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Diez leyendas urbanas sobre la caída del cabello

Foto: Stacie

José Luis García Pérez

¿Se puede evitar o frenar la caída del cabello? Esta es la primera y fundamental pregunta que cabe plantearse. La respuesta no es nada sencilla y quizá no baste con un “depende”. A la larga, perder el pelo de la cabeza es inevitable, y sin embargo es falsa la afirmación de que “dentro de 100 años todos calvos”. Las de los folículos pilosos, son de las pocas células vivas que nos llevamos a la tumba y que pueden seguir generando cabello durante meses. Ese es el motivo de que muchos cadáveres exhumados muestren largos mechones.

¿Qué es la alopecia?

La cabeza tiene un promedio de 100.000 pelos que crecen y se renuevan regularmente, de los que diariamente se caen entre 50 y 100. Cada pelo permanece sobre la cabeza entre dos y seis años, y durante la mayoría de ese tiempo crece continuamente. Cuando se hace más viejo, entra en una etapa de reposo en la que permanece sobre la cabeza, pero no crece. Al final, el pelo cae. Esto le sucede en condiciones normales a una persona sana. Pero cuando la caída de cabello es masiva, o bien solo en determinadas zonas dejando parches, podemos hablar de alopecia.

El término alopecia proviene de la palabra griega 'alopex', que significa zorra, un animal que muda su pelaje varias veces a lo largo de su vida. No se puede considerar genéricamente una enfermedad, sino que en la mayoría de las ocasiones es un síntoma de una alteración física, hormonal o psíquica. Además, algunas alopecias pueden revertir con el tiempo y el cabello puede volver a poblar nuestra cabeza, como ocurre con muchas de las causadas por el estrés, la fiebre, la entrada en la menopausia o un embarazo.

De todos modos, y especialmente en hombres de raza caucásica, la llamada alopecia androgénica -la modalidad que se da en el 95% de los casos, aunque es, sin embargo, mucho menos frecuente entre las mujeres- puede considerarse un fenómeno tan normal como irreversible. La pérdida de pelo es inevitable, pero su grado varía en función del individuo. La intensidad de la alopecia normal o androgénica depende en gran parte de nuestra herencia genética; si nuestro padre es calvo, tenemos muchos números para acabar igual.

No se conoce bien el gen que regula este proceso, pero sí se sabe que interviene sobre los niveles de testosterona de nuestro cuerpo. La testosterona es una hormona que determina la mayoría de los rasgos masculinos, y cuando pasa a la forma dihidrotestosterona (DHT) incide en la atrofia de los folículos del cuero cabelludo. Es posible que el gen de la alopecia impida que actúen las moléculas que bloquean esta transformación.

Tres cosas que sí funcionan

  • Uno de los pocos métodos que se reconocen efectivos en la lucha contra la alopecia es un fármaco conocido como Finasterida. Se trata de un inhibidor competitivo de la enzima 5-alfa-reductasa de tipo II, que es la enzima que transforma la testosterona en DHT. No es un fármaco que se pueda tomar sin receta médica porque altera las proporciones hormonales y puede tener efectos adversos, como la impotencia. En el caso de mujeres, solo se recomienda en casos muy concretos, pues puede provocar malformaciones fetales.
  • Otro compuesto que se ha demostrado efectivo contra la alopecia androgénica es el Monoxidil, un potente vasodilatador que se aplica por vía tópica mediante masajes capilares aceitosos o con base de alcohol. Se desconoce cómo actúa el monoxidil, pero se cree que impide la entrada de calcio en los folículos -ya que este elemento frena la producción de cabello- a la vez que estimula la circulación sanguínea en la zona. Se puede aplicar tanto en mujeres como en hombres, pero debe ser prescrito por un dermatólogo, ya que uno de sus efectos secundarios puede ser, paradójicamente, la caída del cabello.
  • Fuera de estos dos medicamentos, las únicas soluciones son las quirúrgicas: el transplante de una tira de tejido de la nuca en la que los folículos están todavía activos, o bien los microinjertos de folículos activos. Ambos métodos son eficaces y garantizan que el pelo recrecido se mantendrá, pero se trata de tratamientos bastante caros -sobre los 15.000 euros- y que pueden presentar complicaciones postoperatorias.

