Corazones rotos, símbolos chinos que no se sabe ni lo que significan, nombres de personas olvidadas, fechas que ya no significan nada… Algunas personas se arrepienten, al cabo de unos años, de haberse hecho ese tatuaje. O simplemente tener uno les supone problemas para encontrar trabajo.
Todos estos motivos han hecho que, en los últimos años, haya aumentado el número de personas que quieran borrárselo. En Estados Unidos, por ejemplo, se realizaron casi 100.000 procesos de eliminación de tatuajes en 2012, frente a los 86.000 en 2010; de 2012 a 2013 el número de eliminaciones aumentó un 52%.
Cómo es el proceso de eliminación
La principal tecnología utilizada para hacerlo es mediante láser, como el ultrapulsado, con tiempos de disparo de nanosegundo o picosegundos, es decir, milmillonésimas o billonésimas de segundo. ¿Qué hace el láser? Mediante esta técnica se destruye el pigmento introducido, pero dejando una herida en la piel que necesita unos cuidados y tratamientos específicos para evitar que se infecte o que deje cicatrices o manchas.
Algunos tipos de láser son una fuente de luz, similares a los que se usan para depilar, pero con algunos parámetros distintos para que tenga un efecto fotoacústico y emita un pulso muy corto. Este pulso se dirige al pigmento y no daña el tejido circundante, sino que produce una especie de explosiones de tinta hasta que la convierte en partículas muy pequeñas que se eliminan por el organismo, según informa el Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (GEDET).
Pero un láser no puede romper todas las capas en solo una sesión de tratamiento. De ahí que sean necesarias varias sesiones y tiempo entre ellas porque la piel necesita recuperarse de estas sesiones (esta suele quedar roja, un poco hinchada y, en algunos casos, con ampollas, por lo que es recomendable dejar pasar al menos de seis a ocho semanas entre ellas).
En general, las sesiones que se necesitan pueden oscilar entre las 2 y las 12, en función de varios parámetros (un tatuaje mediano, del tamaño de un móvil aproximadamente, puede necesitar entre cinco y diez sesiones).
Para minimizar los efectos negativos y mejorar los resultados, desde la Academia de Dermatología estadounidense (AAD) aconsejan seguir una serie de recomendaciones:
- Respetar todas las sesiones: en algunos casos, ciertas personas interrumpen el tratamiento antes de conseguir los resultados óptimos.
- Seguir las instrucciones de cuidado: es posible que deba lavarse la zona y aplicar durante unos días un antibiótico y una crema hidratante y cubrir el área hasta que la piel sane.
- Proteger la piel del sol durante tres meses: la mejor manera de hacerlo es cubrir la zona con ropa porque bloquea la luz por completo. Los expertos aconsejan las épocas del año de más frío para empezar a quitarse un tatuaje porque la zona tratada no se expone al sol. Si no es posible, las zonas tratadas deben cubrirse con un apósito que las tape. Al principio, la piel, que queda algo más delicada, debe protegerse bien con una crema solar. Se irá regenerando con el tiempo.
Factores que condicionan el precio de la operación
- Color y calidad de la tinta: el color del tatuaje juega un papel importante en el coste y en la complejidad del proceso de eliminación. Las tintas negras y oscuras se descomponen con bastante rapidez, por lo que eliminar un tatuaje oscuro no costará tanto como uno de colores. El negro, el azul oscuro y el rojo son los más fáciles de borrar. En cambio, los colores más claros como el amarillo, el azul o el blanco son más difíciles de eliminar. En este caso, puede ser necesario el uso de varios láseres distintos y más tratamientos, por lo que costará más. Los tatuajes profesionales también tardan mucho más en eliminarse que los realizados por aficionados con tinta de menor calidad porque los primeros tienden a penetrar, de manera más uniforme, las capas más profundas de la piel.
- Los años que tiene el tatuaje: al igual que la calidad de la tinta, los años que hace que lo tenemos también afectan a la cantidad de sesiones necesarias para eliminarlo. Los que tienen diez años o más se quitan más fácilmente que los más nuevos.
- Tamaño: aunque se pueden eliminar tatuajes de cualquier tamaño, el tiempo y el coste serán superiores cuanto mayor sea el tamaño.
- La ubicación en el cuerpo: los tatuajes que se encuentran en áreas donde la piel es muy delgada son más difíciles de eliminar que los que están en zonas donde la piel es gruesa. Además, la proximidad del tatuaje con el corazón también afecta: las áreas más cercanas al corazón sanarán más rápido con el uso del láser porque hay mejor circulación. Un tatuaje hecho en el pecho o en la espalda será más fácil de quitar que uno que está en el tobillo o en el pie.
Todos estos factores condicionarán también el coste del tratamiento, especialmente del número de sesiones necesarias y del tamaño del tatuaje. También de si la persona es fumadora y del número de disparos necesarios en cada sesión. El precio medio de una sesión para un tatuaje mediano puede ir de los 200 a los 400 euros, por lo que el coste para eliminar un tatuaje del tamaño de un smartphone estará entre los 400 euros y los 4.000 euros.
Cuáles son los posibles efectos secundarios de eliminar un tatuaje
Algunas personas pueden sufrir algunos efectos secundarios en la piel, como la aparición de manchas claras u oscuras, que tienden a desaparecer a los seis a doce meses, recuerda la AAD. Aunque no son habituales, el uso de láser para eliminar tatuajes, sobre todo cuando no lo hace un dermatólogo profesional, puede dejar cicatrices, cambios en la textura de la piel y quemaduras.
No valen como métodos de eliminación ni cremas ni pistolas de micropigmentación porque son técnicas que, además de no ser efectivas, pueden ser perjudiciales.
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