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Cultivar flores o tus propias patatas en macetas en la terraza tiene muchos beneficios; pero también un inconveniente. La tierra de las macetas se seca antes, y las plantas necesitan que las riegues casi a diario, sobre todo, cuando llega el calor o en épocas de viento. Y ello implica tiempo. Por no hablar de la idea de pasar unos días fuera de casa: un desastre que puede convertirte rápidamente en un mataplantas.
Aunque regar las plantas tiene mucho de bucólico y puede resultar una tarea antiestrés estupenda para comenzar el día, a veces la cosa se complica. Aun así, resulta condición indispensable para que crezcan felices. Sin agua, las plantas sufren estrés hídrico: les cuesta echar flores y se marchitan.
Y, si lo tuyo es la huerta urbana, olvídate de recoger tomates este año. [Hace unas semanas te contamos cómo tener una huerta de abastecimiento sin romperte el lomo]. Para cultivos como las judías o los tomates, tener agua a disposición marca una diferencia; ya que puedes duplicar la producción solo con tenerlas bien regadas.
No desesperes: por suerte, hay ideas caseras y baratas para que tus plantas se rieguen solas (o casi), y para que hasta las lechugas de tu terraza crezcan felices e hidratadas.
Hazte una maceta de autorriego casera y barata
Las macetas de autorriego constituyen un salvavidas tanto para las flores de tu terraza como para el resto de tu huerta urbana. Pero si las tienes que comprar, pueden salirte por un pico: es cierto que las hay por 20 euros, pero otras superan tranquilamente los 50 euros. Y si tienes varias plantas en la terraza (que es lo normal), la inversión se dispara.
Sin embargo, el mecanismo de estas macetas de autorriego resulta bastante sencillo. Consta de: una reserva de agua, tierra y de una mecha o trozo de tela que funciona como un capilar. Es decir: que se empapa de agua, que transporta por capilaridad de abajo hacia arriba; esto es, desde el depósito de agua hasta la tierra de tu maceta.
Si rastreas por Internet, existen diferentes opciones para fabricar una maceta de autorriego con este mecanismo básico. La reserva de agua normalmente consiste en una bandeja o cubeta, que queda conectada a la maceta a través de una mecha o cuerda más o menos gruesa, normalmente de algodón.
La mecha también puede consistir en una tubería agujereada. Pero no hace falta complicarse tanto. Tal vez, la idea más sencilla consista en utilizar un trozo de manta capilar (la venden en viveros y tiendas de plantas). Este material, similar a una manta gruesa y algo rugosa, está especialmente diseñado para distribuir el agua por macetas y otros contenedores de cultivo. Justo lo que necesitas para salvar tus tomates.
Basta con cortar una tira de unos 15 centímetros de ancho (cm) para que sirva como mecha; y hacerla pasar a través de uno de los agujeros de drenaje que ya tenga en la base tu maceta. Así, un extremo permanece sumergido en el agua de la bandeja, mientras que el otro extremo queda dentro de la tierra de tu maceta. La idea es sencilla: a medida que la planta necesite agua, la cogerá a demanda de la mecha de manta capilar, que siempre está empapada.
Para que el invento funcione, aún queda un detalle: necesitas que la maceta quede ligeramente levantada dentro de la bandeja con agua. De lo contrario, la planta puede ahogarse. Resolverlo es sencillo: coloca dentro de la bandeja dos platos de terracota, como los que venden con las macetas. O dos piedras planas de tamaño similar, que te sirvan de soporte. Y pon encima tu maceta. ¡Listo! [Hace unas semanas te contamos cómo rescatar una planta a la que has ahogado por exceso de riego].
O utiliza una botella de plástico
Una alternativa sencilla es montarte una maceta de autorriego con una botella de plástico. Corta la botella más o menos por la mitad. Con ayuda de un cuchillo (y con mucho cuidado), secciona una cruz en la tapa de la botella. Y dobla una camiseta de algodón vieja para crear tu mecha: si la coses un poco, te resultará más sencillo darle la forma.
Solo queda introducir tu mecha (o camiseta) por el tapón, llenar el fondo de la botella con agua (unos centímetros) y darle la vuelta a la parte superior de la botella para introducirla dentro de la base; de modo que el tapón quede bocabajo, y la mecha descanse en tu depósito de agua.
La parte superior será tu maceta: llénala de tierra o sustrato y coloca dentro tus semillas o una planta ya crecida. Para que quede más curioso, puedes introducir esta botella de autorriego dentro de una cesta u otro tipo de contenedor bonito que te resulte más decorativo. ¡Y listo! Tus plantas crecerán más que contentas, y a ti te costará menos de trabajo tenerlas felices.
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