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Mientras estamos viviendo la segunda ola de calor de este verano y esperamos alguna que otra más, hacemos vida normal con nuestras mascotas, paseándolas por la calle y el asfalto caliente o llevándolas en coche de un sitio a otro. Quizás no sea este el caso especial de gatos o conejos, pero sí de los perros, los animales que más nos acompañan en nuestras salidas al exterior, y que por tanto se exponen tanto como nosotros a las condiciones adversas.
Debemos tener en cuenta que los perros regulan la temperatura corporal con una eficiencia bastante baja si los comparamos con los humanos, ya que no pierden calor por la piel y solo pueden valerse del aliento para refrigerarse. Este hecho provoca que corran serio peligro de padecer un golpe de calor, además de una deshidratación severa cuando las temperaturas son extremas.
Las ocho reglas para proteger a tu mascota del calor
Hay una serie de normas básicas para proteger a nuestras mascotas del exceso de calor. Estas se aplican al perro, pero también son válidas en caso de que debamos transportar a un gato o a otro animal de compañía en coche o en exteriores en días de mucho calor.
1. Los paseos, nunca en las horas centrales del día
Los mejores periodos para salir con nuestro amigo son a primera hora del día y al anochecer. Aunque los perros deben poder hacer sus necesidades por lo menos tres veces al día y lo ideal es que hagan ejercicio en estas salidas, en verano nos toca flexibilizar esta norma para priorizar su salud. Por lo tanto, a mediodía nos limitaremos a sacarlo lo justo para hacer sus necesidades si es que lo necesita. A cambio podemos alargar el paseo de la noche.
2. No olvidemos que el suelo está caliente
Si hiciéramos la prueba de quitarnos los zapatos y caminar descalzos a mediodía por la calle experimentaríamos algo parecido a lo que les ocurre a los perros, que pueden sufrir quemaduras en sus patas. La norma es que cuando el sol esté muy alto, vayamos siempre por la sombra y a paso ligero. Conviene recordar que si durante el día el sol ha pegado fuerte, los suelos de piedra seguirán calientes.
3. Reduce la cantidad de ejercicio
En cuanto al ejercicio, es importante no darle pie a que se excite demasiado, ya que se acalorará sin ser muy consciente, llevado por el juego. Los perros grandes y algunas razas pequeñas, como el bulldog francés o el carlino, son menos eficientes en la gestión del calor. Si no quiere jugar con la pelota, déjalo tranquilo y procura no hacer que te siga en largos trayectos bajo el sol. Deja que tu can te indique lo que le apetece hacer. Por si acaso, siempre llevaremos un botellín de agua y un bebedero encima.
4. Procura que tenga un bebedero con agua limpia siempre cerca
En los bulldog francés e inglés, los carlinos y otras razas con las vías respiratorias deficientes, el peligro de deshidratación es muy real cuando hay exposición a un fuerte calor. La razón es que al refrigerar por el aliento pierden mucha agua. Pero en general para todo tipo de perros, en verano el agua fresca y limpia debe estar siempre disponible y a mano.
5. No lo dejes en la terraza sin una sombra
Aunque tu amigo peludo –sea gato o perro– guste de salir al balcón o la terraza a echarse un rato al sol, eso no quiere decir que deba pasarse el día fuera y sin posibilidad de cobijo. No lo dejes solo en una terraza o jardín si no vas a estar en casa. Y cuando salga puntualmente a estos espacios, ponle un toldo o una sombrilla donde pueda refugiarse.
6. Jamás le dejes encerrado en un coche
Dejar un animal, ya sea un perro, un gato o una cobaya encerrado en un coche más de quince minutos en pleno agosto, a pleno sol y con las ventanas cerradas, puede ser letal. Tampoco es nada recomendable dejarlo con las ventanas algo abiertas, ni aunque el coche esté en la sombra. Además, si el perro va en la trasera del coche, mucho ojo con que no le dé el sol directamente. Muchos golpes de calor precisamente se dan porque durante el viaje, el animal de compañía recibe muchos sol desde la ventanilla.
7. En agosto mejor nada de cortes de pelo
Recuerda que ni tu perro ni tu gato sudan y no refrigeran por tanto el calor por el cuerpo. Ahora bien, sí pueden ganar calor en exposición directa y aunque suene contradictorio, el pelo les protege y aísla térmicamente. Si lo tienes que pelar, hazlo en primavera para que en verano tenga una capa tupida, aunque no sea muy grande. A algunas razas de perros muy peludas sí se les afeita el pelo de la panza para que puedan tumbarse en el suelo y ceder calor por contacto.
8. No te cortes en mojarlo
Aunque a tu perro no le guste que le riegues con la manguera o le metas en la ducha, lo agradecerá cuando vea que se refresca y se siente mejor. Cuando el calor sea fuerte y no haya donde guarecerse, un poco de agua en la panza o en el lomo puede darle un respiro. Verás cómo tras el remojón está más contento y activo. El agua fresca al evaporarse los enfría y si tienen pelo largo todavía es mejor porque se empapa y el efecto refrescante dura más. Pero no le fuerces a mojarse, pueden percibirlo como algo desagradable. Esto no es aplicable a los gatos, ya que no les gusta que les mojen.
