A mediados de otoño ya empieza a sentirse algo más el frío, los días se acortan, el sol ya no calienta igual y empiezan a bajar ligeramente las temperaturas. Sacamos los suéters del armario, los calcetines gruesos, las botas y los pijamas de manga larga. Vemos las mantas otra vez sobre el sofá y entran ganas de cambiar la ropa de cama y volver a hacer uso del nórdico. Nos preparamos para los días fríos y lluviosos del invierno. Y para que no nos pillen desprevenidos, no hay que olvidar poner a punto los sistemas de calefacción que mantienen el calor en cada hogar.
No todos usamos los mismos métodos: hay quien calienta su casa con una gran chimenea, estufas de leña, con potentes estufas de gas, con calderas de gasoil o radiadores eléctricos. Pero lo más habitual son los sistemas de calefacción individual o central a través de radiadores de agua repartidos por las distintas estancias de la vivienda.
Para tenerlos disponibles cuando vayamos a encenderlos de nuevo y que no nos llevemos ninguna sorpresa desagradable, hay que realizarles un mantenimiento básico. Hay que limpiarlos por fuera, pero también rrequieren de una limpieza más exhaustiva por dentro —aunque sea una vez al año—. De esta forma evitaremos que desprendan malos olores cuando se enchufan después de una buena temporada sin estar en funcionamiento, pero también evitaremos que se averíen con más facilidad.
Purgar los radiadores
La limpieza por dentro se conoce como purga, y es vital para que los radiadores funcionen como el primer día y a la temperatura que indiquemos. Los radiadores van transportando agua a través de una red de tuberías. El problema es que en algunas ocasiones también se cuela aire en el interior de esas tuberías, lo que puede producir averías y que no se calienten de forma regular. Te contamos cómo realizar la purga interna de los radiadores de la manera más efectiva:
- Lo primero que vamos a hacer es conseguir un cubo que situaremos en el lateral del radiador donde se encuentre la válvula o llave de purga. Vamos a girarla hasta que comience a salir el aire que se ha ido acumulando, hasta que veamos que comienza a salir agua. Tranquilo, es normal que salga sucia. En ese momento, cerramos la llave e iremos a otra estancia a repetir la operación con otro radiador. La dirección lógica es comenzar en aquellos que están más próximos a la caldera. Si tu vivienda es de dos plantas, empieza por la de abajo.
- Ya has visto que al purgarlos de aire, sale agua turbia. Esta pista nos indica que también tenemos que limpiarlos por dentro, de los restos de suciedad y óxido. Para ello, lo primero es cerrar las llaves de paso del agua de nuestra vivienda. Ahora, vamos a descolgar los radiadores y vaciarlos de todos los residuos y el agua que acumulan. Una vez realizada esta limpieza interior, los volveremos a depositar en su lugar, abriremos las llaves de paso y dejaremos que los circuitos vuelvan a llenarse de agua.
- Comprueba ahora que la presión de la caldera funciona correcta y finaliza extrayendo de nuevo el aire de los radiadores.
Limpieza exterior
Aunque no lo parezca a simple vista, limpiar por fuera los radiadores también es muy importante. En especial si en tu casa convives con personas alérgicas al polvo. Si alguna vez te has saltado este paso —que conviene realizar lógicamente a menudo— te habrá sorprendido un desagradable olor a quemado que va aumentando al mismo tiempo que sube la temperatura del radiador.
- Es obvio, pero para limpiar por fuera los radiadores te recordarmos que tienes que asegurarte de que están apagados y fríos para evitar quemaduras.
- Para evitar que la suciedad del radiador manche suelos o paredes cercanas, puedes cubrir con papel de periódico o alguna sábana vieja humedecida la zona próxima al aparato.
- Podemos quitar el polvo con un trapo húmedo y un poquito de jabón neutro. Para alcanzar las partes traseras del radiador, que no podemos olvidar por muy difícil que sea el acceso a ellas, podemos utilizar cepillos especiales que encontramos en el mercado, estrechos y largos, que nos ayudan a alcanzar las esquinas difíciles o algunos huecos.
- Te damos un truco casero: anuda con una cuerda larga una esponja fina, esta debe quedar a mitad de altura de la cuerda. Vamos a empaparla con una solución de agua y jabón neutro. Y lo que haremos será introducirla por los huecos del radiador, haciendo correr la cuerda de un extremo a otro para limpiar bien el interior. Funciona de la misma manera que los trapos que van pegados a una cuerda con contrapeso que se usan para limpiar instrumentos de viento como los clarinetes o los saxofones.
- Otro truco es utlizar un secador. Para ello, usaremos trapos o sábanas viejas humedecidas para cubrir suelos y paredes. Y aproximando el secador a máxima potencia conseguiremos sacar todo el polvo que se irá hacia abajo y hacia atrás y quedará atrapado en la tela mojada.
- En caso de que tengas una vaporeta, también es muy eficaz utilizarla para una limpieza profunda de los radiadores.
- Como último paso, podemos pasar un trapo con un poco de desengrasante y ya se quedarán como nuevos.
Radiadores de hierro fundido y metal
Pero no todos los radiadores están hechos del mismo material. Y en cada caso tendremos que seguir una serie de pautas específicas para que la limpieza sea eficaz y no dañemos nuestros radiadores.
Si tus radiadores son de hierro fundido, la limpieza tendrá que realizarse más frecuentemente que si son de aluminio o de metal. Te damos una clave: pintarlos con algún producto que sea respirable puede ayudar a que sean más eficaces en la producción y ahorro de energía.
Para eliminar el polvo de una pasada, podemos utilizar una aspiradora potente pero, como en el caso del secador, es aconsejable cubrir suelos y paredes. Una vez hayamos eliminado los restos de polvo, podemos limpiarlos con un trapo humedecido en desengrasante o con algún jabón neutro.
La limpieza de los radiadores de metal es bastante parecida, aunque con este material encontraremos más modelos tubulares y no será tan necesario el uso de la aspiradora. Con un paño de microfibra podremos eliminar fácilmente el polvo acumulado.