Los diez errores más comunes que cometemos al tomar una sauna
La sauna es la palabra finlandesa más extendida por el mundo, y define la práctica de alternar duchas frías con sesiones de calor intenso en un habitáculo de madera mediante la acción de echar agua a piedras muy calientes, de modo que se genere un vapor de agua. Las saunas finlandesas suelen tener una temperatura entre los 75ºC y los 100 ºC, aunque por precaución en muchos establecimientos fuera de Finlandia no suelen superar el rango bajo de los 75ºC. La humedad, por otro lado, no debe superar el 20%, para facilitar así la sudoración.
Existe una variante con mucha humedad y con menor temperatura que se conoce como baño turco o hammamhammam, pero que se practica también en todo el mundo y cuenta con mucho arraigo tanto en Turquía como en Hungría, Austria o Bulgaria entre otros países. Adicionalmente también existe tradición de sesiones de calor en Japón, México o las termas de la antigua Roma Imperial. El caso es que el tratamiento del cuerpo con calor extremo goza de arraigado predicamento gracias a sus beneficios.
Beneficios de la sauna
Entre ellos se encuentra la aceleración del metabolismo y del ritmo cardíaco, así como el aumento de la dilatación arterial merced a la mayor presión, lo que ayuda a mantener elásticos los vasos y en general a todo el sistema bien irrigado, de un modo parecido a cuando realizamos ejercicio moderado. La sauna también abre las vías respiratorias, contribuyendo a la limpieza de flemas y mucosa reseca y ayudando a su regeneración.
Por otro lado, el calor acelera la sudoración y con ello la expulsión de subproductos metabólicos (toxinas), así como las impurezas de la piel, el sebo enranciado y la epidermis muerta, favoreciendo su rejuvenecimiento e hidratación. Finalmente, si se toma adecuadamente, combinado frío y calor, la sauna ayuda al mantenimiento del tono de los músculos y la recuperación de lesiones merced a aumentar la irrigación de estos para mantener la temperatura estable.
De todos modos, debido a las alteraciones radicales que provoca en nuestro cuerpo, no todo el mundo puede o debe tomar una sauna. Las personas hipertensas, que tienen problemas cardíacos, de coagulación o renales, deben abstenerse, dado el impacto de esta práctica sobre el sistema cardiocriculatorio y la alta sudoración, que reducirá la hidratación del cuerpo. Tampoco es aconsejable para los niños ni para mujeres en avanzado estado de gestación, a pesar que hasta la Segunda Guerra Mundial en la sauna era el lugar de los partos en Finlandia.
Los diez errores que solemos cometer al tomar una sauna
Ahora bien, tomar una sauna tiene más miga de lo que aparenta, y de hecho en Finlandia esta práctica es un ritual tan sagrado como acudir al templo, por lo que está rodeado de liturgia y normas. Incluso la acción de salpicar agua contra las piedras calientes debe ser realizada de una manera concreta y existe una denominación para el vapor generado (löyly) que se cree que tiene más de 7.000 años de existencia.
Por lo tanto no todo vale y hay una serie de errores que cometemos y que deberíamos corregir si queremos que la sauna tenga sus efectos positivos. A continuación enumeramos los diez más frecuentes.
Creer que adelgaza: la sauna no adelgaza, sí perdemos peso momentáneamente por la evaporación del agua corporal, pero no grasa. Este agua la recuperaremos al cabo de dos o tres horas. Y más nos vale que sea así, porque de lo contrario podríamos sufrir una deshidratación severa con consecuencias graves.
Practicarla después de realizar ejercicio físico: muchas personas suelen tomar una sauna como colofón a una sesión de gimnasio para recuperar el tono muscular. Ahora bien, es una mala idea si vamos a la sauna con el pulso muy acelerado, ya que dentro se nos acelerará más y podemos poner en riesgo nuestro ritmo cardíaco. Mejor esperar como mínimo quince minutos antes de meternos.
Practicarla en ayunas: como la sauna acelera el metabolismo, se consumirá una cierta energía durante la práctica, por lo que es recomendable tener un nivel mínimo de glucosa en sangre a fin de evitar mareos. Mejor comer antes una pieza de fruta o un poco de pan integral.
Realizarla en una sola toma: la sauna consiste en alternar calor y frío, de modo que el cuerpo responda a los cambios bruscos de temperatura con un aumento del metabolismo y la irrigación. Por lo tanto implica hacer tomas de calor y luego duchas con agua fría, más cortas o largas según deseemos. Este contraste es el que acelera nuestro sistema. Además la ducha limpia nuestra puel y facilita la siguiente sudoración.
Prolongar una toma más allá de los diez a quince minutos: las tomas no deben ser excesivas para evitar que la temperatura corporal suba demasiado y nos deshidratemos en exceso. Una toma de diez minutos para luego alternar con una ducha es suficiente. Por otro lado se aconseja que la sesión se limite a un máximo de tres tomas incluso si eres finlandés.
Tomar una última ducha corta y con agua fría: la última ducha tiene como objeto recuperar la temperatura corporal normal, y deberá llevar más rato. Además no debe realizarse con agua fría porque se consigue el efecto contrario, pues el sistema contrarrestará generando más calor. Esto quiere decir que sudaremos una vez ya vestidos, lo que aumenta el riesgo de catarro.
Llevar objetos metálicos: los metales como medallas, anillos y otros abalorios pueden causarnos quemaduras si permanecemos largo rato y la temperatura es elevada.
Llevar algún tipo de prenda: la sauna finlandesa se toma desnudas y desnudos; las prendas, a no ser que sean muy sueltas, impiden la correcta circulación sanguínea y por tanto no consiguen el óptimo efecto deseado.
Hablar, comer o beber en su interior: estas acciones nos pueden alterar el ritmo y la temperatura, con lo que corremos el riesgo de mareos, hipertermina o problema de ritmo cardíaco. Por descontado, practicar el sexo ni en broma.
No beber agua durante la sesión: la elevada sudoración tiene como consecuencia una deshidratación pronunciada. Si la sesión es larga, esta deshidratación nos puede afectar. Por lo tanto es importante ir bebiendo agua, que además favorece una mayor sudoración y drenaje.