¿Qué tienen en común el Coliseo, el Panteón y el puerto de Cesarea? El hormigón. Los antiguos romanos usaron a gran escala esta mezcla de materiales en todo su imperio.
La versión moderna del hormigón, hecha con cemento Portland, se patentó en 1824 en Inglaterra. Desde entonces, el hormigón es la segunda sustancia más utilizada en el mundo después del agua y es el material de construcción más empleado. Su uso en todo el mundo, tonelada por tonelada, duplica al del acero, la madera, los plásticos y el aluminio juntos, gracias a su durabilidad, versatilidad y bajo coste. Pero nuestra hambre de hormigón tiene un precio. La producción de hormigón es una fuente inmensa de de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.
El proceso de fabricación implica calentar las materias primas, incluidos el cemento, el agua y los áridos, a altas temperaturas, lo que libera CO2 a la atmósfera. Según la Agencia Internacional de la Energía, la industria cementera es responsable de alrededor del 8% de las emisiones mundiales de CO2, ocupando el tercer lugar por debajo de la producción de energía y el transporte.
Además, la fabricación de hormigón también contribuye a la contaminación del agua. En su fabricación se emplean productos químicos, como óxido de calcio e hidróxido de calcio, que pueden ser perjudiciales para la vida acuática si se vierten en los cursos de agua.
Adicionalmente, la extracción de materias primas para el hormigón, como arena, grava y piedra caliza, puede provocar la destrucción del hábitat y el desplazamiento de la fauna.
Por si fuera poco, el hormigón es un material no biodegradable, lo que significa que no se descompone de forma natural en el medio ambiente, y es el principal responsable del efecto isla de calor, que aumenta la temperatura en las ciudades.
Pero, por otro lado, necesitamos el hormigón, entre otras cosas, para defendernos de los efectos del cambio climático. En los próximos años será necesario construir y reforzar presas, diques y puentes contra la subida del nivel del mar y las inundaciones.
El hormigón también puede ayudar a paliar la contaminación de otras industrias, capturando residuos como las cenizas volantes del carbón o las escorias y residuos de la bauxita resultante de la producción de aluminio.
Este dilema ha llevado a un esfuerzo de investigación en todo el mundo para intentar, por un lado, buscar sustitutos para el hormigón, y por otro lado, mitigar los problemas ambientales que causa su producción. Las siguientes son algunas de las alternativas actuales al hormigón que prometen tener un impacto mucho menor en el medio ambiente.
Hormigón de ceniza
Llamado “ashcrete” en inglés por la contracción de “ash” (ceniza) y “concrete” (hormigón). La fabricación de cemento, un componente crucial del hormigón, podría considerarse responsable de la producción de CO2 tanto directamente como debido a la quema de combustibles fósiles.
Sustituir el cemento por otro material podría hacer del hormigón un material mucho más sostenible, y aquí es donde entran las cenizas. Las cenizas volantes son un subproducto de la combustión del carbón que, de otro modo, se desecha en vertederos y que contaminan el entorno.
Por eso este hormigón es una alternativa para países donde todavía se están utilizando centrales de carbón para producir electricidad. El hormigón de ceniza es una mezcla de cenizas volantes, borato, cenizas de fondo y un compuesto de cloro.
Alrededor del 93% de la sustancia resultante está hecha de material reciclado, lo que la hace inmediatamente más sostenible. No sólo reduce los costes, sino que también proporciona mayor resistencia y durabilidad en comparación con el hormigón tradicional, reducen la contracción y la permeabilidad y lo hacen resistente a las reacciones álcali-sílice, el “cáncer del hormigón”. Se puede utilizar en puentes, pavimentos, terraplenes, carreteras y edificios.
Hormigón de plástico reciclado
El plástico tiene una presencia dominante en nuestra vida cotidiana, y también es uno de los mayores problemas medioambientales a los que nos enfrentamos, ya solo el 9% se recicla.
El uso de plástico reciclado en la construcción es una salida para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, desatascar los vertederos llenos de plástico.
Los residuos plásticos pueden sustituir el 20% de los áridos del hormigón. El bloque de hormigón relleno de plástico así formado es más ligero, aunque su uso en estructuras más altas puede dar problemas. El plástico reciclado está adoptándose cada vez más en la construcción de carreteras.
Hormigón de cáñamo
Llamado “hempcrete” en inglés, por “hemp”, el nombre de la planta del cáñamo, un recurso renovable de rápido crecimiento. A diferencia de la madera de los bosques, el cáñamo tarda unos cuatro meses en crecer y puede cosecharse a perpetuidad, y tiene poca o ninguna demanda de agua, fertilizantes o combustible.
El hormigón de cáñamo es una alternativa biodegradable al hormigón. Las fibras de cáñamo, mezcladas con cal y agua, crean un material similar al hormigón, pero más ligero y resistente.
La cal libera un 80% menos de carbono que el cemento tradicional, por lo que puede decirse que el hormigón de cáñamo es carbono negativo, es decir, captura más del que libera.
Este material aporta aislamiento natural y flexibilidad a las estructuras de los edificios, y su textura natural resulta agradable a la vista (al contrario que el hormigón normal).
Uno de los inconvenientes es que no puede utilizarse en muros de carga, ya que tarda mucho en curar. Sin embargo, las innovaciones más recientes han desarrollado bloques de hormigón de cáñamo que pueden utilizarse como ladrillos para la construcción.
Hormigón de polvo de acero
Llamado “ferrock”, este sustituto del hormigón utiliza residuos reciclados de las industrias de fabricación de acero y vidrio para crear bloques de construcción que son cinco veces más fuertes que el hormigón convencional y puede soportar más compresión antes de romperse.
Esto lo convierte en un material que podría resistir los movimientos de tierra provocados por terremotos o actividades industriales. Además de reciclar toneladas de polvo de acero que de otro modo se abandonarían en el medio ambiente, el ferrock requiere una gran cantidad de dióxido de carbono para endurecerse
Este lo absorbe de la atmósfera, por lo que se convierte en un sumidero de carbono, es decir un material carbono-negativo. Está aún en proceso de investigación, pero podría convertirse en el material más adecuado para la construcción de grandes estructuras.
Hormigón de micelio
El micelio es una red de fibras en forma de raíces entrelazadas de los hongos, que se extiende por debajo de la tierra a menudo ocupando kilómetros de extensión. El micelio también puede crecer alrededor de otros materiales orgánicos, como la paja, y cuando se seca y procesa pueden convertirse en un material de construcción que adapta cualquier forma.
Los ladrillos de micelio son ligeros y duraderos, resistentes al fuego, al agua y al moho. Este material orgánico tiene aplicaciones más amplias. Actualmente se utiliza como material de embalaje, instalaciones artísticas y otros productos a menor escala.
En 2014 se levantó por primera vez una torre fabricada con ladrillos de micelio de 14 metros de altura en el MOMA de Nueva York. Los ladrillos hechos de micelio y residuos agrícolas no fueron fabricados, sino “cultivados”.
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