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'Best sellers' o clásicos, libros que han quedado pendientes por el trajín del año o recomendaciones de amigos: el verano y las vacaciones son el momento elegido por muchas personas para dedicarse a la lectura.
Pero en muchas ocasiones el libro que empezamos a leer no está a la altura de nuestras expectativas. Unas veces porque genera aburrimiento, otras porque nos resulta difícil de entender, o simplemente porque en ese momento no logramos “conectar” con el texto, con las palabras o las ideas del autor.
Todo indica que ese sería el momento de abandonar ese libro. El escritor argentino Jorge Luis Borges aconsejaba a sus alumnos: “Si un libro les aburre, déjenlo”. Enfatizaba que no había que obligarse a leer un libro por el hecho de que este fuera famoso, o antiguo, o moderno. Si para quien leía resultaba tedioso, debía abandonarlo.
“Ese libro no ha sido escrito para ustedes”, insistía Borges, quien añadía que “la lectura debe ser una de las formas de la felicidad”. En la misma línea, el francés Daniel Pennac incluyó en su célebre decálogo de “Derechos del lector” el derecho a no terminar un libro.
Sin embargo, componen una legión los lectores a quienes les cuesta mucho –demasiado– abandonar un libro a mitad de camino. Les da culpa. Y se fuerzan a leerlo hasta el final, aun cuando en la mayoría de los casos se confirma su intuición inicial: que esa obra no había sido escrita para ellos.
Algunos datos sobre lectores y lecturas que se abandonan
Las plataformas de descarga de libros en formato digital y las de reseñas –al estilo de Goodreads– han permitido, en los últimos años, la elaboración de informes y listados acerca de ciertos hábitos de lectura y de los libros abandonados con mayor frecuencia.
Hace algunos años, una encuesta reveló que hasta el 40% de los usuarios de Goodreads leen los libros siempre hasta la última página, incluso aunque no les gusten. Los dos libros más abandonados, según el mismo trabajo, eran Una vacante imprevista de J. K. Rowling (la creadora de Harry Potter) y Cincuenta sombras de Grey de E. L. James.
Por su parte, un análisis a partir del uso de la etiqueta “abandonado” en las reseñas de esa misma plataforma mostró que entre los libros que sufren ese destino con mayor asiduidad hay obras tan populares como Juego de Tronos de George R. R. Martin y tan prestigiosas como La broma infinita, de David Foster Wallace.
Un matemático estadounidense creó un método para calcular cuáles eran los libros más abandonados entre los usuarios del lector electrónico Kindle, de Amazon. Y lo llamó 'Índice Hawking', en alusión al científico Stephen Hawking, cuya Breve historia del tiempo suele ser considerada “la obra más abandonada de todos los tiempos”.
La plataforma Jellybooks lo analizó en función de géneros. Concluyó que el porcentaje de libros leídos hasta el final es similar entre mujeres y hombres. Pero, al momento de abandonar libros, los varones lo hacen mucho antes que las mujeres: si no los convence, la mayoría de deserciones se produce entre las páginas 20 y 50.
Ellas, en cambio, tienen un margen de tolerancia que suele rondar la página 100. Por cierto, de entre las personas que se apuntaron de forma voluntaria para participar de este estudio, cuatro de cada cinco fueron mujeres. Un dato que no sorprende, pues casi todas las encuestas al respecto revelan que las mujeres leen más libros que los hombres.
El porqué de la culpa
Ahora bien, ¿por qué a muchas personas les cuesta abandonar la lectura de un libro? ¿Por qué les genera tanta culpa?
Una respuesta casi intuitiva puede estar relacionada con el dinero invertido en la compra del ejemplar: “Ya que he pagado por él, lo tengo que leer”. Pero las personas que experimentan esta suerte de pulsión por llegar hasta el final no la sienten solo con los libros comprados, sino también con los recibidos en préstamo o de regalo.
En la misma línea, podría surgir un razonamiento vinculado con el tiempo: “He empleado varias horas para llegar a la mitad del libro, no merece la pena abandonarlo ahora, llegaré hasta el final”. También se puede mencionar la curiosidad por saber qué pasará con la historia, o la esperanza de que al final el libro mejore.
Sin embargo, parece haber razones psicológicas más profundas. Según ha explicado el psicólogo Matthew Wilhelm a 'The Wall Street Journal', hay dos grandes tipos de personalidad, y en función de lo cerca que una persona esté de uno u otro sentirá más o menos culpa al dejar un libro por la mitad.
De acuerdo con esa clasificación, por un lado están las personas que suelen motivarse a través de recompensas y castigos. Cuando no encuentran en un libro el placer o la utilidad que esperaban (recompensa) y dejarlo a la mitad no le supondrá consecuencias (castigo), ¿para qué continuar? Estas personas abandonan la lectura de los libros con mayor facilidad.
En el otro extremo se encuentran las personas a las cuales dejar una tarea inconclusa les genera ansiedad, estrés e incluso angustia. “Hay una tendencia a percibir los objetos como terminados o enteros aunque no lo sean –explica Wilhelm–. Esta motivación es muy poderosa y ayuda a explicar la ansiedad en torno a las actividades inacabadas”.
Tal tendencia está relacionada con el llamado efecto Zeigarnik: el afán del cerebro humano por terminar las tareas iniciadas, y la molestia o angustia que siente cuando debe dejarlas sin concluir.
En ese efecto se basan tanto la memoria de los camareros (que recuerdan bien los pedidos pendientes pero olvidan casi de inmediato los que ya han entregado) y el cliffhanger, el truco narrativo de crear mucha intriga en el final de un capítulo para “enganchar” al lector o espectador y que siga con el capítulo siguiente.
Por ese motivo, un consejo recurrente para vencer la procrastinación es el de “solo cinco minutos”: iniciar la tarea que se debe realizar como si fuera a hacerlo durante un lapso muy breve. Comenzada la actividad, el cerebro en teoría será presa del efecto Zeigarnik y sentirá una especie de ansiedad por acabar el trabajo comenzado. De algún modo, eso es lo que les sucede a muchas personas con la lectura de libros.
Cómo abandonar libros y no sentir culpa
En cualquier caso, no hay una conducta “correcta” o válida para todo el mundo: cada persona elige si abandonar los libros en cuanto siente deseos de hacerlo o si llegar con la lectura hasta la última página pase lo que pase. Lo que sí resulta saludable es no sentir culpa (o que esta sea mínima) por el hecho de dejar un libro por la mitad.
Un consejo útil en este sentido lo ofrece la periodista y escritora estadounidense Jen Doll, quien apunta que “no hay suficiente tiempo en la vida para sentirse mal por un libro que estás leyendo”. El tiempo de la vida es limitado y no conviene malgastarlo en cosas que realmente no aporten algo de valor.
Doll añade que convierte el sentimiento de culpa por ese abandono en decepción. De esa manera, quita de sí misma el peso de la sensación negativa y lo carga sobre el libro, que no estuvo a la altura de las expectativas. Y así pasa a la siguiente lectura: hay muchos libros ahí fuera, esperando ser leídos.
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