El tiempo también pasa para nuestro hogar. Por muy bien que cuidemos nuestro casa y lo contenido en ella, con los años objetos como los de metal se oscurecen y se tornan rojizos, pudiendo dañar permanentemente todo tipo de superficies —a no ser que vivas es una burbuja libre de oxígeno, claro—. Y es que este elemento gaseoso, al entrar en contacto con hierro y acero expuestos a grandes cantidades de humedad genera una reacción química que los estropea por completo. Afortunadamente la inmensa mayoría de las manchas de óxido se pueden atajar.
Para empezar, es importante pensar en la prevención. Una buena forma de evitar manchas de óxido es eliminar las posibilidades de que aparezcan o, al menos, minimizarlas lo máximo posible:
- Acero inoxidable: es recomendable que optemos por acero inoxidable a la hora de elegir nuestra cubertería o electrodomésticos. Este metal es tratado para tener elevada resistencia a la corrosión, gracias a su aleación con cromo u otro tipo de metales con gran afinidad al oxígeno, generando una capa que repele la corrosión. Recuerda que si el acero inoxidable es expuesto a ácidos, puede perder su película protectora y oxidarse como el resto de metales.
- Oro, plata, platino: los metales nobles, entre ellos el oro, la plata y el platino, no sufren el fenómeno de corrosión u oxidación cuando se exponen a las condiciones corrosivas de los ambientes acuosos (ácidos o no) con presencia de oxígeno. Estos metales son perfectos para tu joyería, ya que aunque suponen una inversión mayor, durarán mucho tiempo, eliminando de la lista la amenaza del óxido.
- Cobre: este metal seminoble es muy poco reactivo al oxígeno, por lo que es muy difícil que se oxide. Es por esto que es un material ideal para el menaje y grifería de nuestra cocina. Como valor añadido, las sartenes y ollas de cobre no solo son resistentes al óxido, también son unas distribuidoras del calor muy eficaces.
- Evita los metales: otra forma de asegurarnos de que no se oxidan nuestros metales es ignorarlos por completo. Ya se han ideado griferías donde el metal no entra en contacto con el circuito del agua. Para las superficies, la madera o los materiales plásticos pueden ser la mejor opción, aunque recuerda que tampoco son inmunes al paso del tiempo.
- Evita la humedad: el fenómeno de oxidación solo se produce tras la exposición de grandes cantidades de humedad sobre la superficie de metal. Secar nuestros metales tras su uso y vigilar que no están expuestos a fuentes de agua son métodos eficaces de atajar el óxido de raíz.
Grifería como nueva
Un lugar donde difícilmente podemos evitar la exposición a la humedad es en la grifería. Aunque sea de acero inoxidable, el paso del tiempo puede corroer su película protectora, dejando que el óxido se extienda con libertad. No tienes por qué cambiar tus grifos si se oxidan, ya que pueden tener solución:
- Papel de aluminio: frotar papel de aluminio (el que puedes encontrar en cualquier supermercado) sobre la zona afectada hace que el óxido desaparezca. Nada de rascar, de cincelar ni picar. Cuando pones en contacto el aluminio con el óxido de hierro, el aluminio se oxida reduciendo el óxido de hierro a hierro. Sin embargo, este proceso necesita energía para empezar y esto es lo que ofreces haciendo fricción. La capa protectora del aluminio se rompe, permitiendo el contacto entre el aluminio y el óxido de hierro y con la fricción la reacción comienza. Para desencadenar este proceso necesitarás frotar con insistencia. Ten paciencia, los resultados valdrán la pena.
- Cola o vinagre: tanto el refresco de cola como el vinagre contienen ácido fosfórico, eficaz para eliminar el óxido. Aplica en abundancia cualquiera de estos dos líquidos a un paño o papel de cocina y envuelve la grifería con él. Deja reposar toda la noche y frota suavemente al día siguiente. Este método también es muy eficaz contra las manchas de cal.
Cubertería con lustre
Por muy bien que cuidemos nuestros cubiertos, incluso si son inoxidables, estos están en contacto constante con elementos abrasivos y expuestos a la humedad, por lo que es cuestión de tiempo que aparezca el óxido en las puntas de nuestros cuchillos o en la junta de los mangos. No tires tu cubertería, que aún tiene remedio:
- Bicarbonato: haz una pasta de bicarbonato de sodio y agua y aplica la mezcla con un estropajo. Deja reposar toda la noche y al día siguiente frota suavemente el óxido y seca con un trapo limpio.
- Patata: clava tus cubiertos en una patata en la zona oxidada y déjalos actuar toda la noche. La patata contiene ácido oxálico que ayuda a eliminar la acumulación de óxido. También puedes cortar la patata por la mitad, cubrirla con bicarbonato y limpiar el metal oxidado con las rodajas.
- Secar inmediatamente: tras fregar tus cubiertos, sécalos inmediatamente. Si no puedes hacerlo, colócalos de tal forma que no acumulen gotas sobre el mango u otras áreas. Tradicionalmente se usan vasos para dejar secar los cubiertos, pero tal vez podrías plantearte invertir en una bandeja específica, que retendrá menos la humedad.
Lavavajillas sin óxido
Sí, el interior de nuestro lavavajillas también puede oxidarse. Es un proceso inusual, ya que estos electrodomésticos están más que preparados para soportar la humedad, pero puede ocurrir con el paso del tiempo. Antes de que esto ocurra, lo mejor es prevenir:
- Deja que se seque: una vez que el lavavajillas termina un ciclo de lavado, saca tu cubertería cuando sea posible —ten cuidado de no quemarte— y déjalo abierto para que no acumule humedad.
- Fundas: si quieres evitar que los extremos de tu rejilla del lavavajillas se oxiden o si se ha oxidado, existe una solución bastante económica. Las fundas de rejilla son un remedio versátil contra el óxido. Hechas de plástico, se introducen en los salientes de tu rejilla para dejarla como nueva. Un centenar de fundas puede costar apenas entre tres y nueve euros, por lo que tendrás suficientes como para ir reemplazando las que se estropeen.