo usar el protector solar que me sobró del año pasado?
Estamos a las puertas del verano y es posible que la gran mayoría de nosotros se plantee no pocos días de ocio al aire libre en la playa o en la piscina. Como es preceptivo, muy probablemente nos untaremos con crema protectora solar para protegernos y así poder pasar más horas expuestos.
Pero tenemos el problema de que los protectores resultan caros y de un verano a otro nos sobra una buena parte del último bote que compramos. ¿Hay que tirarlo y comprar otro?
El proceder mayoritario no es ese, sino más bien aprovechar el bote antiguo hasta que se gaste, confiados en que la crema sigue teniendo la misma validez doce meses después. ¿Es así, la crema no caduca? Juana, una socia de eldiario.es, oyó hace unos días en la radio a una dermatóloga asegurar que es peligroso usar la crema del verano anterior y quiere saber si es cierto.
Para responderle adecuadamente, lo mejor es entender qué es un protector solar.
¿En qué se diferencia un protector solar de otras cremas?
Un protector solar se parece al resto de cremas cosméticas para la piel en que es una emulsión de diferentes compuestos de tipo graso y humectante, que puede contener también agua para mantener su estructura cremosa y a la vez ligera y fresca.
Pero a diferencia de otras cremas, la protectora aporta unos filtros solares, es decir sustancias que reflejan o atenúan los rayos solares y sus efectos sobre la piel.
Los filtros pueden ser físicos o químicos. Los físicos suelen ser partículas y compuestos con metales que reflejen físicamente el rayo de sol actuando como un espejo, como es el caso del dióxido de titanio, cada vez menos frecuente, aunque los más usados hoy son óxidos de zinc.
En este caso, se trata de polvo triturado hasta la miniatura y envuelto en una emulsión cremosa donde se distribuye uniformemente. Este tipo de filtros protegen completamente, no dejando que la acción del sol llegue a la piel, por lo que son muy eficaces, y nos dejan ponernos morenos con seguridad.
Se usan en los factores de protección más altos y para partes sensibles de la cara como la nariz o las orejas.
Los filtros químicos, en cambio, se basan en compuestos orgánicos que reaccionan con los rayos solares atenuando la energía que llevan, para que lleguen a la piel con longitudes de onda menos agresivas. Suelen ser ciclos aromáticos (de la familia del benzeno) que presentan la ventaja de que nos permiten estar protegidos pero a la vez ponernos morenos.
Además, no interfieren en la estructura de la crema, en la que están distribuidos también uniformemente. Como contrapartida, no pueden estar en cantidades masivas, pues pueden presentar problemas de alergias sobre la piel, por lo que su acción se ve limitada.
Además, al ser compuestos orgánicos, son más sensibles al paso del tiempo, sobre todo en condiciones de luminosidad. Se usan en cremas de factores de protección medios y de aplicación general por el cuerpo.
¿Caducan los protectores o no?
Explicado esto, ya tenemos los rudimentos para entender cómo una crema podría degenerar de un año para el otro. Para empezar, podría suceder que la emulsión se cortara, como les sucede a las mayonesas.
Por ejemplo que al ponernos el protector tenga consistencia acuosa en lugar de cremosa, con lo que habría perdido sus propiedades humectantes. Si además presenta malos olores, no debemos dudar en que el protector ha caducado y lo tiraremos para comprar uno nuevo.
Pero lo más común es que la crema mantenga su estructura emulsionada de siempre y no tenga mal color ni olor. ¿Significa eso que es válida? Aquí empieza el debate. Por lo pronto, si contaba con filtros físicos es más posible que se mantenga válida de un año para el otro, pues los óxidos metálicos son muy estables.
Si además contaba con una baja proporción acuosa, también reducimos el riesgo de contaminaciones bacterianas o fúngicas. Por el contrario, si se trata de un protector en base a filtros químicos, su validez anual puede variar en función de diversos factores, sobre todo el trato que le hemos dispensado en el periodo estival, pero también en los meses en que no lo usamos.
Por ejemplo, es importante que el bote de crema esté siempre escondido del sol y a resguardo de temperaturas extremas. Se cita la guantera del coche como el lugar donde más puede sufrir un bote de protector, pero no estará mejor tirado en la arena a pleno sol. Es mejor dentro del capazo o tapado con una prenda.
Por otro lado, a las cremas no les va bien la humedad, ya que puede hacerlas proclives a contaminaciones bacterianas y de hongos, sobre todo si presentan una proporción acuosa significativa y si no están bien tapadas.
Así que aplicar correctamente el tapón y limpiar la obertura después de usarlas en verano es fundamental para su conservación. Y en los meses en que no usemos estas cremas, deberán guardarse en un lugar oscuro y fresco pero estable -lo ideal serían 22ºC, ya que las bajas temperaturas extremas tampoco les favorecen.
Si seguimos estas normas, según las pruebas realizadas por la OCU, las cremas aguantarán perfectamente de un año para el otro, diga lo que diga el fabricante. Y no pierden ni su textura ni su eficacia filtradora.
Este último es el principal argumento de los fabricantes para aconsejar cambiar cada verano de crema protectora solar, especialmente en el caso de que use filtros químicos. Así que la respuesta a si caducan o no los protectores solares de un año a otro debería ser: depende de a quién escuchemos.