Cómo realizar un lavado nasal de una forma eficaz
Hay un dato del que no tenemos demasiada constancia, pero es fundamental para darnos cuenta que meternos agua con sal por la nariz no es ninguna idea descabellada, ni una pseudociencia, a pesar de que esta práctica recibe un nombre de origen indú -jala neti; guiar el agua- y suele ser habitual entre los practicantes del yoga y la meditación. El dato es que hasta el siglo XVI no existía la costumbre de sonarse con un pañuelo.
Al contrario, la costumbre era la de sonarse hacia el interior, lo que vulgarmente llamamos “sorber los mocos”, para llevarlos a la garganta y expulsarlos con un escupitajo. Las razones por las que el pañuelo se puso de moda, y se quedó definitivamente entre nosotros, acaso serán varias, pero a buen seguro el no desagradar a los que nos rodean fue una de ellas...
Sea como fuere, especialmente en esta época del año, abundosa en polen, estornudos y acumulación de mucosas en las cavidades nasales, la practica del lavado nasal puede ser muy oportuna para hacer limpieza, tanto de mucosidades como de polen y otras sustancias extrañas y alergénicas que nos hayan entrado por la nariz y estén excitando la creación de mucosa por parte de nuestro sistema inmunitario. Ello nos ayudará a aminorar sensiblemente los efectos del polen y otras sustancias, que van desde los estornudos a la profusión de mocos y la obstrucción bronco respiratoria o asma.
Cómo realizar un lavado nasal eficaz
En esencia el lavado nasal consiste en introducirnos agua con sal por los orificios nasales para que realice un lavado de restos mucosos, polen y otras sustancias como partículas contaminantes 2.5 PM, lanzadas por los motores de los coches y motocicleta, especialmente los diesel. Se puede hacer de una forma simple introduciéndonos el agua a pelo por un orificio y luego el otro, y sacándola por el mismo, pero el método es bastante menos eficaz que el uso de una jarra específica para lavados nasales, que pueden encontrarse en cualquier farmacia.
En esencia la jarra es un recipiente con un tubo curvado para que nos lo podamos introducir por un orificio nasal e impulsar el agua, de modo que salga por el otro orificio. Para ello debe seguirse un ritual postural muy concreto y se utilizará agua con sal añadida o bien los sueros que se comercializan a tal efecto, pero que en esencia son lo mismo. La liturgia del lavado nasal es la siguiente:
Una vez rellenada la jarra con agua levemente salada -apenas una cucharadita cafetera por medio litro- inclinaremos bien la cabeza en la pica del baño hacia adelante, de modo que impidamos que el agua llegue a la garganta. Colocaremos entonces el tubo en uno de los orificios y volveremos la cabeza hacia un lado.
Impulsaremos entonces el agua de la jarra con una suave presión, si no saliese con suficiente por gravedad, hasta sentir que el agua pasa hacia la otra cavidad nasal.
Verteremos aproximadamente mitad de la solución en este tránsito entre las fosas nasales, respirando por la boca. Durante el proceso veremos que el agua nos sale por el otro agujero de la nariz. Si una vez terminado el mismo todavía notamos que no hemos eliminado toda la mucosa, podemos repetirlo.
Repetiremos el proceso desde el otro orificio.
Remataremos sonándonos con suavidad para expulsar el resto de agua de ambas cavidades.
Nos incorporaremos y nos secaremos. Nos sonaremos la nariz de forma suave hacia afuera cerrando alternativamente un orificio nasal cada vez.
Finalmente nos sonaremos otra vez, pero en esta ocasión hacia adentro, de modo que absorbamos los restos que mucosidad que puedan quedar, que pasarán a la garganta y los expeleremos por la boca.
Beneficios del lavado nasal
Entre los beneficios del lavado nasal, practicado en cualquier época del año, especialmente por la mañana al levantarnos, o bien por la noche antes de acostarnos si tenemos problemas de apnea del sueño, están los siguientes:
- Humidifica las mucosas nasales, facilitando así su mejor respuesta defensiva ante la entrada de alérgenos y agentes infecciosos, con lo que también previene las infecciones de las vías respiratorias.
- Disminuye los síntomas de las alergias respiratorias, mejorando mucho la calidad de vida.
- Aminora los síntomas del asma.
- Previene contra el síndrome de la apnea del sueño, disminuyendo el número de obstrucciones y el tiempo en el que la persona desciende su nivel de oxígeno por debajo del 90%.
- Reduce los efectos de la sinusitis.
- Ayuda a paliar la rinitis crónica.
- Mejora la respiración nasal.
- Previene resfriados.
No obstante, si somos propensos a las hemorragias nasales o bien hemos tenido recientemente una operación en la zona o se nos ha practicado una rinoscopia, deberemos abstenernos de los lavados nasales. Definitivamente en el primer caso y parcialmente en los otros dos.