Desde el desarrollo de los libros electrónicos en particular, y de los diversos formatos de lectura digital en general, se han publicado innumerables artículos para destacar las ventajas y flaquezas de cada uno de esos sistemas en relación con el otro. Los defensores del e-book valoran sobre todo posibilidades como la de llevar una biblioteca entera en el bolsillo, la de adecuar el tamaño de las letras a la necesidad de cada persona y por el acceso a los textos por muy bajo costo o incluso gratis.
El libro de papel, por su parte, conserva la magia de la experiencia física: diseños, colores, texturas, olores y múltiples recuerdos asociados con los volúmenes, es decir, el aura del objeto único. Además está la certeza de que nunca ha de fallar cuando se necesite: no habrá baterías agotadas, incompatibilidad entre formatos y archivos, ni la obligación de comprar un dispositivo nuevo cuando el antiguo no dé más de sí.
Sin embargo, no todo pasa por simples gustos o conveniencias. A diferencia de la música -ámbito en el cual, más allá de los matices en la calidad del sonido, en esencia es lo mismo escuchar una canción proveniente de un disco de vinilo, de una cinta, de un CD o de un archivo mp3-, la lectura de un texto impreso en papel parece tener efectos distintos que si se realiza desde una pantalla. Lo dice la experiencia de muchos lectores, y también varios estudios científicos realizados en los últimos años.
“Ver” y “sentir” el texto impreso
Naomi Baron, experta en lingüística de la American University, con sede en Washington DC, Estados Unidos, investigó el tema durante dos años. Reunió datos de 429 estudiantes universitarios de Estados Unidos, Japón, Alemania, India y los países escandinavos. Cuando se les preguntó con cuál de ambos soportes se concentraban mejor, el 92 % de los alumnos respondió que con los textos impresos. Muchos señalaron también que, al leer en papel, entienden más y se distraen menos.
Muchos dispositivos digitales cuentan con una característica que es un arma de doble filo: el hipertexto. Puede ser una gran ventaja para acceder a información relacionada con lo que se está leyendo, que permita entenderlo mejor, desde un diccionario hasta artículos, vídeos y otros datos. Pero también es una vía hacia las multitareas, es decir, atender a varias cosas a la vez, lo cual suele dar como resultado distracción y baja concentración. El 67 % de los estudiantes dijeron sentir que los soportes digitales promueven las actividades múltiples mientras leen, mientras que solo el 41 % experimentó esa sensación al leer del papel.
Y otra cuestión importante es la relacionada con la noción espacial de la lectura. Según el estudio de Baron -que sirvió como base para su libro Words Onscreen: The Fate of Reading in a Digital World, 'Palabras en pantalla: el destino de la lectura en un mundo digital', de 2015-, los textos impresos dan una sensación de “dónde estás” en el libro: los alumnos que formaron parte de la investigación dijeron poder “ver” y “sentir” en qué parte del texto se hallaban, cosa que no ocurre con la lectura digital. Algunos estudiantes destacaron el placer del olor del papel y hasta señalaron que la “lectura real” es la que se hace de los textos impresos.
Leer en papel, más concentración y mejor comprensión
En 2013, un trabajo realizado por científicos de Estados Unidos y Corea del Sur llegó a la conclusión de que los lectores de noticias impresas recuerdan “significativamente más” que los de artículos online. Y esto también está relacionado con la concentración. Los investigadores dieron a un grupo de estudiantes ejemplares de un periódico en papel, y a otro grupo les dijeron que leyeran la web del mismo periódico. Los del primer grupo recordaban luego más y mejor las noticias.
“La naturaleza de la web como medio que ha integrado virtualmente a todos los demás la convierte en un sitio para una variedad de usos, que incluyen comercio, comunicación, juegos y, por supuesto, noticias”, ha explicado Arthur D. Santana, uno de los directores del estudio. Como los periódicos impresos, en cambio, siempre se han dedicado sobre todo a las noticias, al acceder a ese medio los lectores asumen las “actitudes predeterminadas” que llevan consigo, dijo Santana. Es decir, leen noticias.
Poco antes, investigadores noruegos habían obtenido resultados que apuntaban en una dirección parecida. Comprobaron que un grupo de estudiantes adolescentes comprendía mejor lo leído cuando lo habían hecho desde un material escrito sobre papel que si eran archivos digitales en formato PDF. La diferencia en este caso también fue “significativa” entre los niveles de comprensión de ambos grupos.
El cerebro prefiere el papel
También un artículo de Ferris Jabr, publicado en la revista especializada Scientific American, afirma que “el cerebro prefiere el papel”. Una de sus principales fuentes son los trabajos de Maryanne Wolf, neurocientífica de la Universidad de Tufts, Estados Unidos, y autora del libro Proust and the Squaid: The Story and Science of the Reading Brain ('Proust y el calamar: la historia y la ciencia del cerebro lector'). Wolf afirma que el cerebro, de algún modo, “pide” la parte física de la lectura: tocar el papel, olerlo, ver la totalidad de las páginas, advertir cómo se reduce el número de páginas que resta por leer y cómo aumenta el volumen de lo ya leído, esa especie de huella que se deja cada vez que el lector da vuelta una página.
Y también se refiere a la cuestión 'topográfica' de la lectura: el cerebro ve el libro como una especie de mapa, con sus regiones y caminos, y en ese sentido la memoria visual desempeña un papel preponderante. “La sensación implícita de dónde se está en un libro físico se vuelve más importante de lo que creíamos”, afirma el artículo de Jabr, en coincidencia con el estudio ya citado de Naomi Baron.
En el futuro, los nativos digitales dirán
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que la presente es todavía la primera etapa de la lectura digital y, sobre todo, de los libros electrónicos. Está claro que las pantallas con brillo propio o retroiluminadas, como las de las tabletas y algunos e-readers, producen mucho cansancio visual. De hecho, científicos de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, han recomendado no utilizar estos dispositivos antes de dormir, ya que perjudica la calidad del sueño y, por consiguiente, la salud general.
Pero las pantallas de tinta electrónica sin retroiluminación buscan parecerse lo más posible al papel, y en ellas el brillo no es un problema. Quedará por ver qué sucede en el futuro: si para los nativos digitales -los niños de la actualidad, que desde el comienzo de sus vidas están familiarizados con estas pantallas- es importante la pérdida de la experiencia física de los libros de papel, y si pueden conformar sus propios mapas mentales a partir de los textos en formato digital, sin necesidad del volumen físico. Estudios futuros y, sobre todo, la experiencia de los lectores darán la respuesta.
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