Diez cosas que no funcionan

El resto de 'soluciones' no dan resultado y solo nos hacen perder el tiempo o gastar el dinero. Si queremos luchar con eficacia contra una caída de pelo anormal, lo mejor es que acudamos a un dermatólogo y nos dejemos aconsejar. A continuación se relatan diez supuestos remedios que no sirven absolutamente para nada.

1. Hincharte a vitaminas

Puede que seas de las raras personas que presentan alopecia en algún momento de su vida por algún déficit vitamínico específico, como que por ejemplo te falte biotina -vitamina B7- o presentes anemia ferropénica, es decir que te falte hierro. Si los análisis demuestran que es así, puedes tomar algún suplemento específico con estos elementos y tal vez tengas buenos resultados. Pero evita los suplementos multivitamínicos, que no te aportan nada y en exceso pueden resultar nocivos.

2. No lavarte el pelo con frecuencia

El mito de que lavarse demasiado el cabello propicia la caída del mismo es totalmente falso. Ni la humedad lo pudre, ni el champú lo reseca y lo mata. La realidad es totalmente la contraria: no lavarse el pelo sí que favorece la caída del cabello, ya que la secreción seborréica del cuero se acumula y ahoga los folículos. Lo mejor es lavarse el cabello si no a diario, sí varias veces por semana.

3. Evitar el secador, los rizadores y los onduladores

Del mismo modo que dejar el cabello mojado no incentiva su caída, tampoco abusar del secador, o de rizadores u onduladores destruirá los folículos y provocará alopecia. Es posible que agreda al cabello quemándolo o resecándolo en exceso, con lo que tendrá una apariencia más tosca y menos brillante, pero una vez cortado el pelo volverá a lucir tan sano como antes.

4. Cortarte el pelo corto o raparte al cero

El cabello no es una planta perenne que se pueda podar para que en la siguiente estación crezca con más vigor. El que crezca más fino o más grueso depende de la salud del folículo, no de la longitud del cabello. Si el folículo está senescente, seguirá produciendo pelo fino y quebradizo una vez nos hayamos rapado.

5. Evitar las gomas y las extensiones

No es cierto que las gomas prietas o las extensiones de rastas o peinados afro dañen el folículo y favorezcan la alopecia. Simplemente pueden hacer que en un momento dado caigan más cabellos, pero volverán a crecer si el folículo está vivo.

6. Lavarte el pelo con champú para caballos

Hace unos años brotó la estrambótica moda de ir a las clínicas veterinarias a comprar champú para crines de caballos y usarlo como champú humano. La misma se basaba en el mito de que como contiene biotina, es eficaz contra la alopecia. No solo es mentira, sino que también es altamente desaconsejable usar estos productos, porque el pelo del caballo es completamente distinto al nuestro y requiere un tipo de champú más agresivo.

Otra cosa es que usemos marcas comerciales para humanos que usan en el etiquetado la denominación “para caballos”, como la que lanzó un conocido supermercado. No es cierto que fortalezcan el pelo ni frenen su caída, ya que la biotina no se absorbe por vía dérmica, pero tampoco hacen ningún daño. Es simplemente un tema de publicidad engañosa.

7. Practicar la abstinencia sexual si eres hombre

Durante años ha circulado la curiosa teoría de que la eyaculación masculina podía ser un factor que provocara alopecia, sobre todo si se producía en exceso. El argumento que sustentaba tal teoría era que la misma aumentaba los niveles de testosterona en sangre y por tanto la probabilidad de que se transformara en DHT. Sin embargo varios estudios han comprobado que la tasa de conversión de testosterona a DHT no depende de la cantidad de la primera.

8. Someterte a tratamientos de láser

Algunos centros de estética y belleza ofrecen tratamientos de lo que llaman “láser de baja frecuencia”, que en teoría estimulan el folículo. No existe ningún estudio científico que demuestre la eficiencia de tales técnicas. En cambio, suelen ser tratamientos caros que además, en caso de insatisfacción, no se pueden denunciar ante un organismo de sanidad, ya se consideran simplemente estéticos.

9. Someterte a la llamada 'ozonoterapia'

Es un caso exactamente igual que el anterior: un timo por el que además no se puede reclamar.

10. Someterte a un 'masaje linfático capilar'

Otra estafa de la que hay que huir a toda costa.

11. De propina

No: que tengas canas no significa que te vayas a quedar calvo. Quiere decir que en algunos de tus folículos han muerto los melanocitos -responsables de la coloración del pelo- pero el resto de células siguen siendo capaces de crear un cabello sano y fuerte.

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