Cinco consejos simples para comenzar a generar menos basura en casa

1,3 kilos: esa es la cantidad de basura generada por día por cada habitante de nuestro país. En el año, 471 kilos. O al menos así fue en 2016, último año del cual el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado datos. Si se tiene en cuenta que esa medición fue la segunda consecutiva en que los números crecieron, después de varios años -los de la crisis- de tendencia a la baja, lo más probable es que esas cifras hayan continuado en aumento.

Tales cantidades están, desde luego, muy por encima de la media mundial de producción de residuos, que de acuerdo con el informe Los desechos 2.0, publicado por el Banco Mundial el año pasado, es de 0,74 kilos por persona y por día. De hecho, los países más desarrollados -según el mismo documento- representan el 16% de la población pero generan el 34% de la basura de todo el planeta.

La cuestión es más preocupante aún si se tiene en cuenta que buena parte de la basura producida consiste en plástico, un auténtico flagelo para el medio ambiente. Europa es el segundo mayor productor de plástico del mundo, y España es el segundo país que más plásticos arroja al Mediterráneo: 126 toneladas por día, una cifra solo superada por Turquía (144).

Así lo reveló el estudio Una trampa del plástico. Liberando de plástico el Mediterráneo, elaborado en 2018 por la organización ecologista WWF. En 2016, en todo el mundo, se generaron 242 millones de toneladas de desechos de plástico. El equivalente, según el citado informe del Banco Mundial, al peso de 3,4 millones de ballenas azules adultas o al volumen de 4,8 millones de piscinas olímpicas. Nada menos.

Cinco consejos para generar menos basura doméstica

Por supuesto, poner límites a estos problemas requiere grandes decisiones y políticas de Estado. Pero mientras tanto los ciudadanos podemos tomar algunas decisiones sencillas y prácticas para generar menos basura en la vida cotidiana. A continuación se enumeran cinco consejos proporcionados por organizacionesque trabajan en esta cuestión.

1. Procura utilizar menos plástico

Después de los datos mencionados más arriba, este primer consejo es inevitable. Se trata de una propuesta que, a su vez, incluye muchas medidas que se pueden tomar en el día a día, entre las cuales se destacan: llevar bolsas de tela u otros materiales reutilizables al hacer compras, comprar a granel siempre que sea posible y tratar de evitar sobre todo los envases plásticos de un solo uso, tener siempre a mano botellas de agua reutilizables, instalar un sistema de filtración de agua en vez de comprar agua embotellada de forma recurrente, etc.

Otras medidas posibles consisten en llevar un recipiente propio al ir a comer a un restaurante, para poder llevar la comida sobrante sin envoltorios que terminarán en el cubo un rato después, y contar con cubiertos propios en el trabajo o en el coche, para evitar el uso de utensilios de plástico que se desecharán tras un único uso. Son acciones pequeñas, pero que multiplicadas en muchas personas a lo largo del tiempo tienen un peso considerable.

2. Evita desperdiciar alimentos

Los hogares españoles tiraron a la basura 1.229 millones de kilos de alimentos y litros de bebidas (se incluyen ambos en la misma categoría) en 2017, último año del que se han publicado registros, según el último Informe Anual de Consumo Alimentario, elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. La gran mayoría (el 87,5 %) de ese derroche correspondió a productos desechados sin utilizar, mientras que la otra parte (12,5 %) fueron alimentos cocinados.

Si bien hay una tendencia a la baja, las cifras de desperdicio siguen siendo muy elevadas. A la cantidad de basura generada de esta manera se añaden varios otros perjuicios: desde el reproche ético de tirar comida hasta el enorme impacto ambiental que esto genera. “Hasta el 42 % del desperdicio alimentario es responsabilidad de los consumidores”, explicó en una entrevista con eldiario.es Chus Sanz, responsable de relaciones institucionales de la organización ecologista ECODES.

Esta organización, en conjunto con el Gobierno de Aragón, publicó este año una Guía de buenas prácticas frente al desperdicio alimentario. Un desperdicio que, en palabras de la especialista, “es relativamente sencillo de evitar”. Por ejemplo, con Ocho ideas ingeniosas para aprovechar las sobras del pan o con Cinco métodos de las abuelas para guardar productos frescos durante meses.

3. Reutiliza siempre que puedas

En otros términos, el consejo sería: antes de tirar algo a la basura, piensa si no lo podrías volver a usar. Botes de vidrio, cajas de cartón, papeles de toda clase: son muchos los productos que a menudo acaban en el cubo cuando podrían recibir nuevos usos, ser útiles durante más tiempo y evitar la compra de un producto nuevo para cumplir esa función, por lo cual esto redunda también en un beneficio económico.

Por ejemplo, aquí te ofrecemos Diez ideas para reciclar los táperes caducados. Así mismo también puedes atender a estas Siete ideas para reciclar el aceite usado de tu cocina. O estos Siete usos prácticos del poso del café.

4. Trata de reparar antes de tirar

La dinámica del consumo en las últimas décadas nos ha habituado a que, por regla general, ni siquiera acuda a la mente la idea de si algo que se ha descompuesto se puede reparar: en lo que se piensa de inmediato es en tirarlo y comprar un producto nuevo. Pero muy a menudo es posible que, con algún pequeño arreglo, puede seguir funcionando al menos durante un tiempo.

Y esto vale tanto para artefactos electrónicos como para prendas de vestir. También está la opción del reciclaje casero: unas toallas o unas sábanas que ya están muy viejas para cumplir con su función original pueden convertirse en trapos para la limpieza en la cocina u otras áreas del hogar.

5. Compra solo si realmente lo necesitas

“Usa lo que tienes” sería la primera opción. Luego vienen, en este orden: “presta” o “pide prestado”, “intercambia”, “recurre a artículos de segunda mano” y “fabrica”. Solo en última instancia, después de todo eso, llega “compra”. Esa es la propuesta de la diseñadora canadiense Sarah Lazarovic en su “jerarquía de acciones para cubrir nuestras necesidades”, una ilustración que versiona la jerarquía de las necesidades humanas de Abraham Maslow y que se basa en la idea de reducir el consumo para evitar el despilfarro.

Una idea cercana a la que impulsa el Día de no comprar nada, que en cada noviembre trata de llamar la atención sobre los impactos sociales y medioambientales que produce el actual modelo de consumo. Buena parte de esos impactos está dada por la cantidad de desechos que las compras innecesarias generan. Si además de reutilizar y reparar siempre que se pueda se procura comprar solo lo realmente necesario, es posible que las cantidades de basura que generamos se reduzcan tal vez en algún momento hasta niveles sostenibles. 

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