Milagros, socia y lectora de eldiario.es, nos hace la siguiente, y muy veraniega, pregunta: “voy directa al grano: ¿funcionan las bolsas de agua colgadas en puertas y ventanas para ahuyentar a las moscas? Las he visto desde niña en casa de mis tías cuando voy al pueblo, y ahora también en las de mis primas. La verdad es que siempre me lo he preguntado pero he dado por supuesto que sí, pero el otro día en casa de una amiga, vecina de una de mis tías, vi que no hay ni moscas ni bolsas; le comenté a mi tía y para mi sorpresa ella me dijo que en realidad las ponía porque daba por sentado que funcionaba el truco pero que tampoco lo tenía muy claro.”
La bolsa de agua colgando del marco de la puerta, de las vigas en restaurantes o de las ventanas, es un truco tan antiguo como la invención del plástico que supuestamente es eficaz para espantar a las moscas domésticas. Hace unos años levantó cierta polémica en Estados Unidos a raíz de la moda de utilizar el sistema en restaurantes urbanos ecologistas, como método natural y alternativo a los insecticidas para mantener la higiene alimentaria.
Es conocido de sobras que las moscas pueden ser un vector infeccioso si se posan sobre la comida y en este sentido la normativa dice que no debe haber moscas ni insectos similares en el interior de los locales, especialmente en la zona de la cocina pero tampoco en la de comensales. Los defensores del método alegaron entonces razones científicas para defender el sistema con sus variantes, que van desde introducir unas monedas a una rana de plástico en el interior de la bolsa.
Según ellos, la visión de la mosca, que tiene dos ojos complejos compuestos de numerosos ojos más pequeños que reconstruyen la imagen, al ver el reflejo deformado y agrandado de lo que contiene la bolsa, emite una señal de alarma al cerebro y hace que el insecto huya. Recientes estudios demuestran que las moscas son capaces de sentir señales permanentes de miedo y prevención ante las amenazas.
Otros motivos que alegan los defensores de las bolsas de plástico es que al reflejar la luz en el agua, el haz se descompone en sus colores, como si de un prisma se tratase, y así es enviado al ojo de la mosca, lo que la confunde y molesta, haciendo que se vaya del lugar. Otras hipótesis apuntan a que la mosca se ve reflejada a sí misma pero aumentada y eso la espanta, o bien que las monedas les parecen una araña y la rana un predador gigante.
Finalmente, muchos se apoyan en la experiencia de haber probado el método con supuestos excelentes resultados, lo cual es el mejor sistema para extender este tipo de certezas. Lo cierto es que el departamento federal de salud y medicamentos de Estados Unidos, la FDA, no validó el método y obligó a los restaurantes a utilizar otros cuya eficacia si estuviera verificada por ensayos.
Además, un ensayo del entomólogo de la Universidad de Carolina del Norte Michel Stringham en granjas de gallinas ponedoras, encontró más excrementos de mosca en el área de suelo debajo de las bolsas y aledaños que en aquellas zonas donde no se colocaron, lo que llevó al investigador a suponer que la eficiencia era nula o incluso contraria, si bien la prueba se hizo en un recinto cerrado donde no llegaba luz del sol directa.
Lo que piensan los expertos
No hemos sabido encontrar más literatura científica al respecto, lo cual puede decir mucho en favor de que los investigadores no suelen perder demasiado el tiempo en ensayos superfluos y estúpidos… De todos modos, hemos contactado con Andreu Puig, entomólogo formado en la Universitat de Barcelona. Aunque reconoce que la creencia está muy extendida y que son pocos los argumentos desarrollados para desarbolarla, Puig es escéptico respecto a la eficacia del método.
Para ello se basa en que “si algo tienen complejo las moscas es el ojo, que es como una enorme pantalla de sensores -ojos- visuales que captan un amplio campo de visión y lo componen en un puzzle, pero también se cree que pueden analizar lo que capta cada pequeño ojo individual y simple, al menos a nivel de señal de luz”. De este modo, según Puig, “la teoría de que se asustan al ver la luz descompuesta en colores no se tiene porque se supone que pueden interpretar un haz de luz descompuesto en sus colores”.
También destaca que aunque los últimos estudios apuntan a que tienen sentido de la prevención, “lo que las asusta son movimientos bruscos y que no responden a un ritmo, pero no reflejos permanentes o la visión agrandada de otros seres; de hecho las tenemos siempre encima a pesar de que somos proporcionalmente enormes para ellas, tanto que seguramente no tengan sentido de la proporción para interpretar las deformidades”.
Puig apunta al ejemplo de las vacas, que espantan las moscas con el rabo pero estas regresan de nuevo porque han aprendido que es un movimiento repetitivo y previsible. “Del mismo modo”, concluye, “una imagen deforme o reflectante pero fija y constante en el quicio de una puerta o el marco de una ventana acabará siendo para ellas algo no peligroso cuando se familiaricen.
El entomólogo termina: “al menos esta es la teoría, aunque podría ser que, en efecto, las moscas sí se sintieran molestas por la presencia de la bolsa, pero por motivos que desconocemos y en todo caso, nada relacionado con su visión.” Así que solo podemos responder a Milagros que no hay suficiente literatura científica para negar la eficacia del método de la bolsa de agua, pero tampoco existen ensayos en el sentido contrario, es decir que confirmen su efectividad. Aunque los expertos tienen a apuntar que el sistema no tiene base científica.
Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete a nuestros boletines
suscríbete a nuestros boletines