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No podemos evitar que se nos note: queremos a nuestros gatos. Nos resultan irresistibles, despiertan en nosotros emociones intensas. Y también nos hacen reír ¡mucho! La ciencia se ha preocupado por revelar los secretos que utilizan nuestros amigos más ronroneantes para persuadirnos y para conseguir que los queramos tanto. Y el amor entre gatos y humanos es de doble sentido, un amor correspondido: porque sí, nuestros gatos también nos quieren ¡y mucho!
Los gatos nos hacen reír ¡y son los reyes de Internet!
Queremos a nuestros gatos, y nos fascinan. Si no que se lo pregunten a Internet, donde los felinos parecen ser responsables nada menos que del 15% del tráfico digital mundial, según un estudio realizado por Friskies. Y aunque, según The New York Times, el dato podría estar un tanto hinchado, no deja de constituir una sugerente leyenda urbana.
Tan sugerente, que los científicos han querido entender mejor este amor gatuno y han llevado a cabo diversos experimentos para comprender por qué no podemos evitar querer a nuestros gatos: por qué nos resultan adorables e irresistibles.
¿Por qué queremos a los gatos? El poder de lo adorable
Para entenderlo mejor, investigadores como el japonés Hiroshi Nittono, de la Universidad de Hiroshima, nos han mostrado, en estudios, fotos de gatitos. Y nos han preguntado (a una muestra representativa) cómo nos sentimos mientras las contemplamos.
Pues bien: resulta que mirar fotos de gatitos puede provocar las mismas reacciones que nos brotan cuando miramos imágenes de bebés humanos. Hay algo más: contemplar fotos de gatos, y de cachorros, parece tener el poder de lograr que nos comportemos de un modo más cuidadoso.
Nos ayuda a relajarnos; y, ¡atención! también a concentrarnos y a solucionar con mayor éxito tareas cognitivas, como resolver un puzle. Y puede que nos parezca poco probable: pero, según un experimento realizado por el antrozoólogo inglés John Bradshaw, dos de cada tres personas resolvieron mejor los juegos mentales y rompecabezas que se les propusieron después de ver imágenes de gatitos.
El motivo: tenerlos delante nos hace prestarles atención y parece activar en nuestros cerebros los mecanismos necesarios para concentrarnos y actuar de un modo más cuidadoso; justo lo que necesitamos para cuidar de un bebé. Pero, también, para resolver acertijos o juegos de agudeza mental.
Ya lo sabíamos: contemplar imágenes de bebés humanos hace que centremos más nuestra atención. Y este “poder de lo adorable”, como ya lo han bautizado los científicos, parece extenderse a los bebés de otros animales; entre ellos, los gatos. Y también los perros, los elefantes, nutrias, osos, ovejas y pequeños terneros.
Esas caras gatunas: ojos grandes e irresistibles
También sabemos que los rostros de nuestros felinos imitan, o parecen compartir rasgos, que poseen los bebés humanos. Entre ellos, el hecho de poseer unos ojos relativamente grandes en una cara relativamente pequeña y redondeada.
De hecho, los ojos de los gatos son de un tamaño muy similar a los nuestros, los ojos humanos. ¡A pesar de que sus cabezas son claramente mucho más pequeñas que las nuestras! Este rasgo les ayuda, por ejemplo, a ver mejor en la oscuridad.
Estos ojos grandes permiten a nuestros gatos capturar mayor cantidad de luz en condiciones poco propicias, y en menos tiempo, lo que les resulta de una gran ayuda para ver con nitidez en condiciones de baja luminosidad, donde nosotros no vemos nada.
Y, lo que aquí nos importa: nuestro cerebro no puede evitar reaccionar con cariño al verlos. No puede eludir esa respuesta casi primitiva en nuestro subconsciente que nos despierta el instinto natural de querer a los gatos, de intentar hacerlos felices, de querer cuidarlos.
Gatos y humanos: amor horizontal
Hay más: el maullido de los gatos, una vocalización que de adultos reservan para hablar o comunicarse con nosotros, sus humanos, es un maullido agudo, que comparte frecuencias con el llanto del bebé humano. Lo que, de nuevo, como sabemos los expertos en comportamiento felino, los hace irresistible para tantos de nosotros.
Y de los gatos también nos gusta su personalidad misteriosa, como escucho casi a diario en las consultas de comportamiento felino. No son desde luego tan descarados como sus compañeros los perros a la hora de expresar su amor. Con los gatos, nos toca trabajarnos más su amor, y somos muchos los que definitivamente lo apreciamos.
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