Quien haya viajado, por ejemplo, a Japón con poco dinero en efectivo creyendo encontrar en el país de la tecnología múltiples facilidades para poder pagar con tarjeta de crédito o débito sus compras, sabrá que precisamente la arraigada costumbre de los japoneses de pagar en efectivo, incluso grandes sumas, hace que los sistemas de pago digital estén muy poco desarrollados. La consecuencia más directa de ello es que muchas tarjetas extrajeras no son leídas por los datáfonos nipones, ni siquiera Visa o MasterCard.
Por lo tanto, el viajero o viajera se verá obligado a buscar un cajero desde el que realizar retiradas de efectivo que le proporcionen liquidez. No son muchos fuera de las zonas más turísticas como Kyoto, pero existen. El problema real llegará entonces, cuando nos apercibamos de que cada retirada de efectivo nos cuesta un importante cantidad en materia de comisiones, así como que nuestro banco nos aplica un cambio de divisa totalmente arbitrario y favorable a sus intereses.
En total la mordida de la retirada puede oscilar entre el 10 y el 25% de lo retirado, dependiendo del banco dueño del cajero, del país donde sacamos y de los cambios que nos aplique nuestro banco. Así, por ejemplo, extraer 400 euros con Caixabank en Japón desde un cajero Lawsons costaba en agosto de 2018, 25 euros extra en comisiones y costes llamadas surcharge fee y DCC.
Del 'surcharge fee' al DCC, el castigo a la tarjeta extranjera
El surcharge fee es la comisión que nos aplicará el banco dueño del cajero donde extraigamos el dinero por sacar con una tarjeta extranjera. A veces la comisión viene incluso marcada por la normativa del propio país, o lleva una comisión adicional a la del banco, a modo de impuesto. En algunos países y bancos no existe, pero cada vez es más común. Por ejemplo en España se aplica la misma comisión que a un nacional cuando sacamos dinero de un cajero que no es de nuestro banco. En este enlace se puede ver la lista de países que aplican comisión y cuáles no.
Por otro lado nuestro banco nos aplicará la conversión de divisa que mejor de adecue a sus intereses, es decir que nos dará el dinero en moneda local pero nunca, o raramente, al precio de cambio a euros oficial, sino más elevado. Aplicará lo que se conoce como Dynamic Currency Conversion (DCCV), que le sirve para decidir en todo momento, según la fluctuación de las distintas monedas, qué tipo de cambio le es más conveniente, siempre por encima del oficial.
También ocurre lo mismo cuando pagamos con nuestra tarjeta en un comercio y decidimos hacerlo en euros en lugar de en moneda local. En tal caso el banco al que pertenece el datáfono nos aplica el cambio que más le interesa. A este respecto la experiencia enseña que siempre hay que pagar en moneda local.
Por otro lado, nuestro banco también nos castiga cuando retiramos dinero fuera de la zona euro con comisiones nada desdeñables. Por ejemplo, las tarjetas de crédito de Bankia, BBVA, Sabadell, CaixaBank, Santander y Unicaja tienen comisiones del 5%. Otras como como Ibercaja y Bankinter nos bajan al 4% y finalmente hay quien aplica el 2% como coste variable, o un coste fijo más un variable, como en el caso de ING. Estas comisiones figuran en la letra pequeña de los contratos que firmamos al contratar las tarjetas.
¿Qué hacer?
Ante esta situación hay varias opciones. Una es llevar todo el dinero del presupuesto del viaje en efectivo, lo que puede implicar tanto el riesgo de perderlo como de que nos sea sustraído, así como el inconveniente de tener que hacer varios cambios de moneda si vamos a más de un país. En todo caso supone un extra de seguridad y estrés que ensombrece el disfrute del viaje.
Otra alternativa es usar las tarjetas nacionales a pelo, asumiendo las comisiones tanto de nuestro banco como del dueño del cajero de donde saquemos, así como el tipo de cambio arbitrario que nos puedan aplicar ambas entidades en las diferentes situaciones. Además, nos exponemos a que los cajeros y comercios locales no acepten tarjetas extranjeras, con lo que nos podemos ver en situaciones embarazosas.
