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Cómo hacer fácilmente abono doméstico con tu basura orgánica

Feli, lectora y socia de eldiario.es, nos escribe la siguiente petición en el cuerpo de un correo electrónico: “como soy seguidora vuestra de primera hora, hace tiempo que leí un artículo sobre los usos prácticos de los posos del café [se refiere a Siete usos prácticos del café que no implican beberse una taza], entre los que estaba el usarlos para abonos, cosa que aplico a mis plantas desde entonces, debo decir que con muy buenos resultados. Pero ahora que le he cogido el gusto me planteo aplicar esto a otros alimentos que dejan restos: ¿cómo podría hacer compost? ¿Qué necesito? ¿Qué alimentos son buenos y cuáles malos?”

Hacer compost, lo que vendríamos a llamar “compostar” no es solo una actividad de beneficio y ahorro doméstico por lo que supone de reaprovechamiento, sino también una cuestión de responsabilidad ecológica si pensamos que, tal como explicábamos en su día en Doce errores frecuentes que cometemos al reciclar la basura, muchas veces la materia orgánica del contenedor marrón debe ser desechada por que hay quien mezcla sustancias contaminantes o que no compostan bien, con lo que va finalmente destinada a biomasa para quemar, es decir a más huella de CO2.

Por lo tanto, aprender a hacer un compostador casero de manera sencilla es una excelente idea y realmente poco complicada y costosa. Adicionalmente nuestras plantas, sobre todo si tenemos terraza o jardín, lo agradecerán con abono orgánico de primera calidad. Y si nos sobra, siempre podemos regalar a alguien que tenga un huerto o montarnos nuestro propio huerto urbano, de modo que podamos ir reciclando la tierra del mismo para evitar los contaminantes.

Lo primero, el compostador

Antes de pensar qué sobras podemos reaprovechar, deberemos plantearnos cómo hacer el compostador que las contendrá sin complicarnos excesivamente la vida. Un compostador debe ser un contenedor bien ventilado y que tenga cabida para cantidades adaptables de restos orgánicos. Debe tener tapa para evitar los olores fuertes de la fermentación, pero también drenaje para que podamos regarlo y el compost no se encharque.

Nuestra propuesta es usar un tiesto de plástico de entre 20 y 50 litros con su correspondiente bandeja, que irá en la parte inferior para recoger el agua de drenaje, y otra más que usaremos de tapadera en la parte superior. Con un taladro agujerearemos el tiesto en distintas posiciones en la pared lateral y el fondo, con una densidad aproximada de una cruz 3x3 agujeros en cada palmo que marquemos con nuestra mano. Puede ser menos, pero cuando más aireado esté, más rápido compostará. 

De este modo, colocaremos el tiesto horadado sobre una de las bandejas, que no hemos perforado, y taparemos con la otra; ya tenemos nuestro compostador, así de sencillo. Deberemos situarlo en un lugar de la casa preferiblemente oscuro y bien ventilado, que no frecuentemos mucho, pues el olor a fermentado es fuerte y puede ser molesto. Son ideales el garaje o una galería, así como la terraza o el balcón. 

Con qué restos hacer el compost

Ahora nos queda llenar el compostador. Para ello en primer lugar colocaremos en la parte inferior serrín. Seguidamente los restos alimentarios, pero cuidado que no todo valen.

Podemos añadir:

  • Restos de todo tipo de vegetales pasados por la batidora
  • Posos del café
  • Hojas de té e infusiones
  • Cáscaras de huevo pasadas por la batidora
  • Las hueveras de cartón
  • Cenizas de barbacoa sin restos de carne

No podemos añadir (porque se pudriría):

  • Lácteos
  • Zumos
  • Restos de carne
  • Restos de pescado
  • Papel tratado o tintado (que añadiría contaminantes)

Por lo tanto, sobre el serrín de fondo lo primero que añadiremos es una capa de restos orgánicos, pero cuidando que no sea muy gruesa, para que la humedad de estos no los apelmace y provoque putrefacciones. Si podemos conseguir hojas secas del parque, del bosque o del jardín, las añadiremos en la siguiente capa. Si no, podemos poner virutas de madera, corteza de pino o paja, que también funciona muy bien. 

Cómo mantener el compost

Seguidamente lo mezclaremos todo con una pala, por ejemplo, le daremos una nueva capita de serrín para evitar las moscas y taparemos. Así lo dejaremos durante días y cuando tengamos de nuevo una cantidad suficiente de restos los añadiremos, bien triturados, sobre el serrín, de nuevo pondremos sustrato seco -hojas, corteza, paja- y mezclaremos todo el contenido del compostaje para uniformizarlo. Otra vez añadiremos serrín y taparemos. 

No debemos olvidar regar con un regador al menos una vez por semana -dependiendo de la época y la humedad de la zona-, de modo que el agua humedezca uniformemente todo el compost y el exceso de agua drene a la bandeja inferior. La humedad es imprescindible, pero sin excedernos. Una vez humedecido, de nuevo removeremos, aplicaremos una pequeña capa de serrín y taparemos.

Aproximadamente en el periodo de uno a dos meses -según época del año- tendremos nuestro abono listo para la terraza o el jardín. Sabremos que el ciclo ha terminado porque los restos han adquirido un color oscuro y una consistencia terrosa y fibrosa, como de humus.

Aviso: el compostador propuesto está pensado un hogar doméstico de pocas personas, que generan relativamente poco residuo, por lo que el sustrato permanece incluso semanas reposando. No nos conviene mezclar con demasiada frecuencia sustrato antiguo con otro nuevo.

Si nuestro ritmo de generación de restos vegetales es muy alto, siempre podemos tener un segundo compostador encima del más antiguo, de modo que dejemos fermentar tranquilamente la materia orgánica más vieja, sin olvidar regarla y removerla periódicamente. Otra alternativa es comprar un compostador, que ya viene preparado con una doble puerta para sacar por la parte de abajo el abono más anciano. 

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