Antiguamente los electrodomésticos más caros eran aquellos que tenían más botones, más luces y más funciones. Ahora, los consumidores se fijan en otras cosas, como el consumo eléctrico y la eficiencia.
La clasificación de eficiencia energética en la Unión Europea varía desde la categoría A (más eficiente) hasta la categoría G (menos eficiente). Esta clasificación se basa en el consumo de energía y otros factores relacionados con la eficiencia del dispositivo, como el consumo de agua, el nivel de ruido o la presencia de modos o programas 'eco' de bajo consumo.
A partir de 2019 entró en vigor en la Unión Europea un nuevo reglamento para la clasificación energética de los electrodomésticos que hizo desaparecer las clasificaciones A+, A++ y A+++ anteriores, dejando solo de la A a la G. El nuevo etiquetado es obligatorio para lavavajillas, lavadoras, secadoras, frigoríficos, televisores y monitores, sistemas de iluminación y aire acondicionado.
Los electrodomésticos más eficientes también son más caros. A veces mucho más que otros modelos con clasificaciones energéticas más modernas. Sin embargo, esa etiqueta garantiza que consumirán menos energía. El cálculo puede ser complicado: elegir una clasificación u otra depende de la diferencia de precio, cuánto usaremos ese electrodoméstico cada día, el precio de la electricidad (ahora y en el futuro) y la vida útil del aparato.
Eficiencia relativa para cada aparato y uso
Pagar más por un electrodoméstico que debemos cambiar al cabo de dos años puede no ser rentable a largo plazo. Por el contrario, los ahorros en la factura de electricidad se acumulan y si el aparato dura diez años, es probable que compense con creces la diferencia de precio y nos ayude a ahorrar. Mucho depende también del tipo de electrodoméstico y el uso que le demos.
Frigoríficos y congeladores
Estos aparatos están encendidos las 24 horas del día los 365 días del año, por lo que en este caso, invertir en modelos de alta eficiencia puede resultar en un ahorro significativo de energía a largo plazo. Los modelos más eficientes utilizan tecnologías avanzadas para reducir el consumo de energía sin comprometer el rendimiento ni la rapidez con la que enfrían. Por ejemplo, el uso de luces LED para la iluminación interior o la tecnología No Frost para evitar la escarcha, que reduce el rendimiento. Según datos de Media Markt, un frigorífico con etiqueta A puede consumir un 40% menos que otro con etiqueta C. Teniendo en cuenta que representan alrededor del 15% del gasto total en un hogar medio y que su vida útil es muy larga, el desembolso casi siempre compensa.
Lavadoras y secadoras
Al contrario que los frigoríficos y congeladores, estos electrodomésticos solo están encendidos durante un par de horas al día. Aún así, son también los que tienen una mayor potencia y un mayor consumo eléctrico por hora, por lo que hay beneficios en que tengan una mayor eficiencia energética. El mayor ahorro se produce al lavar en frío. Una lavadora con agua fría consume unos 140 kWh al año, frente a unos 570 kWh a 40⯰C.
Las lavadoras de alta eficiencia no solo consumen menos energía para calentar el agua, sino que también suelen usar menos agua y tienen ciclos de lavado más cortos y efectivos, lo que puede ahorrar energía y recursos a largo plazo. Las secadoras tienen fama de tener altos consumos, pero los modelos modernos de condensación y evacuación están al mismo nivel que las lavadoras, mientras que los modelos más eficientes, de bomba de calor, consumen alrededor de la mitad.
Aire acondicionado
Estos dispositivos pueden tener un impacto sustancial en el consumo de energía del hogar, especialmente en climas muy calurosos, porque se utilizan durante muchas horas al día durante muchos meses al año. La diferencia es muy importante, ya que los modelos con etiqueta A pueden consumir hasta un 80% menos que los que tienen clasificaciones energéticas más bajas.
Una de las formas de conseguir esta eficiencia es la tecnología inverter, que permite al aparato regular su potencia dependiendo de la temperatura en lugar de apagarse y encenderse como los aparatos más antiguos. Si además el sistema de aire acondicionado tiene bomba de calor y se emplea para la calefacción, el ahorro se multiplica a lo largo de más meses durante el año.
Hornos
Los hornos eléctricos son uno de los electrodomésticos en los que la etiqueta de eficiencia energética elevada tiene sentido si se usan con frecuencia. Uno de los factores determinantes es que el horno sea de convección, con un ventilador de aire que puede suponer un ahorro de un 20% de energía respecto a otro que no lo tenga. Los hornos de vapor también son más eficientes que aquellos que no tienen esta función, pero pueden ser mucho más caros.
Otro factor que afecta al consumo es la función de autolimpieza. Los hornos pirolíticos se calientan hasta los 500ºC y el proceso de limpieza es eficaz, pero con un mayor consumo. Los sistemas de autolimpieza de aquálisis son a una temperatura menor, de 250ºC, pero puede ser necesario limpiarlos más a menudo.
Lavavajillas
Como ocurre en el caso de las lavadoras, los lavavajillas de alta eficiencia pueden reducir significativamente el consumo de agua y energía, pero aquí hay algunas diferencias. Merece la pena conocer el uso que se le da, si es diario o no, y si dispone de programas de media carga.
También como en las lavadoras, lo que hace que aumente la factura de la electricidad es calentar el agua para lavar, que en ciertos ciclos puede llegar a los 65ºC, garantizando que se eliminen todas las bacterias. Los lavavajillas con etiquetas más eficientes disponen de modos de lavado 'eco', a temperaturas más bajas, que ahorran hasta un 20%, pero que a cambio son mucho más largos para conseguir los mismos resultados, a veces de cuatro horas.
Microondas
Estos electrodomésticos tienen una potencia de 800-1000 W, pero se utilizan durante cortos periodos de tiempo, que puede que no lleguen a sumar una hora diaria. Dado que la tecnología es muy simple (un emisor de microondas y un plato giratorio) no hay muchos avances que puedan hacerlos más eficientes y la diferencia en el consumo de energía entre modelos con distintas etiquetas energéticas es relativamente pequeña.
Pequeños electrodomésticos
Los pequeños electrodomésticos como tostadoras, hervidores de agua, aspiradores o secadores de pelo, como en el caso anterior, pueden tener potencias que rondan los 1000 W, pero se utilizan durante muy poco tiempo. Esto hace que el consumo eléctrico sea bajo en comparación con los electrodomésticos más grandes, por lo que la eficiencia energética no tiene un impacto tan grande.
Es importante tener en cuenta que la eficiencia energética no es el único factor a considerar al comprar un electrodoméstico. La durabilidad, el rendimiento y otras características también son importantes. Además, a pesar de que un electrodoméstico con una etiqueta de eficiencia energética más alta puede tener un costo inicial más alto, este costo puede ser compensado a lo largo del tiempo a través del ahorro en las facturas de energía.
La eficiencia energética no solo afecta a nuestros bolsillos, sino al planeta, y nunca ha sido tan importante como ahora que se están agotando los recursos y los efectos del calentamiento global son patentes. Según la Comisión Europea, cada hogar puede ahorrar alrededor de 2.000 euros al año con los electrodomésticos más eficientes, y se calcula que si toda Europa dejara de usar los electrodomésticos antiguos, se ahorrarían un total de 3,3 TWh (es decir, 3.300 millones de kilovatios hora) de electricidad al año.