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Cuando compramos un piso o deseamos renovar el que ya tenemos, una de las estructuras principales que debemos estudiar bien es el suelo, ya que, una vez puesto, deberemos vivir con él durante bastantes años. Es por ello que conviene mirar bien los pros y contras de las distintas elecciones que podamos hacer.
En términos generales, y sin ir a técnicas más costosas y minoritarias como el microcemento, existen dos grandes tipos de suelo a instalar. Por un lado está la tarima flotante, de lamas de madera o productos basados en la madera, lo que se conoce como laminado, y por otro está la vertiente gres porcelánico, basado en materiales minerales tratados para conseguir una estructura vítrea.
¿En qué consiste una tarima flotante?
La tarima flotante, a diferencia del parqué que solía instalarse en el pasado, no va pegada al suelo, sino que son lamas de tamaño variable y fabricadas en serie que se ensamblan sobre el suelo, con una capa intermedia de papel plástico protector.
La tarima puede ser madera íntegra, es decir láminas de madera, o bien algún subproducto de la madera mezclado con resinas, cola y prensado, con una capa plástica superior y una impresión digital imitando las vetas de la madera. En este segundo caso hablamos de suelo laminado, que es un híbrido entre los suelos orgánicos de madera y los minerales de gres.
Pros de la tarima flotante
La principal ventaja de la tarima es su capacidad de aislamiento térmico, que permite conservar el calor en una casa. Esto revierte en ahorro energético pero también en confort, ya que permite que caminemos descalzos o nos tumbemos sin notar el suelo frío.
También estéticamente da un aspecto agradable al suelo y en la actualidad, con los suelos laminados, se pueden reproducir cientos de formas y texturas. Por otro lado, es tan fácil de colocar como de extraer, ya que las piezas no van pegadas y las lamas de madera son bastante ligeras, por lo que se pueden manipular sin problemas.
Contras de la tarima flotante
Su precio debe tenerse en cuenta, ya que se sitúan en el rango alto de los materiales para suelo, si bien depende de la calidad de la madera que utilicemos, aunque es mejor no apostar por gangas, a no ser que sean ofertas por final de stock, etc. Si se opta por suelos laminados, el precio se rebaja sustancialmente, pero entonces no esperemos las calidades de la madera.
Por otro lado, su resistencia a la abrasión es muy limitada y con el tiempo, a partir de diez años en adelante, el suelo comienza a perder su buen aspecto y al final necesita restaurarse, lo que significa una nueva inversión y eventualmente mudarse de casa por una semana o más, debido a los efluvios tóxicos de los barnices empleados.
El suelo laminado, al ser parcialmente sintético y tener una superficie plástica, es más resistente a la abrasión, aunque también puede acumular marcas de golpes por caídas de objetos, ya que se muestra menos resistente a los impactos al no ser madera compacta.
Además, la tarima es muy sensible a la humedad, y se abomba cuando es alta, por no citar que puede estropearse con la caída de agua, por ejemplo de un escape, y necesita ser repuesto. El suelo laminado corre parecida suerte, ya que suele ser residuo de madera prensada, si bien en las calidades más altas se añaden materiales como bentonitas, que resisten mucho más al agua.
Requiere un lavado especial evitando materiales y jabones agresivos; se precisa un tipo de líquido con ceras especifico.
¿Qué es el gres porcelánico?
Con mayor o menor evolución técnica, se trata de componentes inorgánicos cocidos a alta temperatura, lo que los vitrifica. El gres porcelánico se fabrica a partir de una pasta cerámica enriquecida en fundentes -materiales que favorecen la fusión de la pasta-, los feldespatos.
Su presencia permite que, al cocer la pasta cerámica, el material alcance el estado líquido y de esta forma elimine gases presentes y tape la mayoría de poros. Posteriormente la pasta se prensa en seco para conseguir la pieza deseada y se imprime su superficie según el diseño o las aguas que se deseen.
Pros del suelo porcelánico
Tiene un abanico de precios mucho más variado que la madera, por lo que no es necesario pagar tanto para encontrar un suelo de calidad más que aceptable que cuadre con nuestro presupuesto.
Además, las nuevas técnicas de impresión permiten tener suelos porcelánicos con imitación a las más variadas texturas, desde todo tipo de maderas a piedras o incluso marmolados, si bien a precios distintos según la complejidad del dibujo. Por ende, se puede usar también para revestir paredes en sanitarios.
Otra ventaja es su gran resistencia a abrasiones, golpes y sobre todo encharcamientos, ya que el suelo porcelánico carece de poros que retengan el agua. Por ello, tras un escape, el suelo permanecerá en su buen estado original.
También resiste mucho mejor el paso del tiempo que la madera y tardaremos muchas décadas en verlo desmejorado. No atesora arañazos molestos, como sí lo hace la madera. No requiere ningún tipo de líquido especial para fregarlo, y resiste bien la mayoría de detergentes. Además, en verano ofrece una sensación de frescor que la madera no otorga.
Contras del suelo porcelánico
La desventaja más evidente es que es un suelo inorgánico, mineral y que por tanto aísla poco o nada, por lo que se mantendrá siempre frío. En verano se agradecerá, pero en invierno obliga a llevar siempre zapatillas o pantuflas.
Además, aunque su precio es más asequible, el coste de mano de obra en colocarlo es sensiblemente más alto, ya que es pesado de manipular y precisa de cementos adherentes. También hay que tener en cuenta que su corte es mucho más aparatoso.
Y obviamente, no lo podremos cambiar cada año si nos apetece, ya que su sustitución es aparatosa y obliga a despejar la casa durante semanas o meses. Si hay tuberías debajo del suelo y se produce un escape, habrá que levantarlo.
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