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Agua con gas: ¿más riesgos que beneficios?

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¿Qué beneficios tiene el agua con gas? ¿Qué daño puede hacer el agua con gas? ¿Es mejor el agua con gas o sin gas? A pesar de que en España el agua sin gas es más consumida, la versión con gas ha crecido en los últimos años y ha ganado cierta popularidad, situándose en los 100 kilos en 2020. 

Una de las razones de este aumento es que los consumidores, preocupados por su salud, recurren a este tipo de agua como alternativa más saludable a los refrescos y los zumos porque, a menudo, es aclamada como una mejor opción. 

Qué es el agua con gas

Antes de entrar en valorar si es mejor o no, es importante conocer y saber qué es exactamente el agua con gas. En primer lugar, es importante destacar que las hay de muchos tipos, como así lo recoge la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU): bicarbonatadas, cálcicas, sulfatadas, sódicas, magnésicas, cloruradas. 

Todas ellas comparten su composición: agua con ácido carbónico disuelto, que es lo que le da la apariencia burbujeante. 

Además del ácido carbónico contienen otros componentes como calcio, sodio, cloro, nitrógeno y magnesio, una composición muy similar a la del agua normal. Con un pH entre 6 y 7, el agua con gas tiene un punto de acidez particular. Lo que diferencia a este tipo de bebidas depende de factores como los métodos de carbonatación, las fuentes de agua y los ingredientes añadidos.

Podemos hablar también de dos grandes grupos en función de la elaboración: las que contienen este ácido carbónico de forma natural, desde el manantial, y las gasificadas, es decir, a las que este ácido carbónico se les añade en el proceso de elaboración.

De sabor tirando a amargo, el agua con gas tiene claros seguidores, pero también claros detractores. Por tanto, sus particulares propiedades organolépticas, que estimulan las papilas gustativas, no dejan a nadie indiferente y generan todo tipo de creencias.

Los motivos por los que tomar agua con gas 

Entre los principales beneficios que se asocian a este tipo de agua destacan los siguientes:

  • Es saciante: genera cierta presión en las paredes del estómago que hace que se produzca una sensación de saciedad, calmando el apetito. Beber uno o dos vasos antes de comer nos ayuda a controlar el aporte calórico. Por tanto, estarían indicadas para personas con tendencia al sobrepeso u obesidad.
  •  Facilita las digestiones: el ácido carbónico estimula la secreción de los jugos gástricos y, por tanto, facilita la digestión. 
  • Es baja en calorías: el agua con gas no aporta apenas calorías.
  • Hidrata tan bien como al agua sin gas: varios estudios han demostrado que el agua con gas hidrata de la misma manera que el agua normal. Aunque, como punto negativo, las burbujas pueden hacer que nos sintamos más llenos y que, por tanto, se reduzca la cantidad de agua que bebemos.

El agua con gas es una buena manera de hidratarnos, aunque es importante leer bien la etiqueta para comprobar que realmente se trata solo de agua con gas carbónico, sin ingredientes ni azúcares añadidos (del estilo de las gaseosas). 

El agua con gas, ¿tiene contraindicaciones?

No hay evidencia de que el agua con gas tenga efectos nocivos para la salud. Se ha relacionado con efectos negativos en los dientes debido al proceso de carbonatación, en el que se introduce ácido carbónico, que puede tener un leve efecto erosivo en los dientes si se toma durante mucho tiempo.

Esto puede ser así en el caso de las aguas carbonatadas con sabor porque contienen pequeñas cantidades de ácido cítrico, pero difícilmente ocurre con el agua con gas sin azúcares ni aditivos añadidos. Según una investigación publicada en Journal of Oral Rehabilitation, el agua mineral con gas es cien veces menos dañina para los dientes que un refresco azucarado.

Otra de las principales creencias es que el agua con gas es mala para los huesos por su alto contenido de ácido. Se trata de una cuestión que se asocia al agua con gas porque refrescos carbonatados como los de cola sí se relacionan con una baja densidad ósea en mujeres.

Sin embargo, un estudio publicado en British Journal of Nutrition decía en 2007, tras comparar la salud ósea de mujeres posmenopáusicas que bebían al día un litro de agua mineral sin gas con las que bebían la misma cantidad pero de agua mineral con gas, que no hay diferencias significativas entre ambos grupos. 

La excepción de los efectos adversos del agua con gas es que sí puede empeorar la flatulencia porque,  igual que otras bebidas gaseosas, agravan los síntomas como dolor gastrointestinal, la hinchazón abdominal y los gases. En este caso sí sería más recomendable consumir agua sin gas para no generar más gas en el sistema digestivo.

Esto explicaría también que el consumo de agua con gas no esté recomendado para personas con hernia de hiato o sensación de vientre hinchado o distensión abdominal

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