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Dieta alcalina: cinco argumentos a favor y otros cinco en contra

Foto: Michael Coghlan

Jordi Sabaté

La moda de la dieta alcalina está pegando fuerte desde hace algunos años a nivel popular, bajo la creencia de que una dieta basada en determinados alimentos puede influir en el pH (relación acidez alcalinidad) de los fluidos corporales, incluidos la sangre y la orina. El pH de esta última se tomaría como medidor de la acidez general del cuerpo.

Una dieta milagrera

Según los promotores y evangelistas de la dieta alcalina, esta presenta numerosas ventajas y es capaz de prevenir e incluso curar enfermedades como el cáncer. El sustento de estos poderes estaría en que un pH bajo o ácido de los fluidos corporales promueve los procesos inflamatorios, relacionados con todo tipo de enfermedades cardiovasculares y promotores de diversos tipos de cáncer.

Si bien se puede aceptar que esta teoría es parcialmente cierta -los procesos inflamatorios causan numerosas enfermedades y parece que hay alguna relación entre un pH homeostático excesivamente bajo y los procesos inflamatorios-, no está en absoluto probado que se pueda subir, y mucho menos regular, la acidez de los fluidos corporales a base de comer determinados alimentos y obviar otros.

La relación entre alimentación y fisiología nunca es directa y los productos que ingerimos en su mayor parte no pasan directamente a la sangre ni a las células, salvo pequeños porcentajes, sino que son desconstruidos por el metabolismo para reconstruir con sus moléculas y átomos elementales nuevos compuestos que son los que circularán por nuestras venas y llegarán a nuestros órganos.

Por lo tanto la pretensión de que una dieta alcalina, a base de productos supuestamente de pH alto, logrará que nuestra sangre y nuestra orina sean menos ácidas y por tanto nuestro cuerpo sea menos propenso a los procesos inflamatorios, es totalmente disparatada. Seguir una dieta alcalina ni cura ni previene absolutamente nada en base al pH de los alimentos.

Argumentos favorables de la dieta alcalina

No obstante, este tipo de dietas no son malas de por sí -salvo por determinadas imposturas que veremos más adelante-, sino que, al contrario, conllevan una serie de aspectos positivos que conviene tener en cuenta a la hora de satanizarlas como moda social. Entre ellos cabe destacar los cinco siguientes.

1. Promueve el consumo de vegetales y hortalizas

En efecto, uno de los puntales de este tipo de dietas es el consumo de vegetales y hortalizas, ya sea crudas o tratadas con calor, algo que en nuestra actual cultura de la prisa y la comida fácil estamos dejando de lado. Ya sea por el aporte de fibra vegetal, por la ingesta de flavonoides y otros compuestos antioxidantes vegetales, así como de numerosas vitaminas como el ácido ascórbico o el retinol y los carontenos, o bien los fitosteroles, que contribuyen al control del aporte de colesterol intestinal, una dieta fuerte en vegetales siempre es positiva.

2. Promueve las legumbres como fuente de calorías y proteína

Las legumbres son una excelente fuente alimentaria vegetal alternativa a la carne, con un gran equilibro entre su aporte calórico y proteico que puede sustituir a la obtención de energía desde las harinas refinadas y los hidratos de carbono depurados, sobre todo azúcares, que son responsables de obesidad y una mayor incidencia de la diabetes de tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.

3. Incita a ingerir cereales integrales

La apuesta de la dieta alcalina por el arroz y las harinas integrales también es un aspecto positivo de ella, puesto que introduce como necesaria la fibra vegetal y huye de las harinas refinadas tan presentes en las comidas industriales.

4. Previene contra los azúcares añadidos

En efecto, la dieta alcalina advierte claramente de los efectos de los azúcares añadidos, siempre nocivos.

5. Recomienda huir de la alimentación ultraprocesada

Como consecuencia de todo lo dicho, la dieta alcalina se postula como una firme enemiga de los productos rápidos y ultraprocesados típicos de supermercado y apuesta por cocinarnos nosotros mismos los alimentos, lo que viene a ser uno de los pilares en la prevención de la obesidad, la diabetes de tipo 2 y los problemas cardiovasculares.

Argumentos en contra de la dieta alcalina

Sin embargo, la dieta alcalina también tiene sus puntos oscuros y contraproducentes sobre los que conviene incidir.

1. Genera falsas expectativas

La dieta alcalina no desintoxica ni depura ni nos hace brillar por dentro por mucho que implique comer sano. A lo sumo nos hará ir al baño con más regularidad y con heces más consistentes. Tampoco tiene por qué hacernos adelgazar, todo dependerá del aporte calórico de nuestra ingesta y las cantidades que comamos.

2. Ataca a los lácteos

Según las dieta alcalina ni los quesos ni los yogures deben ser ingeridos, o al menos no habitualmente, puesto que son productos ácidos. Se puede vivir sin lácteos, pero no debemos obviar que no son malos y aportan vitaminas liposolubles, probióticos y calcio entre otras muchas cosas.

3. Ataca a los productos de origen animal

De nuevo la dieta alcalina asegura que comer carne, pescado o huevos es contraproducente para el pH homeostático, algo que no está en absoluto demostrado, por mucho que tampoco sea recomendable abusar de ellos. Como explica repetidamente el nutricionista Julio Basulto, dieta procede de la palabra girega 'diaita', que significa estilo de vida, contumbre. De este modo, la dieta más indicada es la que siendo sana es variada en sus productos y sobre todo es constante.

4. Promueve los batidos verdes

En este medio ya explicamos en su día los peligros de los batidos detox verdes a base de vegetales, sobre todo si se abusa. Este tipo de batidos son una patraña que no sirve para nada y pueden llegar a causarnos problemas.

5. Inducen a costumbres estrafalarias e inútiles

Una de las premisas de algunas dietas alcalinas es la ingesta de agua de mar, o bien el echar sal al agua que bebemos, beber agua salada en ayunas por la mañana, etc. Todos estos rituales no sirven absolutamente para nada.

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