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Cuidarse la piel en días de playa o piscina

Foto: United States Marine Corps

Marta Chavarrías

El verano viene acompañado de buen tiempo, vacaciones, playa y viajes. El sol es el gran protagonista en esta época, y sus beneficios en la salud -es una importante fuente de vitamina D- y estado de ánimo son importantes siempre y cuando se tome con precaución y moderación, pues la piel debe protegerse bien para no correr riesgos innecesarios.

Para ello, antes debemos saber que el sol emite distintos tipos de radiaciones, entre las que destacan los rayos ultravioleta A (UVA) o los ultravioleta B (UVB). Los primeros penetran en las capas más profundas de la piel y están relacionados con el envejecimiento prematuro y del aumento de cáncer. Los UVB penetran de manera más superficial y provocan quemaduras solares y cáncer de piel.

Tipos de fotoprotectores solares y de pieles

Existen dos tipos fundamentales de protectores solares:

  • Con filtros físicos: desvían y reflejan la radiación solar. Son los típicos que dejan una capa blanca en la piel.
  • Con filtros químicos: son una especie de microesponjas que penetran en la dermis y que, cuando llega el rayo de sol, lo absorben para que no sea dañino.

A la hora de escoger el protector solar debe tenerse en cuenta el tipo de piel de cada uno. No todas las pieles son iguales, y se diferencian por la capacidad que tiene cada una de ellas para asimilar las radiaciones solares. Esta capacidad dependerá de características físicas como la pigmentación de la piel, el color del pelo o la propensión a las quemaduras. La piel puede pertenecer a uno de los 6 fototipos (I-VI). La más clara corresponde al I (albinos que no segregan melamina) y la más oscura al VI (pieles negras). Estas últimas casi no precisan un factor de protección solar. 

El factor de protección solar (FPS)

El factor de protección solar (FPS) se indica con un número y da información sobre la protección frente a las radiaciones ultravioleta B. Cuanto más elevado es el número, más protección proporciona. Las cremas más completas son las que se denominan “de amplio espectro” porque protegen de los dos tipos de rayos solares (UVA y UVB).

El FPS también informa del número de veces que el fotoprotector aumenta la capacidad de defensa de la piel frente al enrojecimiento cutáneo previo a la quemadura. Es recomendable, según la Asociación Española de Pediatría (AEPED), usar un factor de protección como mínimo de 30. El número indica las veces que el fotoprotector aumenta la capacidad de defensa natural: su se usa un SPF de 30, estamos protegiéndonos 30 veces más de lo que aguantaría nuestra piel sin protección (que no significa que sea el tiempo que se tenga que esperar entre aplicación y aplicación).

Para conocer si la crema también protege de los UVA deberá indicarlo la etiqueta. Y para saber cuál es el factor de protección solar (FPS) más adecuado, debe tenerse en cuenta que este va en función del tipo de piel: un FPS más alto para pieles sensibles o muy sensibles al sol (personas con pelo y ojos claros les cuesta mucho broncearse y se suelen quemar a menudo y rápido, correspondería a un fototipo del II o III). 

Por tanto, el fotoprotector, además de indicar la protección UVA y UVB, debe adecuarse al tipo de piel de la persona y su textura debe acomodarse a la actividad que se va a realizar y al tipo de piel (sensible, grasa, seca…). Por otro lado, los fotoprotectores pueden estar formados por principios activos inorgánicos u orgánicos.

Los inorgánicos -generalmente los que utilizan filtros físicos- actúan dispersando y absorbiendo las radiaciones ultravioletas, son fotoestables y su potencial alérgeno es muy bajo. Los fotoprotectores orgánicos -que suelen corresponder a los filtros químicos- son sustancias químicas que actúan absorbiendo las radiaciones ultravioletas y pueden perder sus propiedades fotoprotectoras en un 50% después de una hora de exposición solar, aunque tienen más resistencia al agua.

Debe tenerse en cuenta que las cremas caducan y que los fabricantes aconsejan no usar las de la temporada pasada porque pueden perder las propiedades de protección.

Cómo aplicar la crema

  1. Aplicar la crema del sol al menos 15 o 30 minutos antes de salir de casa. Además de la crema, aplicar un bálsamo de labios que contenga protección solar con un factor de al menos 30.
  2. Elegir un protector solar de amplio espectro que proteja contra los rayos UVA y UVB. Asegurarse de que es resistente al agua y tiene un SPF de 30 o superior.
  3. Aplicar la crema cada dos horas, o cada cierto tiempo si nos mojamos o sudamos.
  4. La crema debe extenderse por todo el cuerpo, haciendo especial énfasis en las zonas más sensibles: la cara, cuello, las orejas, hombros, escote y empeines.
  5. La forma correcta de aplicar el fotoprotector es extendiendo bien la crema por todo el cuerpo que no está cubierto con ropa; debe aplicarse generosamente.

Precauciones básicas con el sol en verano

  • Debe tenerse cuidado con el agua y la arena, ya que reflejan los rayos dañinos solares, lo que puede aumentar la probabilidad de sufrir una quemadura por el sol. También es importante limitar la cantidad de tiempo que se está en el sol, sobre todo de las 12 de la mañana a las 4 de la tarde, que es cuando los rayos del sol son más intensos.
  • Debemos mantener a los bebés menores de 6 meses tapados y a la sombra, y mejor no utilizar fotoprotectores, es preferible usar medidas físicas y buscar accesorios como sombreros o gorras que protejan la cara, el cuello y las orejas y unas gafas de sol (es importante que tengan filtros de protección para rayos ultravioletas).
  • Las personas que toman fármacos con una acción fotosensibilizante deben extremar las medidas porque, en combinación con la exposición al sol, estos fármacos pueden provocar reacciones tóxicas en la piel o desencadenar reacciones alérgicas. Es importante leer los prospectos de los fármacos para conocer estos posibles riesgos. 

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