¿Cómo se eligen los nombres de los coches?
El proceso de dar nombre a los coches es fascinante. A menudo una mezcla de marketing, identidad de marca y maestría en el dominio del lenguaje. Hace muchos años que los fabricantes se dieron cuenta de que no estaban vendiendo un medio de transporte personal, sino que estaban participando en la vida de las personas, que el nombre de sus coches estaría asociado a millones de historias de amor, viajes inolvidables y también a rupturas.
Los nombres de los automóviles muchas veces están muy influenciados por el mercado en el que se venden (o se van a vender). Algunos nombres son muy específicos de un país, otros más universales, y otros son simplemente inventados.
Cómo se nombra un coche
En primer lugar, las empresas automovilísticas trabajan con los responsables de marketing para encontrar palabras que reflejen el carácter o la percepción del carácter del coche que van a vender.
Algunos tienen nombres que implican potencia, dinamismo o incluso agresividad, como el Ford Thunderbird o el Lamborghini Diablo. Estos nombres no tendrían sentido para un monovolumen familiar como el Citroën Picasso, el Kia Carnival o el Renault Space.
La nueva fiebre de los SUV, coches más grandes y presuntamente todoterreno, encuentra un camino intermedio, y los coches reciben nombres como el Hyundai Tucson o el Nissan Qashqai.
Otros fabricantes, especialmente aquellos en los que la marca es más prestigiosa y su público no necesita presentación, no se complican tanto la vida y bautizan sus coches con letras y números, como el BMW X5, el Volvo XC40 o el Mercedes GLA.
En el proceso de encontrar un nombre para un nuevo coche por lo general los departamentos de marketing generan listas de cientos de opciones, que se van descartando hasta quedarse con una lista reducida de los mejores candidatos. Sin embargo, una vez elegidos, muchos nombres no se pueden utilizar por diferentes motivos.
Por ejemplo,el elegido no puede ser una marca registrada por otro fabricante o, aunque se trate de un producto diferente, puede no ser conveniente crear confusión. Un hipotético Seat iPod se encontraría seguramente con una demanda de Apple y un imaginario Ford Kenobi provocaría una llamada de Disney, propietaria de los derechos de Star Wars. Sin embargo, las empresas automovilísticas pueden comprar la marca a otras empresas, como hizo Volkswagen con el nombre Bora que pertenecía a Maserati.
Lo más seguro es recurrir a nombres que no pueden disputarse, como localizaciones geográficas o fenómenos naturales. Muchos modelos de Volkswagen tienen nombres de vientos, como Jetta (por la corriente en chorro, jet stream), el mencionado Bora o Scirocco, mientras que Passat es el nombre en alemán de los vientos alisios, Polo se refiere a los vientos polares y, sorpresa, Golf es por la corriente del golfo, no por el deporte elitista.
Hay también importantes consideraciones lingüísticas, sobre todo si el coche se vende en mercados con idiomas distintos. Existe una leyenda urbana sobre el Chevrolet Nova de los 70 que supuestamente no se podía vender en Latinoamérica (“no va”), aunque en realidad tuvo un éxito moderado en muchos países de habla española.
El Nissan Moco, un modelo compacto muy popular en Japón, nunca se comercializó en España. El Toyota MR2, un deportivo, se vendió con este nombre excepto en Francia, donde las siglas se pueden leer como “merde” (mierda).
Otras veces, los nombres chocan con el leguaje de la calle. El Honda Jazz tuvo este problema en Suecia, donde inicialmente se iba a vender como Fitta, que son los genitales femeninos en argot sueco. Para colmo de males, el eslogan era “pequeño por fuera, grande por dentro”.
El todoterreno que Mitsubishi vendió como Montero en España y otros países de habla hispana, se llama “Pajero” en el resto del mundo, mientras que el Volkswagen Jetta se vende como Bora en Islandia, donde esta palabra significa “ano”.
Historias de coches famosos
Hay coches que forman parte de la historia de muchas familias y países, y sus nombres se identifican rápidamente. Estos son algunos de los más emblemáticos:
Ford Fiesta
Hay un nombre del coche que este mes de junio de 2023 dejará de fabricarse. Tras la crisis del petróleo de principios de los años 70, aumentó la demanda europea de coches pequeños. Ford necesitaba un automóvil para competir con el Fiat 127 y el Renault 5. Luego de unos años de diseños, apareció un prototipo conocido como “Bobcat” (lince en inglés), que sería la base del Ford Fiesta. Entre los propuestos para el proyecto Bobcat estaban Amigo, Bambi, Bebe, Bolero, Bravo, Cherie, Chico, Fiesta, Metro, Pony, Sierra y Tempo.
A pesar de que “Bravo” fue el que mayor número de votos obtuvo, Henry Ford II los desestimó y optó por “Fiesta”, aunque algunos de los nombres de la lista se emplearon en otros automóviles de Ford. “Fiesta” pertenecía en aquel entonces a General Motors, que lo cedió de forma gratuita a Ford.
Volkswagen Escarabajo
El nombre Beetle o “Escarabajo” no lo puso Volkswagen sino la gente, que empezó a llamarlo así por la forma de caparazón del coche. El primer modelo de 1938 se llamó KdF-Wagen (de Kraft durch Freude Wagen, en alemán, o “Fuerza a través de la alegría”).
Después de la guerra, se comercializó como Volkswagen Tipo 1 y no adoptó oficialmente el nombre de Escarabajo hasta 1968, cuando el apodo se hizo mundialmente conocido. El New Beetle es un coche totalmente nuevo que se lanzó en 1998, pero que homenajeaba al modelo original.
Chevrolet Camaro
Cuando Chevrolet se preparaba para lanzar un modelo para hacerle la competencia al famoso Ford Mustang en Estados Unidos a mediados de los 60, querían un nombre que empezara por “c” para mantener la coherencia de la marca.
Se decidieron por Camaro. El portavoz del fabricante dijo en rueda de prensa que un Camaro era un animal pequeño y feroz que se comía a los Mustang. En realidad, Chevrolet se inventó la palabra, que era un derivado de “camarada” en francés, pero la historia permanece.
Nissan Fairlady Z
Este coche deportivo de los 70 se comercializó como S30 y después 280Z, pero se conoce en Japón como Fairlady. El presidente de Nissan, Katsuji Kawamata, bautizó a la serie de coches “Z” de Nissan con el nombre del musical de Broadway My Fair Lady. Katsuji creía que el coche personificaba la gracia y la belleza, al igual que el personaje principal de la obra.
Ferrari Testarossa
Este icónico deportivo de Ferrari de los años 80 debe su nombre a la palabra italiana para “pelirrojo”. Pero no era un homenaje a las personas pelirrojas, sino un guiño a las culatas que en el coche estaban pintadas de rojo. El Testa Rossa original (deletreado como dos palabras) era un modelo de carreras de los años 50/60, también llamado así por sus tapas de válvulas rojas.
Estos nombres y estas historias dan una idea del complejo proceso y las consideraciones que hay que tener en cuenta a la hora de bautizar un coche, algo que a menudo es tanto una obra de arte como el propio diseño del vehículo.
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