Por qué tenemos tantos gases en los viajes en avión y cómo evitarlos

Martín Frías

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La cabina de un avión es un espacio relativamente pequeño y cerrado. La mayoría de los viajeros habrá experimentado alguna vez la desagradable experiencia de viajar cerca de otro pasajero que, de forma silenciosa pero mortífera, suelta una apestosa ventosidad (o quizá ese pasajero hayamos sido nosotros). El único consuelo es que el aire de la cabina se renueva cada tres minutos, pero los gases son un problema frecuente. Esto tiene una explicación.

La física de los gases en los aviones

Todos los seres humanos producen gases en su intestino en mayor o menor medida. Hay dos motivos principales: el aire que tragamos junto con la comida, al masticar chicle o con las bebidas gaseosas, y por otro lado la fermentación de alimentos por las bacterias intestinales. Los alimentos, especialmente aquellos ricos en fibra, carbohidratos complejos y ciertos azúcares, son fermentados por las bacterias en el intestino grueso, produciendo gases como el dióxido de carbono, el hidrógeno y, a veces, el metano. Esta producción de gases es una parte normal del proceso digestivo y puede verse exacerbada por factores como la dieta, el estrés y ciertos trastornos digestivos.

Pero además, hay que tener en cuenta que la cabina del avión está presurizada. A la altitud de crucero, el aire es muy ligero y no hay suficiente oxígeno. La presión de la cabina se mantiene más elevada que el aire circundante. La presión del aire está regulada para simular una altitud de aproximadamente 1.800 a 2.400 metros, es decir, como si estuviéramos en alta montaña. 

Pero esta presión es menor que la que hay al nivel del mar, y el cambio se produce muy rápidamente, en cuestión de minutos, a medida que el avión asciende. Según la ley de Boyle, un principio básico de la física de los gases, el volumen de un gas es inversamente proporcional a la presión que se le aplica. Por lo tanto, con una menor presión, los gases en nuestros intestinos se expanden. Así que no es de extrañar que durante el vuelo sintamos esa molesta presión, y que algunas personas desconsideradas decidan aliviarla en su asiento. 

Cómo mitigar el problema de los gases

Lo que comemos y bebemos antes y durante el vuelo también tiene un papel crucial. Los alimentos ricos en fibra, carbohidratos complejos y bebidas carbonatadas pueden aumentar la producción de gases. Las burbujas del refresco que bebiste justo antes de embarcar, y el metano resultante de la fermentación de una fabada o una ensalada de col, también se expandirán en tu sistema digestivo cuando estés en el avión.

Afortunadamente, hay varias estrategias que puedes seguir para minimizar la producción de gases y manejar cualquier molestia durante el vuelo.

Antes del vuelo

  • Elige bien tus alimentos: evita consumir alimentos conocidos por causar gases, como legumbres, brócoli, col, cebolla, manzanas y productos lácteos si eres intolerante a la lactosa. Opta por comidas ligeras y fáciles de digerir.
  • Evita las bebidas gaseosas: beber agua es esencial en un avión, ya que el aire de la cabina es más seco que el del desierto, pero conviene evitar las bebidas carbonatadas ya que estarás introduciendo más gas en tu tubo digestivo. 
  • Evita chicles y caramelos: masticar chicle o chupar caramelos puede hacer que tragues aire, lo que contribuye a la acumulación de gases en el intestino.

Durante el vuelo

  • Mueve tu cuerpo: levántate con frecuencia y camina por el pasillo del avión cada pocas horas para ayudar a tu digestión y prevenir la acumulación de gases.
  • Tomar té de jengibre, anís o menta: estas plantas son conocidos por sus propiedades carminativas, es decir, que ayudan a reducir la formación de gases y a eliminarlos, previniendo el malestar.
  • Control de la respiración: practicar técnicas de respiración profunda puede ayudar a relajar el abdomen y facilitar la liberación de gases de manera controlada (en el servicio del avión preferentemente).
  • Suplementos: las personas que tienen dificultades con la digestión de las legumbres pueden tomar un suplemento de alfa-galactosidasa para reducir los gases y la hinchazón. También es frecuente recomendar el carbón activado como suplemento, pero hay que tener en cuenta que puede interferir con la absorción de las vitaminas y minerales.

¿No hay remedio?

Por muchas precauciones que se tomen, los gases intestinales en los aviones parecen ser un problema sin solución. A pesar de la creencia popular, los estudios demuestran que los hombres no son más flatulentos que las mujeres, por ejemplo (aunque puede que se repriman menos). Los gases son un problema habitual para los pilotos: más del 60% afirma sentir hinchazón abdominal con regularidad, una cifra muy superior a la media de los trabajadores de oficina.

Un estudio publicado en 2013 específicamente sobre las flatulencias en los aviones llegaba a una conclusión similar: hay que dejarlos salir. Los investigadores argumentaban que tener el flato en un avión puede causar molestias y síntomas físicos negativos, mientras que liberarlo puede presentar complicaciones sociales. 

Para evitar este problema, los científicos proponían una solución radical: incorporar carbón activado en el cojín del asiento, ya que este material es capaz de neutralizar el olor, y también poner una capa de carbón activado en las mantas, y recomendar la misma solución en la ropa interior o pantalones.