Consejos para ahorrar gas en casa

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Entre todas las consecuencias negativas de la guerra entre Rusia y Ucrania, hay una que afecta de modo muy directo el bolsillo de los consumidores españoles: la subida en las facturas energéticas. Sobre todo la del gas, pero también la de la electricidad.

Sucede que Rusia es el principal suministrador de gas de Europa: el 41% de ese combustible que llega a nuestro continente procede de Rusia, según datos de Eurostat correspondientes a 2019.

Ucrania ocupa un lugar geográficamente vital, pues muchos de los gasoductos a través de los cuales se realiza ese comercio pasan por su territorio. La inestabilidad de la situación y el temor a la interrupción del suministro están llevando los precios a máximos históricos.

Cuánto podrían aumentar las facturas

Ante esta situación, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha realizado una estimación de cuánto podrían aumentar las facturas en tres escenarios posibles: desde uno relativamente positivo (en que el precio se mantiene en los niveles actuales) hasta uno muy negativo, con precios disparados y hasta ahora inéditos.

De acuerdo con ese cálculo, la factura del gas se mantendría -en el mejor de los casos- en una media de 106 euros mensuales. En el peor, se iría a casi el doble de esa cantidad: 196 euros. El aumento en relación con la media de 2021 (que fue de 60 euros por mes) sería entonces de entre un 77% y un 227%.

La factura de la electricidad, en tanto, podría mantenerse en los 112 euros actuales o llegar -según las previsiones más negativas estimadas por la OCU- a unos 165 euros mensuales. Como la media de 2021 fue de 79 euros por mes, la factura de este año sería entre un 42% y un 109% más cara.

Tales cálculos se basaron en un “hogar medio”, con un consumo de 3.500 kilovatios por hora (kWh) de electricidad (con una potencia contratada de 4,6 kW) y un consumo de gas de 9.000 kWh de calefacción.

La OCU reclama al gobierno medidas para suavizar los efectos de estas subidas, que no serán las únicas: la inflación viene marcando cifras que llevaban décadas sin verse, y todo hace pensar que la escalada continuará. Hacer permanente la rebaja del IVA de la electricidad, y extenderla también al gas podrían ser algunas de esas medidas.

Formas de ahorrar gas

Más allá de posibles ayudas estatales, conviene poner atención también a las posibles formas de reducir el consumo de gas y electricidad en los hogares, como un modo de que los aumentos se adviertan un poco menos al momento de pagar las cuentas.

No es poco lo que se podría ahorrar: hasta un 27,4% del total, según el 11º Índice de Eficiencia Energética en el Hogar, elaborado por la Fundación Naturgy (ex Gas Natural Fenosa). A continuación, algunos consejos.

1. Reducir la temperatura de la calefacción

Lo primero y esencial es pensar una calefacción a una temperatura razonable. Esto es, no pasar frío dentro de casa, por supuesto, pero tampoco hace falta estar en mangas cortas como si fuese verano. En general se considera que 20 ºC es una temperatura apropiada para que una estancia resulte confortable.

Además, hay que procurar que el espacio en torno a las fuentes de calor (radiadores, estufas, etc.) esté despejado. Si están rodeadas de muebles u otros objetos, el calor puede quedar obstaculizado en ellos y no alcanzar bien los rincones u otros sitios más alejados.

2. Usar termostatos inteligentes

Un termostato inteligente puede ser una buena inversión, pues permiten no solo regular la temperatura del ambiente sino también programarlos para que se enciendan y apaguen en determinados horarios.

Los equipos más modernos, además, están equipados con Wifi, por lo que se pueden controlar a través del móvil desde cualquier sitio. Así, es posible encender la calefacción solo un rato antes de llegar a casa, para no gastar de más, o por el contrario apagarla (aun estando lejos) si por algún imprevisto el retorno al hogar se retrasa.

3. Procurar un correcto mantenimiento de los radiadores

Existen cuatro cuidados elementales de los radiadores que se deben tener muy presentes, ya que no hacerlo reduce su eficiencia y puede aumentar de forma notoria su consumo y, por lo tanto, el gasto que generan.

Esas tareas básicas de mantenimiento son las siguientes: revisar el equipo en busca de posibles pérdidas de agua, purgar los circuitos para eliminar la presencia de aire en su interior, controlar la presión del agua y verificar que las juntas de los tapones estén secas (y cambiar los tapones en caso de que no lo estén).

4. El grifo monomando, siempre del lado frío

Esto puede parecer un detalle menor, pero es la clase de pequeños gastos que se acumulan y suman. Al cerrar el grifo, conviene que quede siempre del lado frío (el derecho). Si queda el lado del agua caliente, cada vez que se abra pondrá en marcha la caldera, con el consiguiente gasto que se genera cada vez que se enciende.

5. Usar agua fría (o tibia) en la lavadora y el fregadero

En ciertos casos es importante el agua caliente para la limpieza. Por ejemplo, al incluir sábanas y toallas en la colada (los ácaros y otros microorganismos mueren cuando son sometidos a temperaturas a partir de los 60 ºC) o al fregar los cacharros (el agua caliente despega la grasa y logra un lavado más eficiente).

Pero, en general, el resto de la ropa no necesita de agua caliente en la lavadora, y los platos tampoco precisan que el agua se aproxime a su punto de ebullición. Regular su temperatura también permite ahorrar cantidades importantes de energía, pues se trata de tareas domésticas que se realizan con mucha frecuencia.

6. Cuidados al cocinar

Si es posible, conviene utilizar el microondas antes que el horno: además de ganar tiempo, el gasto es inferior. Si se enciende el horno, hay que evitar abrirlo durante la cocción (para que el calor no se pierda) y tratar de apagarlo un poco antes de terminar de cocinar, de modo de aprovechar el “calor residual”.

En ocasiones, por otra parte, el horno también se puede utilizar como fuente de calor. Permanecer en la cocina e incluso comer o cenar allí permite prescindir de estufas u otras fuentes de calor.

Otra medida útil al cocinar es regular la llama de los quemadores en función del tamaño del recipiente que se coloca encima (el fuego sale por los lados del recipiente representa un gasto inútil) y también tapar las ollas y sartenes -cuando la receta lo permita- para sacar el máximo partido al calor.

7. Ventilar en el momento adecuado

Por lo general la casa se ventila por la mañana, poco después de que uno se levanta de la cama. Pero no tiene por qué ser siempre así. En jornadas muy frías, conviene esperar un poco para hacerlo: abrir las ventanas en las horas más cálidas del día hará que la casa pierda menos calor, y luego será necesaria menos energía para recuperarlo.

En esos días, además, conviene mantener las persianas levantadas y las cortinas descorridas, para que llegue al interior la mayor cantidad posible de luz natural. Por la noche, todo lo contrario: cerrar bien, para que el calor no se pierda. Y también hay que procurar, por cierto, que la casa cuente con una aislamiento eficiente.

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