Maribel nos escribe con la siguiente duda: “a principio de verano, y con la esperanza de que desde mi antigua operadora telefónica me dejasen de llamar, me inscribí en la lista Robinson, pero a día de hoy me siguen llamando con la misma matraca de ofertas que no me interesan. ¿Qué pasa, es que acaso la lista Robinson es un timo? Me gustaría que lo investigárais”.
¿En qué consiste la lista Robinson?
La lista Robinson parte de un acuerdo de consenso entre diversas empresas pertenecientes a la Asociación Española de Economía Digital, en el que de conformidad se comprometen a respetar la petición de los ciudadanos inscritos en un determinado fichero, de no ser receptores de publicidad que no hayan pedido explícitamente.
El formato no es exclusivo de España, sino una adaptación de un formato preexistente en los países anglosajones y que se ha tomado como un modelo global estándar de autoexclusión de la publicidad no deseada. Pero si bien es cierto que la gran mayoría, si no la totalidad, de las empresas se comprometen a respetar la lista Robinson, esta también posee valor legal.
Esto es, nuestra renuncia expresa a recibir publicidad está amparada por la Ley de Protección de Datos. Cualquier violación del compromiso que supone la lista, es denunciable a partir de los dos meses de la introducción de los datos, y por tanto si se recibe publicidad se podrá denunciar o reclamar en la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD).
Por otro lado, la inscripción en esta lista es sumamente sencilla, a diferencia de hace unas décadas, cuando se debía enviar una carta con nuestros datos y nuestra petición a la asociación que la patrocinaba. Actualmente basta con entrar en su página web e inscribirse con DNI, usuario, correo electrónico y contraseña. Tras confirmar nuestra identidad respondiendo a un correo del servicio, habremos activado nuestra alta.
Una vez inscritos, podremos configurar nuestra petición de dejar de recibir publicidad de empresas a las que no hemos dado permiso para que nos la envíen. Esto es, podremos indicar que no queremos recibirla por teléfono ni SMS, y cuáles son los teléfonos vetados; que tampoco queremos ser bombardeados con promociones comerciales por correo electrónico, indicando a qué correos no nos las deben mandar; así como las direcciones en las que no queremos que nos manden cartas.
¿Por qué me siguen llegando cosas?
Una vez confirmada nuestra alta en la lista Robinson, lo normal es que no nos lleguen más publicidades. Lo notaremos especialmente en los correos y en llamadas de empresas con ofertas, aunque siempre hay empresas -no suelen ser nunca las grandes- que no respetan el compromiso. No obstante debemos saber que el efecto no es inmediato: las empresas tienen dos meses para cambiar sus registros y darnos de baja de sus ficheros como potenciales receptores publicitarios.
Durante este periodo de transición es posible que sigamos recibiendo llamadas, correos, SMS o cartas. Pero tras él, estas prácticas deberían acabarse. Si tras los dos meses siguen las comunicaciones comerciales no deseadas, podremos reclamar a la AEPD. No obstante, no descartemos llevarnos alguna sorpresa…
Por ejemplo, y es muy común que tras una reclamación, la empresa denunciada alegue que sí tiene permiso por nuestra parte para enviarnos publicidad. La razón es que la ley ampara que si en algún momento dimos permiso a una empresa de la que fuimos clientes para enviarnos notificaciones comerciales, esta no está obligada a consultar en la lista Robinson si estamos en los ficheros.
Por lo tanto, todas aquellas empresas a las que al darnos de alta en internet, o al contratar un producto o servicio, dimos permiso para recibir comunicaciones comerciales, pueden seguir mandándonos publicidad a no ser que expresamente les comuniquemos que deseamos el cese de su actividad respecto a nosotros.
Esta seguramente es la razón por la que Maribel sigue recibiendo llamadas de su antigua operadora a pesar de figurar en los ficheros de la lista Robinson. No obstante, el asunto no reviste mayor importancia si tenemos acceso web a la lista, pues una de las funcionalidades que permite es enviar una petición estandarizada a la empresa en cuestión que nos sigue llamando, buzoneando o enviando correos o SMS, comunicándole que deseamos que desista.
Con esta acción, que no reviste más complicación que escribir el nombre de la empresa y apretar un botón, las comunicaciones molestas deberán de cesar. Y podemos repetir esta acción con cualquier otro servicio de internet del que sigamos recibiendo promociones.
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