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Cómo saber si tu gato tiene cáncer (y por qué debes correr al veterinario)

Rapidez y observación. Son los dos ingredientes básicos para detectar un tumor en tu gato y que todo salga bien. Por mucho que a tu gatete le cueste decirte que se encuentra mal, puede sufrir una enfermedad tan dolorosa y seria como el cáncer. De hecho, los tumores son bastante frecuentes en gatos, advierten los expertos.

Pero no es fácil detectarlos: “Los gatos, hasta que no están muy malos, no te lo dicen: por su instinto de supervivencia, ocultan bastante bien las enfermedades”, advierte Ricardo Ruano, presidente del grupo de oncología veterinaria de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (Avepa). Aun así, actuar pronto resulta vital para tu minino. Una vez que el tumor aparece, detectarlo a tiempo y acudir cuanto antes al veterinario puede ser la diferencia entre curar a tu amigo o no.

Leucemias o linfomas: el tumor más frecuente en gatos

Según Ruano, linfomas y leucemias, tumores que afectan al sistema inmunológico y a la sangre, son los tipos de cáncer más frecuentes en gatos. Sobre todo, los digestivos. “El tumor más frecuente en gatos es el linfoma alimentario, que afecta al tubo digestivo y que puede llegar a causar signos de desnutrición relativamente severos”, explica el veterinario. Aun así, “diagnosticar el cáncer en los gatos suele costar más tiempo que en los perros, y sus síntomas además pueden ser más inespecíficos”, advierte el veterinario Javier Frías.

Esto no significa que sean menos frecuentes o que no existan. Por eso es tan importante vigilar el comportamiento de tu mininocomportamiento de tu minino, un experto en el camuflaje del dolor: el hecho de proceder de un cazador solitario, el Felis silvestris lybica, acostumbrado a depender de sí mismo para su supervivencia, ha dejado huella en los genes de tu amigo. Normal que no tienda a expresar debilidad: en la naturaleza, podría costarle la vida.

Cualquier cambio de comportamiento resulta importante, por sutil que te parezca. “Además, los síntomas pueden ser más generales, y se asemejan bastante a los que mostrarían con cualquier otra enfermedad: apatía, pérdida de peso y de condiciones generales”, añade Frías. Nos debe alertar cualquier cambio de comportamiento en el felino: que no quiera jugar o que vomite con frecuencia.

“Por ejemplo, los estornudos incontrolables en gatos mayores son frecuentes cuando existe un tumor nasal; del mismo modo que un gato mayor con un tumor alimentario empieza a tener problemas digestivos que no eran habituales, o dejará de comer con normalidad”, explica Ruano. El hecho de que el gato coma más de la cuenta también puede constituir una señal de alarma.

“Muchas veces el gato puede estar tan pancho comiendo, pero no deja de perder peso de forma progresiva”. Ojo: la edad de tu gato es un factor añadido, y aumenta el riesgo de que tu minino pueda sufrir un tumor. “A diferencia de lo que ocurre con el cáncer en perros, en los gatos los tumores suelen estar más asociados a la edad”, añade el experto. Esto es así, salvo en los gatos con leucemia; ya que este tipo de cáncer linfático suele desarrollarse en épocas juveniles.

Cáncer de piel en gatos

Mientras que los tumores de piel son el tipo de cáncer más frecuente en los perros, estos resultan algo menos comunes en gatos, y constituyen el segundo o tercer motivo de las consultas oncológicas felinas. Aun así, los los gatos también sufren cáncer de piel, aunque cueste detectarlo. Si tu compi es hipersensible a las caricias (una característica común en muchos felinos) o en casa no sabéis cómo acariciar al gatete para que le guste, la cosa se complica. “Lo que sucede es que a estos gatos apenas se les toca, y el tumor de piel, si lo hubiera, se detecta más tarde”, añade Ruano. Esto es contraproducente: cuanto antes detectemos el bultito, mejor.

También los lipomas, bultitos blandos de grasa, normalmente benignos, que aparecen bajo la piel son más raros en gatos, mientras que en los perros resultan más frecuentes. “Mientras que en los perros hay muchos tipos de tumores benignos de piel, si encuentras un bultito en la piel de tu gato que no debiera estar ahí es más probable que sea malo”, anota Ruano.

El consejo en ambos casos es el mismo: acudir cuanto antes al veterinario y no esperar a que el bulto crezca, ya que hacerlo puede poner en peligro la vida de tu camarada peludo. “La inmensa mayoría de los tumores felinos se operan o pueden tratarse; pero para que todo vaya bien, es importante actuar con rapidez”, dice Ruano. Cualquier bulto que notes al acariciar o cepillar al gato es motivo para acudir al veterinario.

Gatos con hipertiroidismo

En gatos mayores también resulta frecuente el tumor de tiroides (una glándula localizada en el cuello) o hipertiroidismo, “un tumor que, aunque benigno, produce hormonas que desbaratan su metabolismo”, afirma Ruano. Esta afección provoca un desajuste endocrino que transforma en hiperactivas las células que han proliferado en la glándula tiroideas, e inundan de hormonas el cuerpo de tu amigo. Esta producción excesiva de hormona tiroidea puede provocarle problemas graves de salud.

Si tu gato sufre este problema, lo normal es que pierda peso por mucho que coma con relativa normalidad. Esto se explica en parte porque el tumor de tiroides hace que su metabolismo trabaje a un ritmo muy superior al normal, lo que implica un gran consumo energético. “Es el caso típico de un gato de 17 años hiperactivo, que come como una bestia pero pierde peso; o no lo gana al ritmo que se esperaría con esa ingesta”, explica el oncólogo veterinario. Según un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona, casi la mitad de los gatos con un tumor de tiroides además pierden pelo, vomitan o se muestran excesivamente nerviosos.

Sarcomas felinos

Otro tipo de tumor frecuente en gatos son los sarcomas, asociado a los puntos de inoculación; es decir, pueden aparecer cuando el veterinario tiene que poner una vacuna u otra inyección a tu gatete. De hecho, uno de cada 10.000 pinchazos puede desarrollar un tumor. “A los gatos, a veces, las inyecciones les producen reacciones en la piel tan fuertes que acaban por generar una neoplasia o una masa anormal de tejido ”, indica Ruano. Aunque este riesgo existe para todos, y también nos puede ocurrir a nosotros, en los gatos la aparición de sarcomas es un poco más frecuente.

¿Y qué hago cuando detecto un posible tumor?

Ir al veterinario. En cuanto notes un comportamiento extraño en tu gato, o cualquier síntoma de pérdida de salud incipiente, hay que llamar a tu médico gatuno de referencia. “Esperar a que el bultito crezca o a ver si la condición física del gato mejora por sí misma es el verdadero cáncer de la medicina felina”, insiste Ruano.

De hecho, la mayoría de las veces una cirugía es suficiente para resolver el problema, “pero cuanto más pequeña sea la lesión, más fácil será curarla”, incide. Otros tumores, como los de tipo leucemia o linfáticos, se tratan con quimioterapia. Y otros son benignos y puede que no sea necesario operar. “Aun así, hay que acudir al veterinario para saber qué es lo que tenemos; y no despistarnos”, concluye Ruano. Tu amigo gatuno te lo agradecerá a ronroneo limpio.

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