Batch cooking y real fooding: cómo usar Instagram para comer más sano

FOTO: DIANA RODELO.

Jordi Sabaté

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Ser foodie es una tendencia que tiene su reflejo en redes sociales como Pinterest o Instagram, galerías de imágenes atractivas, en este caso de comida que entra por los ojos. Ser foodie significa ser amante de la comida; algo más que gourmet, que puede ser alguien exquisito y culto en las artes culinarias. El foodie, en cambio, es pasional y extiende su pasión por la comida a los cinco sentidos llevándola, más allá del paladar y el olfato, a la vista y el goce estético.

Por lo tanto, no es de extrañar que Instagram –y Pinterest, no tan popular en España– esté plagada de imágenes de ricos platos elaborados por los usuarios, así como de vídeos sobre el proceso de elaboración; sin duda es la red de los foodies. Ahora bien, más allá de su función de entretenimiento, y tal vez de una forma involuntaria, Instagram también se ha convertido en el motor de las más variadas tendencias, algunas muy curiosas.

Precisamente, en el campo culinario y gastronómico, esta red de fotos ha generado dos tendencias que estos días resultan sumamente populares y hasta dan lugar a libroshasta dan lugar a libros. Se trata del batch cooking y el real fooding. Ambas destacan por su apuesta por una alimentación nutritiva y saludable y pueden tener efectos muy positivos en la actualidad, cuando la obesidad, el sobrepeso y la diabetes de tipo 2 se extienden como una pandemia.

Sin duda es interesante que desde este mundo algo plano y escurridizo que encarnan los medios de comunicación actuales y las redes sociales –y que los filósofos Giovani Sartori, Giles Lipovetsky y Zygmunt Bauman tildaron de “territorio del hommo videns”, “era del vacío” y “sociedad líquida”– nos lleguen iniciativas en su mismo lenguaje -plano, de naturaleza muerta- que alcancen a tener un efecto positivo sobre nuestros hábitos y costumbres.

Batch coking: 2 horas semanales para llenar los táperes

El batch cooking (cocinar masivamente) , que se ha difundido al ser adoptado por influencers de Instagram, que suben los platos que cocinan y sus menús semanales, es una estrategia nutricional que busca alejarnos de la comida basura y los ultrapocesados. Para ello incide en tres puntos débiles de la sociedad moderna:

  • la falta de tiempo para cocinar
  • la tentación de la comida basura
  • la poca cultura nutricional

En base a ellos diseña una estrategia consistente en tener toda la comida preparada por nosotros mismos y lista para llevar encima y ser comida cuando necesitemos.

Así, el batch cooking, o cocinar todo de una sola vez, se centra en dedicar de dos a tres horas semanales a los fogones y hacer así los menús para la semana, que se guardarán en tápers que podemos llevar a la oficina, congelar, guardar en la nevera hasta el momento de su consumo, etc. El truco está en disponer de esas dos horas, un montón de tápers, saber comprar alimentos frescos y conocer cómo combinar los alimentos en un mismo plato para que haya todos los nutrientes necesarios.

De este modo siempre tendremos un táper de comida sana a mano, en el bolso o en el frigorífico, al que se le pueda dar un calentón en el microondas. En el caso de carnes, podemos optar por asarlas al momento si el proceso no es demasiado costoso. En cuanto a los menús más prácticos para el batch cooking, Instagram va lleno de propuestas, pero también se lanzan guías prácticas y en internet se pueden encontrar centenares de alternativas interesantes.

Real fooding, amarás la materia prima como a ti mismo

Interconectada con el batch cooking está esta otra tendencia. El real fooding persigue también el objetivo de una nutrición sana, pero no se dedica a planificar los menús de toda la semana, al menos no de forma tan estricta, y sí se centra en desenmascarar los productos ultraprocesados y ensalzar los platos realizados a base de materias frescas, con preferencia por dejar las carnes rojas y derivados lácteos más de lado pero sin rechazarlos totalmente.

En este caso buscamos aprender a distinguir las materias primas de los alimentos que sufren procesos industriales, y nos centramos en comer solo materia prima. Así, rechazamos embutidos, bollería, harinas refinadas, carnes curadas y ahumadas y por supuesto helados, platos preparados, etc.

El real fooding nos enseña a cocinar materias –algo más que encender el microondas– y descubrir cómo combinarlas en un mismo plato para tener un buen equilibrio nutricional. En el caso del yogurt, por ejemplo, apuesta por hacernos el propio, y en los quesos incide en los menos curados y más frescos, así como por elaborarnos nuestras propias conservas e, incluso, a ser posible, nuestro propio pan, abundando así en el concepto de soberanía nutricional.

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