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Tras las infecciones respiratorias, las urinarias son las más comunes. Según datos de la Sociedad Española de Nefrología (SEN), el 50% de las mujeres tendrá una infección en el tracto urinario a lo largo de su vida. La cistitis es una de ellas y consiste en la inflamación provocada por una infección de bacterias que acceden a la uretra hasta la vejiga.
Se trata de una de las infecciones urinarias más comunes en las mujeres causada, en un 70-80% de los casos, por la bacteria Escherichia coli, que vive de forma natural en el intestino y que, debido a su proximidad con el ano y la uretra, puede contaminar la orina y causar infección. Aunque afecta a hombres y mujeres, ellas tienen cuatro veces más probabilidades de padecer una.
A las primeras señales de cistitis, la persona que la padece se encuentra anclada al inodoro mientras solo salen unas pequeñas gotas de orina, a pesar de haber ingerido cantidad de líquido. Y ocurre justamente en verano, cuando más ganas tenemos de estar al aire libre y disfrutar de los chapuzones.
Por qué la cistitis es común en verano
En condiciones normales, el flujo vaginal y las propiedades antibacterianas de la orina eliminan los microorganismos. En palabras del doctor Luis Resel, coordinador nacional del Grupo de Urología Funcional, Femenina y Urodinámica de la Asociación Española de Urología (AEU), “hay dos épocas de riesgo aumentado para las infecciones del tracto urinario inferior en mujeres: verano e invierno”.
En verano, las causas se asocian a un “aumento de humedad en el área urogenital producida por el calor y el sudor”, admite Resel. En estas circunstancias, “se puede alterar la flora saprófita normal, que es la población bacteriana que forma parte de nuestro organismo y que nos defiende de las bacterias patógenas, y se puede producir proliferación de bacterias patógenas que pasan desde el perineo a la uretra y a la vejiga”, continúa el experto.
Esto explicaría por qué el verano se convierte en un buen caldo de cultivo para la proliferación de bacterias en el tracto urinario. De hecho, se trata de una de las patologías más comunes de la época estival porque es cuando se combinan el siguiente trío: altas temperaturas, humedad y deshidratación. A lo que tenemos que sumar otros posibles factores, como “el aumento de las relaciones sexuales y la disminución de la diuresis por la sudoración por el calor”, dice Resel.
Los síntomas más comunes de la cistitis
Si tenemos que destacar un síntoma cuando hablamos de cistitis es el picor y escozor al orinar o la dificultad para hacerlo. También suele producirse, según Resel, lo que se denomina polaquiuria, es decir, “aumento de la frecuencia miccional diurna y nocturna, en ocasiones acompañada de urgencia o incontinencia”, así como la aparición de orina turbia con olor y color intensos y, “aunque son menos frecuentes, también puede aparecer sangre en orina y dolor en el hipogastrio, la zona donde se ubica la vejiga”, afirma el doctor.
Aunque no suele ser lo más común, “si aparece fiebre y dolor intenso en la zona lumbar alta, hay que sospechar que sea una pielonefritis y se recomienda acudir a urgencias”, advierte Resel.
Cómo prevenir la cistitis
Aunque la cistitis es más común en verano y en tiempos de baño en mar y piscina, existen algunas formas de prevenirla. “La defensa más importante es la ingesta abundante de líquidos, unos dos litros de agua [al día]”, apunta Resel.
También nos ayudarán ciertas recomendaciones:
- Mantener una higiene íntima correcta una vez al día: usar jabón de pH neutro, limpiando la zona de delante hacia atrás y secar bien en la misma dirección. “No hay que abusar de un exceso de higiene, ya que podría alterar el la flora saprófita”, indica el urólogo.
- Cambiarse el bañador tras el baño: la humedad que deja el bañador mojado favorece el crecimiento de microorganismos, sobre todo si permanecemos sentados con el traje húmedo, que favorece un ambiente cálido apropiado para el crecimiento de E.coli.
- Extremar la higiene al tener relaciones sexuales: el coito, sobre todo si es repetido, puede provocar una inflamación de la mucosa que hace que la uretra sea más vulnerable a las infecciones. Es fundamental mantener una buena higiene para evitar el paso de gérmenes. También debe tenerse en cuenta que algunas formas de control del embarazo, como espermicidas y diafragmas, aumenta el riesgo de infecciones urinarias en mujeres.
- No aguantar las ganas de orinar: retener la orina en la vejiga también ayuda a la formación de bacterias. Por tanto, a la menor sensación de tener ganas de orinar, vaciaremos la vejiga lo antes posible. Las micciones frecuentes (cada dos o tres horas) tienen efecto arrastre de bacterias hacia el exterior. También es recomendable hacerlo antes y después de mantener relaciones sexuales.
- Consumir extracto de arándanos rojos a diario: “En infecciones de repetición recomendamos la toma de arándanos concentrados una vez por la noche, un mínimo de 150 gramos, D-manosa y probióticos”. Algunos estudios sostienen que el arándano rojo ayudaría a reducir el riesgo de cistitis, como esta investigación publicada en la revista Critical Review in Food Science and Nutrition según la cual el arándano rojo evita que la bacteria E.coli se fije en las paredes de las vías urinarias y, por tanto, ayuda a prevenir las infecciones.
“En el caso de que estas medidas higiénico-dietéticas no sean eficaces también disponemos de autovacunas”, añade el urólogo Luis Resel.