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Gafas de lectura graduadas a la venta en farmacias, supermercados y ‘online’, ¿quién las puede usar sin riesgo?

Martín Frías

28 de septiembre de 2023 22:10 h

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Si tienes más de 40 años es probable que hayas empezado a notar que te cuesta leer la letra pequeña de las etiquetas o, en general, enfocar la vista de cerca. A veces tienes que entrecerrar los ojos o alejar lo que estás leyendo en un esfuerzo por descifrarlo. Es posible pues que hayas empezado a padecer presbicia, una afección ocular muy común a medida que envejecemos. No se trata de una deformidad del globo ocular, como la miopía, hipermetropía o el astigmatismo, sino una consecuencia del envejecimiento del ojo. 

Lo ideal sería, ante los primeros síntomas, acudir al oftalmólogo para que descarte cualquier otra posible causa. Pero muchas personas en estas circunstancias que todavía ven bien a medias distancias y de lejos, deciden tomar un camino más rápido y comprar gafas pregraduadas “de farmacia”, que ahora también están disponibles en muchos supermercados y tiendas online a un precio muy inferior a lo que cuestan unas gafas graduadas en una óptica. ¿Tiene riesgos esta decisión? 

Cómo se produce la presbicia

Si has enfocado alguna vez una cámara réflex de forma manual verás que tienes que girar la lente para ajustar la distancia y conseguir que los objetos se vean nítidos. El ojo es mucho más avanzado y dispone de una lente flexible que se ajusta sola: el cristalino. 

El cristalino del ojo es una estructura transparente y flexible ubicada detrás del iris y la pupila. Su función principal es enfocar la luz que entra al ojo sobre la retina, que es la membrana sensible a la luz en la parte posterior del globo ocular. El cambio de forma del cristalino es controlado por músculos ciliares situados a su alrededor. 

Durante la visión de objetos lejanos el músculo ciliar se encuentra relajado y el cristalino está aplanado. Por el contrario, cuando es necesario enfocar un objeto cercano, el músculo ciliar se contrae, lo que provoca que el cristalino aumente entonces su espesor.

El origen de la presbicia se encuentra en que, con el tiempo, el cristalino se endurece y pierde su elasticidad, lo que disminuye su capacidad para cambiar de forma y enfocar objetos cercanos. A medida que el cristalino se vuelve menos flexible, los músculos del ojo también tienen más dificultades para cambiar su forma, lo que contribuye a la incapacidad de enfocar de manera adecuada. De ahí que la presbicia también se conozca como “vista cansada”. 

Cómo pueden ayudar las gafas de lectura

Entre las opciones de tratamiento de la presbicia están es el uso de gafas correctoras, lentes de contacto y cirugía correctiva, como la cirugía de lente intraocular o la cirugía láser. Cada opción tiene sus pros y contras, y la elección depende de factores como la edad, la salud ocular general y las necesidades del paciente.

La corrección de la presbicia es, en principio, sencilla. Como el cristalino no puede abombarse lo necesario, el punto focal de la imagen se sitúa detrás de la retina, causando la visión borrosa a cortas distancias. Una simple lente convexa delante del ojo corrige esta diferencia, haciendo que la imagen sea nítida. Así se fabrican las gafas de lectura de farmacia, que son simples lentes de aumento.

Pero para que esta corrección sea la adecuada, es necesario saber cuál es la potencia de las lentes necesarias, es decir, cuántas dioptrías deben tener. Hay tests online que permite una aproximación de estos valores, simplemente proponiendo a la persona que lea textos con distintos tamaños, pero solo un test de optometría dará el valor exacto.

Los posibles problemas de las gafas de farmacia o del supermercado

Hay otros factores que hacen que estas gafas baratas se queden cortas en muchos casos. En la mayoría de las personas, la pérdida de visión es distinta en cada ojo, a menudo con una dioptría de diferencia. También ocurre que la presbicia puede aparecer junto a otros defectos de visión, como la miopía, hipermetropía o astigmatismo. Solo las gafas hechas a medida en una óptica pueden ofrecer una corrección adecuada para todos esos casos. 

Según el Instituto para la Calidad y la Eficiencia en la Asistencia Sanitaria (IQWiG) de Colonia, las gafas de lectura sencillas ya preparadas y de diferentes graduaciones sólo son adecuadas si no tienes astigmatismo y tus dos ojos pueden ver claramente los objetos lejanos sin lentes correctoras. 

A menudo se habla de la poca calidad de estas gafas baratas y de la presencia de aberraciones ópticas y discrepancias en sus graduaciones. Las gafas que tienen el distintivo CE en Europa deben pasar controles de calidad que evitan muchos de estos defectos, pero hay otros que no dependen de la calidad de fabricación. 

En concreto, el “efecto prismático” es el término utilizado para describir la aberración por la dislocación de una imagen de su posición real. Esta aberración puede provocar dolores de cabeza, tensión y, en algunos casos, visión doble. Esto no ocurre en las gafas graduadas, ya que se mide el centrado de las lentes y se adapta a los ojos del paciente. 

Según el Consejo Europeo de Optometría y Óptica, para quienes tienen problemas para costearse unas gafas graduadas, las gafas de farmacia son una alternativa barata o un complemento útil de las gafas graduadas para un uso a corto plazo o en caso de emergencia. Sin embargo, el organismo advierte de que en ningún caso deben utilizarse para conducir ni para actividades visuales a distancia, como ver la televisión y que su uso no es adecuado para todo el mundo y puede causar fatiga visual o dolores de cabeza, visión doble, náuseas, ojos llorosos, picor y cansancio. Estas gafas no están destinadas a un uso regular sin la aprobación de un profesional de la visión, como se indica específicamente en la norma que regula su venta en la UE.

Otro posible inconveniente es que las gafas baratas pregraduadas no tienen revestimiento antirreflejos. En teoría este tratamiento del cristal mejora la visión al reducir los reflejos y halos, y proporcionan una mayor comodidad durante el uso prolongado del ordenador, reduciendo la fatiga. Sin embargo, esto puede no ser tan importante.

Según la Academia Americana de Oftalmología, a pesar de que estos recubrimientos antirreflejantes son muy promocionados por las ópticas, solo aumentan de forma imperceptible la transmisión de la luz a través de las lentes, tan poco que casi nadie lo nota. Si aparecemos en fotos o delante de una cámara, los tratamientos antirreflejantes nos harán más fotogénicos, pero no protegen contra el deslumbramiento. Solo las gafas polarizadas (oscuras) ofrecen esta protección.

En definitiva, las gafas de farmacia no representan un gran riesgo para la salud ocular si se usan de forma esporádica. El riesgo aparece cuando las personas las utilizan como alternativa a la revisión ocular periódica en la consulta del oftalmólogo, que permitirá detectar con tiempo los problemas de visión y ofrecer una solución adecuada.