Cómo actuar ante un golpe de calor
En caso de que no hayamos sido cautelosos o no hayamos podido evitar que el animal termine con un golpe de calor y una descompensación térmica, debemos actuar con rapidez. Hemos consultado a la clínica veterinaria Kivet, de Barcelona y su veterinario titular, Alejandro Agustín Terragni, nos ha dado los siguientes consejos:
En caso de recibir un animal con un golpe de calor, deberemos proceder tal como lo hacemos con las personas: intentando bajar la temperatura corporal lo antes posible. Para ello utilizaremos el agua, que actuará como regulador corporal y al evaporarse enfriará el cuerpo. “La aplicaremos en la nuca principalmente, aunque si podemos lo haremos en todo el cuerpo”, explica el doctor Terragni.
Añade que “podemos situar un ventilador cerca para ayudar a la evaporación y a que se enfríen más rápido, pero siempre que el animal se sienta cómodo con ello. Si vemos que se aparta del flujo de aire no debemos insistir”.
Por otro lado, el veterinario señala que “tampoco debemos utilizar agua que esté demasiado fría para evitar un choque térmico que podría empeorar la situación, basta con agua a temperatura ambiente o que esté ligeramente fresca”.
También es fundamental “que el animal se hidrate bien bebiendo mucha agua y aquí sí que podemos emplear agua algo más fría”. De todos modos, en ocasiones los animales vomitan tras hidratarse; “es normal”, tranquiliza Terragni. “No debemos alarmarnos y debemos seguir insistiendo en que tengan agua fresca a su disposición para rehidratarse, ya que poco a poco se estabilizarán”.
En el caso de que el animal, en este caso el perro, tenga quemaduras en las patas por el contacto con el asfalto caliente, el veterinario aconseja el uso de un poco de blastoestimulina, una pomada que se puede encontrar en farmacias: “la aplicaremos en las almohadillas suavemente un par de veces al día”.
En el caso de gatos, este facultativo señala que “los golpes de calor son menos frecuentes porque se exponen menos al exterior y, por otro lado, tienen un mayor instinto de preservarse ante el exceso de calor”. Pero si se diera el caso, “también intentaremos mojar la nuca del animal aunque mostrara cierta oposición, y le buscaremos un lugar en la sombra y ventilado para que pueda estar con agua cercana”.
“Es interesante en este caso”, señala Terragni, ya que será más difícil mojarlos, “procurar que dispongan de agua bien fría cerca”. Para mantenerla fría, el veterinario no aconseja el uso de cubitos directamente, ya que se funden, e indica que es mejor optar por “las típicas bolas de plástico con líquido dentro que se utilizan en coctelería”. También ofrece un truco que él suele aplicar: “llenaremos un guante quirúrgico con agua y lo pondremos en el congelador, para después poder aplicarlo en el cuenco y que lo mantenga frío”.
“Una alternativa aconsejable es la de comprar una de las mantas refrescantes que venden en las tiendas de animales, o bien hacérnosla nosotros mojando una toalla y dejarla en el suelo para que el gato pueda tumbarse encima”, termina de explicar el veterinario.
Golpe de calor en un acuario
Aunque nos parezca mentira, en los acuarios también los animales y plantas que los habitan pueden sufrir un golpe de calor cuando la temperatura del agua asciende por encima de determinados límites, en general, los 30°C. En estos casos conviene actuar con rapidez y para ello hemos hablado con el personal de la tienda de acuariofilia Dauer de Barcelona.
Nos cuentan que “la subida de temperatura puede afectar principalmente a las plantas y corales si son especies muy sensibles a esta”, pero que a los peces no les afecta tanto por el efecto de calor, sino porque “a partir de los 30°C se produce una pérdida neta del oxígeno disuelto en el agua”, por lo cual deberemos buscar un sistema para bajar de nuevo la temperatura o para devolver este oxígeno que el agua está perdiendo.
Para bajar la temperatura disponemos de ventiladores que aumentan la evaporación del agua del acuario, con lo que reducen así el calor, pero “tiene el inconveniente de que deberemos reponer agua continuamente”, y teniendo en cuenta que en acuarios sofisticados emplearemos siempre agua de manantial, cuando no destilada, “esto puede suponer un gasto importante”.
Otro sistema (más caro) son los tubos de refrigeración, que “actúan por compresión y evaporación de gases, al igual que los de una nevera”. Pero “el aparato más sencillo ya cuesta 300 euros”. Y a ello debemos sumar, durante la época de verano, el gasto eléctrico que supondrá mantenerlos encendidos todo el día.
Si optamos por reponer el oxígeno perdido, “disponemos de compresores, que inyectan aire comprimido dentro del tanque del acuario, mejorando mucho la difusión y la disolución de los gases”. Una advertencia que nos hacen desde la tienda es que, si vemos que asciende en exceso la temperatura de nuestro acuario, “jamás debemos verter directamente agua fría, ya que solo descenderemos la temperatura momentáneamente y, además, provocaremos unos cambios que afectan al sistema inmunológico de los peces”. Tampoco debemos optar por poner cubitos de hielo.