Las hay con infinidad de diseños, colores, grosores y texturas. Redondas, cuadradas o rectangulares. Grandes, medianas y pequeñas. Las alfombras son un elemento indispensable en los hogares cuando empiezan a bajar las temperaturas. Además de decorativas -algunas artesanales son auténticas joyas tejidas a mano-, son una muy buena opción para dar calidez a nuestras habitaciones y tener una superficie calentita sobre la que andar sin zapatillas en algunas zonas de la casa. Las alfombras son un aislante perfecto, pero también son un imán para todo tipo de suciedad.
Son ideales para el recibidor, el salón, en tramos largos de pasillos y en los dormitorios, donde pueden ser una solución perfecta para crear una zona de juegos, descanso o lectura a ras del suelo para los meses más frescos. Salvo los felpudos que solemos disponer en las entradas de las casas, el resto de alfombras solemos utilizarlas solo en otoño e invierno. Sobre todo, aquellas que son más gruesas.
Por ello, al final de la temporada de frío tendremos que hacer una limpieza profunda de nuestras alfombras y tapices, enrollarlas de forma que no se dañen y almacenarlas correctamente para que cuando queramos volver a utilizarlas sigan perfectas.
Si eres de los que van coleccionando alfombras y te gusta hacer uso de ellas en casa, ya sabrás que son uno de los elementos del hogar que más polvo concentran en sus tejidos. Si tienes mascotas, te habrás vuelto loco en alguna ocasión intentando eliminar todos los pelos que quedan atrapados en su interior.
Es muy importante realizar una limpieza a diario de nuestras alfombras, en especial si en casa convives con alguna persona con alergias y problemas respiratorios. Pero también tendremos que llevar a cabo de vez en cuando una limpieza en profundidad para eliminar la suciedad que se va acumulando y las manchas que puedan producirse en el día a día.
Obviamente, lo más eficaz y rápido es contar con una buena aspiradora que hará el trabajo duro de eliminar el polvo sin prácticamente esfuerzo. El método tradicional es mucho más costoso y consiste en sacar nuestras alfombras a la ventana, patio o terraza de la casa para que se aireen y sacudir el polvo que han acumulado con el palo de una escoba u otro artefacto similar. Así que si contamos con una aspiradora, la tarea será mucho más llevadera.
Bicarbonato, polvos de talco o vinagre
Aunque siempre existe la posibilidad de dejarlas en mano de profesionales para un lavado en seco y una total desinfección, con un poco de tiempo y paciencia en casa también podemos obtener magníficos resultados. Te contamos cómo:
- Para eliminar los ácaros del polvo, algunas manchas y el mal olor que se acumula en las alfombras, un buen truco es usar bicarbonato de sodio, que distribuiremos por la superficie del tapiz. Te recomendamos hacerlo con un colador o similar, para espolvorearlo lo más fino posible. Una vez cubierta la alfombra, vamos pulverizar también vinagre de limpieza. Dejaremos actuar el bicarbonato junto al vinagre al menos media hora. Transcurrido ese tiempo, y asegurándonos de que la alfombra está seca, vamos a aspirar los restos del bicarbonato.
- Si lo que necesitamos realmente es deshacernos de alguna mancha más localizada, actuaremos de manera diferente en función del origen de la misma. Por ejemplo, si la mancha en cuestión es de grasa, podemos utilizar polvos de talco. Aquí la capacidad de reacción que tengamos será fundamental para eliminar la suciedad. Cuanto antes nos demos cuenta de que se ha producido la mancha, más eficaces seremos. Lo que haremos será cubrir la mancha con los polvos de talco, dejarlos actuar un tiempo y después, como hemos hecho con el bicarbonato, aspirar los restos.
- Si la mancha es de tomate o alguna salsa similar, podemos aplicar laca o agua oxigenada. Y si es de refresco u otro tipo de manchas más persistentes, frotaremos suavemente con una bayeta humedecida en una mezcla de agua y amoniaco. Lo que haremos será diluir 20 ml de amoniaco por 100 ml de agua. No olvides proteger tus manos de este producto con guantes. Si la alfombra es pequeña y fina, podemos introducirla en un barreño con esta solución y aclarar bien en un lavado corto a máquina para tejidos delicados.
- Otro método es utilizar vinagre y limón. Para ello, mezclaremos el jugo de un limón, una taza de vinagre blanco, un par de tazas de agua bien caliente y unas gotitas de jabón neutro. Con un pulverizador, iremos cubriendo con este líquido las manchas de la alfombra. Dejamos reposar entre cinco y diez minutos y pasamos a frotar bien la mancha.
- Si lo que queremos específicamente es eliminar el mal olor de la alfombra o moqueta, podemos espolvorear sal de mesa sobre su superficie y dejarla actuar entre 15 y 30 minutos y después aspirarla. Puede ser fina o gruesa.
Cómo almacenar nuestras alfombras
Antes de lanzarte a utilizar alguno de estos métodos, tienes que tener en cuenta de qué tejido es tu alfombra y realizar una prueba previamente en una esquina para evitar sorpresas desagradables y dar al traste con ella.
Si después de aplicar estos métodos tus alfombras siguen presentando alguna mancha muy complicada de eliminar o se ha acumulado tanta suciedad que no ves resultados fácilmente, puedes recurrir a algunos productos específicos que encontramos en pequeñas y grandes superficies y tiendas de barrio para la limpieza de alfombras. O, incluso, llevar tus tapices a una tintorería para que un profesional les realice una limpieza en seco en profundidad.
Con la llegada de la primavera, tendremos que asegurarnos de que tenemos las alfombras bien limpias antes de enrollarlas de nuevo para guardarlas. La parte del pelo se enrolla hacia el interior, mientras que la base de la alfombra debe quedar en la parte externa. Si es posible, es mejor embalarlas de alguna manera para protegerlas del polvo. Y para almacenarlas, la posición correcta es la horizontal para evitar que se deformen y sin ejercer ninguna presión sobre ellas.