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Ni ariscos ni huraños ni tan independientes como los pintan. Los gatos pueden experimentar un rango amplio de emociones y, de forma inevitable, esto implica que nuestro gato o gata puede sentirse triste de vez en cuando. Aunque no sea capaz de maullárnoslo de forma clara, existen señales que a los expertos en comportamiento felino nos indican que nuestro gato está triste.
Incluso que sufre un trastorno de depresión mayor: un estado de ánimo bajo, con cambios de comportamiento, que le quita las ganas de jugar, le hace dormir más tiempo del normal y que hasta expresa con vocalizaciones en mitad de la noche. No solo lo indica la ciencia, la depresión en gatos es bastante más frecuente de lo que pensamos, como confirmo a diario con los gatos a los que visito y ayudo en mi consulta de comportamiento felino.
Si lo notamos apático, y el veterinario descarta motivos de salud física, nuestro amigo puede estar deprimido. Por suerte, podemos ayudar a nuestro gato cuando se siente triste o padece depresión, un estado anímico negativo más duradero y serio, y pedir ayuda profesional. Y el primer paso para ayudarlo es reconocer las señales de que está triste.
Descartar motivos físicos
Antes de concluir que nuestro gato está deprimido o que siente tristeza aguda o crónica, necesitamos descartar motivos físicos. Es importante: la depresión en gatos constituye un estado anímico que reduce el interés de nuestro amigo gatuno por el mundo exterior y afecta de forma negativa al modo en que procesa la información del mundo, ya que lo hará de un modo más pesimista, ansioso y con más miedo. En definitiva, los hace sufrir y les impide ser todo lo felices que pueden y merecen ser a nuestro lado.
Y la depresión en gatos, como ocurre cuando nos afecta a los humanos, posee un efecto bumerang: no solo afecta a su salud mental, también puede tiene efectos perjudiciales sobre su salud física: puede debilitar su sistema inmunológico, quitarle el apetito y provocar o agravar enfermedades.
Mi gato no quiere jugar: ¿está deprimido?
Todos los gatos juegan y lo necesitan para ser felices, ¡también la bola de pelo y mimos que ahora se apoltrona en tu lado del sofá! Y si nuestro camarada felino pierde el interés por jugar o expresar otros comportamientos naturales, como rascar o usar su arenero, la experiencia me dice que nuestro amigo no se siente bien.
En etología felina, los comportamientos naturales, incluido el juego, el rascar, usar su arenero o el trepar a sitios elevados, los consideramos señales de bienestar gatuno. Y, todo lo contrario: cuando un gato sufre depresión tiende a mermar su energía, pierde el interés por el juego y también por interactuar con nosotros, sus humanos.
Aunque a otros les ocurre todo lo contrario, y expresan su ansiedad y miedo con comportamientos de apego casi obsesivos. Si tu gato te sigue al baño, puede ser también señal de alerta; ¡aunque otras veces solo lo hagan por ganarse nuestra atención y mimos!
Mi gato se esconde o desaparece: ¿está deprimido?
Un gato triste o deprimido también deja de expresar comportamientos naturales como explorar su territorio, esto es, nuestra casa. Es decir, deja de moverse tanto o de hacer uso de su espacio como solía. A los gatos les gustan los refugios (¡como las cajas de cartón!) y pasar tiempo solos, incluso escondidos o fuera de nuestra vista. Y esto es sano y natural.
Pero si nuestro amigo se pasa la vida encima de la misma silla del comedor, sobre la nevera, escondido en el armario o en cualquier otro sitio único, no es buena señal. En otros maullidos: si nuestro compañero de ronroneos se muestra más huraño o solitario de lo habitual, es muy probable que algo vaya mal en su mundo, que se encuentre triste.
Además, esconderse todo el tiempo también suele delatar que nuestro camarada de mimos ha perdido el interés por las actividades que antes disfrutaba. Si antes tu gato dormía encima de ti y ha dejado de hacerlo, o le gustaba patear ese ratón de peluche que ahora ni mira, estas pueden ser alertas de tristeza gatuna.
Mi gata duerme todo el día, ¿está deprimida?
Los gatos son dormilones por naturaleza y pueden dedicar a esta placentera actividad entre 15 y 16 horas diaria. Por eso, aunque nos sorprende que nuestra gata duerma tanto, no tiene por qué ser señal de alerta: lo necesita y le encanta dormir. Ahora bien: si nuestro gato duerme demasiado, ha comenzado a sestear en sitios escondidos o retirados que antes no utilizaba o vocaliza de forma lastimosa en mitad de la noche (como sollozos), estas sí pueden ser señales de que no se siente cómodo, de tristeza o depresión.
La buena noticia: podemos pedir ayuda profesional. Primero, para que nos ayude a descubrir el motivo; después, para resolverlo y asegurarnos de que nuestros gatos son o vuelven a ser tan felices a nuestro lado como merecen.
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