Es probable que este año los Reyes Magos te hayan traído alguna prenda que esperabas con ilusión y, sin planteártelo ni pensártelo dos veces, la habrás estrenado sin lavarla. Damos por hecho que la ropa nueva es sinónimo de ropa limpia, pero esto no suele ser así en realidad. Antes de llegar a nuestras manos, ese jersey, camiseta o pantalón han pasado por otras y, posiblemente, han convivido en un montón junto con otras prendas en el almacén de una tienda, esperando a ser doblados de nuevo y expuestos en las estanterías mientras llega un nuevo comprador.
¿Qué puede contener una prenda de ropa por estrenar?
La ropa nueva, en realidad, está más sucia de lo que pueda parecer a simple vista. No lo vemos, pero habitualmente contiene tintes y otros productos químicos como la resina de formaldehído que se usan en la fabricación de la ropa: repelentes de manchas, fijadores de color, agentes antiarrugas o potenciadores de suavidad.
Ese color intenso o esos pantalones sin arrugas y esas camisas resistentes a las manchas deben su resistencia a sustancias que pueden causar problemas. ¿Qué significa todo esto? Que estos compuestos todavía están presentes en cantidades significativas cuando nos llevamos la ropa a casa.
Como advierte la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV), la ropa juega un papel clave en la evolución de la dermatitis atópica, sobre todo la de cama y la que entra en contacto directo con la piel (ropa interior y camisetas). Por ello, recomiendan “lavarla antes de utilizarla por primera vez, para eliminar la acción irritante del formaldehído que se usa en el mantenimiento de los tejidos”. Los expertos incluso van más allá y recomiendan también eliminar las etiquetas de las prendas de vestir para evitar que provoquen un fenómeno crónico de fricción sobre la piel.
También existe una alta posibilidad de que otros compradores se hayan probado la ropa –en la tienda o en casa y que posteriormente la hayan devuelto porque o bien no les gusta o no les va bien– o haya sido manipulada por las personas que trabajan en una tienda o almacén. ¿Te imaginas entonces lo que podría haber en la superficie de la prenda?
Tanto el Servicio Nacional de Salud británico (NHS) como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades estadounidense (CDC) confirman que la ropa que no se lava y que está por estrenar, pero ha sido manipulada, pasando por varios probadores y por innumerables manos, puede transmitir virus y bacterias, así como parásitos como piojos y ácaros responsables de las infecciones de sarna. La ropa se convierte así en una vía de transmisión de gérmenes que proceden de nuestro propio cuerpo. Aunque suelen ser inofensivos en la mayoría de los casos, en unos pocos pueden causar infecciones.
También desde la Agencia Francesa de Seguridad y Salud Alimentaria, Ambiental y Ocupacional (ANSES), tras identificar sustancias químicas presentes en la ropa y que podrían estar en el origen de irritaciones cutáneas (nonilfenoles, etoxilatos e incluso formaldehído), destaca la importancia de lavar, antes de usar por primera vez, cualquier prenda que pueda entrar en contacto con la piel.
Las prendas de lavado imprescindible
Aunque es recomendable lavar toda la ropa antes de estrenar como medida preventiva, hay ciertas prendas y tejidos que no deberían plantear ninguna duda a la hora de hacerlo. Algunos estudios sugieren que los mayores culpables son las telas sintéticas como el poliéster y el nailon, que suelen estar hechas con tintes baratos que pueden desprenderse.
La ropa que tiene un contacto más directo con la piel, como axilas, parte superior de la espalda, cintura o parte interna de los muslos, es la que puede provocar mayores problemas, como dermatitis de contacto, que sufrirán sobre todo personas con pieles sensibles si no enjuagamos la ropa antes de estrenar.
Es fundamental, por tanto, lavar la ropa interior antes de usarla por primera vez, así como medias, camisetas interiores, ropa de deporte, vestidos de verano o bañadores, ropa de segunda mano, así como ropa de bebé (el sistema inmunológico de los bebés se está desarrollando, por lo que es más probable que desarrolle resfriados, infecciones y reacciones alérgicas).
Cómo lavar la ropa nueva
La mejor manera de evitar que todos estos compuestos y sustancias lleguen a nuestra piel es lavar siempre la ropa recién comprada antes de usarla. Para hacerlo, debemos respetar las instrucciones que nos pone la prenda en la etiqueta para no encogerla ni dañarla.
Si la prenda lo permite, lo más aconsejable es lavarla a temperaturas elevadas ya que las bacterias pueden sobrevivir entre los 20ºC y los 40ºC. Para las prendas delicadas que no soporten algunos de los métodos de limpieza descritos o temperaturas altas, es aconsejable ajustar la intensidad o el grado de temperatura y adaptarlo a la naturaleza de la prenda.
También es importante lavar ropa de colores similares juntos ya que es probable que la ropa nueva transfiera el tinte a la ropa usada, así que no conviene mezclar prendas oscuras con blancas. Evitaremos, además, sobrecargar la lavadora para no dañar la ropa, aunque las ganas por estrenarla nos lleven a añadir más ropa de lo que sería recomendable.
Otra recomendación es darle la vuelta a la ropa antes de lavar; de esta manera, el detergente podrá acceder más directamente en las partes internas de la prenda que, a menudo, son las más sucias y las que contienen más gérmenes.
El lavado nos ayudará a eliminar la suciedad, el polvo y otros residuos que puedan quedar en el proceso de producción, así como cualquier químico, colorante u otras sustancias que puedan haberse usado durante el proceso de fabricación.