¿Se puede respetar el medio ambiente y a la vez tener un cabello sano?
Alfonso, lector y socio de eldiario.es nos escribe el siguiente texto: “tengo un cabello rizado que tiende a secarse en las puntas y a enmarañarse como él sólo hasta el punto de que se me forman mal llamadas ”rastas“ si paso unos días sin acceso a una ducha en condiciones (ya sea en la montaña o en un festival). Cuento esto porque, por diversos motivos, necesito mantener mi pelo de forma más o menos manejable. Para ello necesito el uso de champús específicos que facilitan sumamente esta tarea.
Por otra parte, tengo entendido y así he corroborado a través de su etiquetado, que este tipo de champús contienen una alta cantidad de esferas de microplástico y/o usan aceite de palma, ambos productos altamente nocivos para nuestro medio ambiente. Mi pregunta es ¿Cómo puede ser una persona consecuente con el medio y a la vez mantener un cabello “sano”?“
La respuesta a la pregunta de Alfonso es más compleja de lo que a priori podría parecer, por lo pronto porque es cierto que los champús, sobre todo los acondicionadores y suavizantes, así como los cosméticos en general, han sido un pozo de sustancias químicas nocivas para el medio ambiente e incluso, tal como se ha ido descubriendo, para nuestra salud de un modo directo.
No obstante la formulación de estos productos ha ido cambiando a medida que el público se ha vuelto más crítico e informado, han surgido con los cambios nuevos dilemas, tal como relata Alfonso en su texto. A continuación relatamos los principales componentes de los champús que despiertan más recelos y polémica.
Siliconas y parabenos
Las siliconas y los parabenos, ambos productos derivados del petróleo, siguen presentes en los champús por su capacidad humectante y conservadora de la hidratación del cabello, a la vez que lo engrasan y suavizan, haciéndolo más manejable. Serían los elementos que haría que los rizos dejaran de enredarse y pudieran peinarse bien, por ejemplo.
No obstante tienen dos importantes inconvenientes. El primero es que como derivados del petróleo, son muy poco o nada biodegradables, por lo que terminan contaminando acuíferos, ríos y mares. En el caso de las siliconas no solubles en agua, acaban formando capas hidrófobas que se pueden pegar a la piel de los animales impidiendo la transpiración.
El segundo inconveniente se viene a sumar al primero, ya que en concreto los parabenos actúan como disruptores endocrinos, es decir que pueden intervenir en la regulación hormonal de los animales al tener una estructura muy parecida a la de algunas hormonas. Por lo tanto, aunque los parabenos se usen en cantidades bajas e inocuas en nuestros champús, su baja biodegradabilidad provoca que se acumulen en el medio y puedan alterar la fisiología de la fauna. Estos dos motivos hacen de siliconas y parabenos dos compuestos muy poco ecológicos.
Sulfatos
El lauril éter sulfato sódico es una sal orgánica en forma de pasta amarillenta que se añade a los champús por su alta capacidad detergente y a la vez espumante. También lo podemos encontrar en la pasta de dientes y se caracteriza por su efecto superficial sobre los lípidos tanto de la placa dental como del cuero cabelludo. Al formar espumas, permite tener una acción más amplia en superficie con menor cantidad.
Ahora bien, en los últimos tiempos este componente clásico en cosméticos de higiene corporal está siendo muy cuestionado por sus efectos secundarios, ya que al eliminar la capa de lípidos deja sin protección a la dermis y expuesta así a la deshidratación, los agentes alérgenos, etc. Respecto al medio ambiente, su principal problema es que, aunque biodegradable, es bastante resistente.
De este modo, si va a parar a acuíferos sin pasar por potabilizadoras puede provocar daños en ecosistemas acuáticos. También habría que tener en cuenta la acumulación de sulfatos que puedan ir a parar al subsuelo y de ahí salinizar suelos cultivables, haciéndolos inadecuados para la proliferación vegetal.
Microesferas de plástico
Las microesferas de plástico son otro clásico de la cosmética y la higiene corporal, ya sea como exfoliantes de la piel o para mejorar la penetración de un determinado producto en superficies porosas, como en este caso las fibras de cabello. El problema respecto a este producto, inocuo para nuestra salud, es sobre todo ambiental.
Como explica Alfonso, se usan en champús acondicionadores para que la grasa penetre mejor en el cabello y permita el engrasado y humectación que le dará suavidad y consistencia. Pero al cabo de varias duchas, estos microplásticos se desprenden y viajan por el sumidero hacia el medio acuático, donde se acumula junto otros cientos de millones de microfibras plásticas.
Tal es el problema en el mar del norte, por ejemplo, que a partir del 1 de julio de este año Suecia prohibirá los productos que incluyan microplásticos. En el etiquetado de los champús se los puede identificar por las siguientes denominaciones:
- Polietileno, que aparece también como Polyethylene (PE)
- Polipropileno, que suele aparecer como Polypropylene (PP)
- Polietileno glycol, que suele aparecer como PEG- seguida de un número, por ejemplo PEG-32
- Polimetacrilato de metilo (PMMA)
- Tereftalato de polietileno (PET)
Aceite de palma
Cuando comenzaron las protestas por el uso de siliconas y parabenos en los champús, aparecieron productos con la etiqueta de “ecológicos” que utilizaban en su lugar grasas naturales, entre ellas el aceite de palma o el de coco. En realidad estos aceites se vienen usando desde hace años como estabilizantes y espesantes de los geles y champús. En aceite de palma en estos casos no es dañino para la salud, aunque obviamente si lo es para el medio ambiente, tal como han denunciado organizaciones ecologistas.
Así que la respuesta para Alfonso sería que a no ser que se aplique un champú a base de un jabón casero y después añada el uso adicional de aceites naturales o yema de huevo, es difícil ser consecuente desde el punto de vista ecológico en esta materia. No obstante, existen algunas marcas de champús que se acercan bastante al ideal, al prescindir de los elementos arriba relatados.