Lo sabemos: ser un humano perruno perfecto resulta un trabajo duro. La tarea se complica si, supongamos, tu perro empieza a hacer pis dentro de casa. Lo limpias a conciencia. Pero vuelve a suceder; y al cabo de unos días ocurre otra vez. Y si quieres poner a prueba tus nervios, adopta un cachorro: es más que probable que el pequeño utilice la alfombra del salón liberar sus riñones por mucho que te esfuerces en salir al parque con él cada media hora.
En estas situaciones, algunas personas enfurecen y gritan a su amigo perruno. Otras incluso intentan usar el castigo físico, y azotar a su compañero peludo. Y todos hemos escuchado aquello de que hay que restregar el hocico del perro en el pis. Pues bien: no lo hagas. La última ciencia del comportamiento animal nos ha enseñado que los perros no luchan por dominar en casa.
Y sin embargo, sí que aprenden para ganarse la amistad y cercanía de sus humanos. Resulta muy agradable escucharlo: uno se siente de pronto feliz de tener un compañero perruno cerca y de poder mimarlo, y también liberado de tener que imponer nada por la fuerza. Por lo tanto, el camino no está en el castigo por las malas acciones.
Gritar al perro solo empeora las cosas
Más allá de respirar tranquilos haciendo las cosas de un modo distinto, y amable, resulta que castigar a un perro solo lo empeora el problema. Si miramos la situación desde el punto de vista del nuestro compañero peludo: ¿qué aprende Lucas si hace pis y de pronto su humano preferido comienza a gritar?
Las posibilidades de que Lucas entienda por qué estamos gritando son escasas, especialmente si ha pasado cierto tiempo entre el accidente y el momento en el que tú lo descubres. Por desgracia, lo más seguro es que nuestro compañero de cuatro patas aprenda como mucho que no debe orinar delante de nosotros, por lo que se esconderá para hacerlo. Y, aún peor: empezará a tenernos miedo.
Esto significa que, además de no resolver el problema, castigar al perro suele empeorar las cosas porque ahora tu amigo también tendrá miedo de orinar delante de ti fuera de casa. E incluso puede darse el caso de que directamente evite hacer sus necesidades durante el paseo y, en lugar de ello, espere hasta llegar a casa y que tú no estés. Por todo ello, castigar al perro por hacer pis en casa resulta básicamente lo opuesto a enseñar a tu amigo dónde sí debe aliviar su vejiga.
No, tu perro no quiere fastidiarte
Aunque creemos conocer muy bien a nuestro perro, hay evidencias de que, sin embargo, no siempre interpretamos las emociones de los animales tan bien como creemos; un proceso que se llama humanizar y que, en este caso, se traduce en la tendencia de atribuir a los perros emociones o motivos que no necesariamente existen.
Así, cuando nuestro amigo perruno hace pis en la alfombra del salón recién comprada o en nuestras zapatillas preferidas no está siendo rencoroso, terco ni está enfadado. Si pensamos como un perro, seguramente las zapatillas huelan de un modo curioso o, sencillamente, estaban demasiado cerca de la puerta y él estaba deseando salir de casa para liberarse.
Peor aún: si tu perro empieza a hacerse pis en casa de repente, y no solía hacerlo, llama a tu veterinario: existen bastantes problemas de salud que pueden explicar este comportamiento, desde una diabetes, hasta un fallo renal o una enfermedad de la próstata. Además, si este resulta el caso, hacer pis puede convertirse en un trámite muy doloroso.
No te extrañe que tu compañero de cuatro patas relacione los lugares que usa habitualmente para liberarse con el dolor, y que busque otros sitios para hacer pis. Y no, dejar a tu perro sin agua no sirve. Nuestros peludos amigos, como nosotros, necesitan disponer siempre de agua fresca cerca: lo contrario puede desencadenar un problema de salud aún más grave.
El secreto de educar a un perro a hacer pis fuera
Nadie nace aprendido: tampoco los cachorros. Y aunque vivimos en una cultura en la que parece más fácil subrayar los errores que felicitar los aciertos, no se trata de señalar lo que el perro hace mal: en este caso, lo más efectivo, es directamente ignorarlo. En su lugar, intentemos capturar lo que nuestro compañero está haciendo bien, y premiarlo como merece.
En definitiva: el truco para enseñar a tu perro a hacer sus necesidades fuera resulta muy simple: sal fuera con frecuencia y prémiale inmediatamente después de que haga pis o libere su intestino. Aunque sencillo, requiere paciencia: hay que mantener los premios durante tres semanas seguidas sin accidentes domésticos. Y necesitamos salir con el perro con mucha frecuencia.
Para los cachorros más jóvenes puede suponer salir cada media hora durante los primeros días; así que asegúrate de tener tu abrigo, las botas y la correa de tu amigo siempre a mano. ¿Qué premios utilizamos? A día hoy, la comida, los juguetes o cualquier otra cosa que tu amigo perruno adore resulta la mejor herramienta para reforzar el buen comportamiento. Y, aún más importante: esos premios tan ricos lograrán que tu amigo de pronto te preste mucha atención. Y harán que aprender a tu lado se convierta en una bonita, y sabrosa, aventura perruna.
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