Una tercera opción es apostar por las tarjetas para operar en el extranjero que algunas entidades han lanzado con el fin de captar clientes a cambio de permitir compras y retiradas de dinero sin comisiones, aplicando además el tipo de cambio de moneda mucho más cercano al oficial y por tanto más favorable a nuestros intereses. En su afán por ser competitivos, algunas de estas tarjetas incluso nos devuelven las comisiones en caso que el banco dueño del cajero nos las cobre. Otras tienen límites amplios para sacar dinero o efectuar compras, y solo aplican comisiones a partir de cantidades elevadas o frecuencias altas de retirada.
Revolut, N26 y Bnext
Aunque hay bastantes tarjetas más, Revolut, N26 y Bnext son las más populares actualmente. Cuentan con la ventaja de que se pueden solicitar descargando una aplicación para el móvil y solicitándola desde ella; la misma aplicación nos servirá después para manejar las cuentas. Nos basta con solicitar la tarjeta y nos la envían a casa sin coste alguno de alta ni comisiones de mantenimiento.
Se trata en realidad de una Visa (Bnext) y dos Mastercard (Revolut y N26). Bnext está soportada por una entidad española que nos proporciona una tarjeta Visa contactless prepago, por lo que funciona sin cuenta bancaria propia asociada y sin vinculaciones a nuestras cuentas de uso habitual. La podemos cargar antes del viaje. Se consigue con tan solo descargar la aplicación y dar nuestros datos para solicitarla.
Bnext nos aplica el tipo de cambio a moneda extranjera de las tarjetas Visa. Además nos permite retirar sin comisiones tres veces al mes (asumiendo el surcharge fee), así como retirar hasta 500 euros sin comisiones fuera de la zona euro. Para retiradas mayores cobra una comisión del 1,15% en la Unión Europea y 1,5% fuera de la Unión Europea. Respecto a las compras, permite hasta importes de 2.000 euros y a partir de este monto cobra una comisión del 1,15% en la Unión Europea y 1,5% fuera de eurozona.
Por su parte Revolut es una tarjeta de una entidad británica que nos ofrece una tarjeta prepago asociada a una cuenta del Reino Unido. Se puede usar recargando la tarjeta, que es como se ha dicho una Mastercard y opera al tipo de cambio oficial de lunes a viernes, pero los fines de semana aplican una pequeña comisión adicional.
Revolut es gratuita y sin comisiones pero ofrece una opción Premium con mayores límites de uso por 7,99 euros mensuales. Permite pagos con la tarjeta en el extranjero hasta 6.000 euros al mes y a partir de ahí aplica un 0,5% de comisión por pago. En cuanto a retiradas, no es tan interesante, pues solo permite retirar gratis en cajeros 200 euros al mes, para después aplicar el 2% en cada retirada.
Recomendable solo para países altamente digitalizados, aunque la ventaja de Revolut es que este tipo de tarjetas suelen ser aceptadas por la mayoría de cajeros y datáfonos. Por otro lado, la entidad que emite la tarjeta es polémica porque exige a los aspirantes a un puesto de trabajo que capten 200 clientes sin cobrar.
Finalmente N26 también está revolucionando el concepto de pago en el extranjero. Se trata de la tarjeta de una entidad alemana que nos otorga una cuenta corriente con IBAN español y una tarjeta asociada a esta cuenta. Se puede manejar desde el móvil o desde el ordenador y la cuenta se abre desde el móvil mediante una identificación online.
Tienen planes gratuitos y de pago, que cuentan incluso con un seguro de viaje Allianz. Su punto fuerte es que permiten cinco retiradas de dinero mensuales sin límite de retirada y después nos cobran dos euros por retirada con independencia del límite. Nos aplican el tipo de cambio de MasterCard, pero asumen el surcharge fee y solo cobran una comisión del 1,7% por sacar dinero fuera de la eurozona. También tienen la ventaja de que no tiene limite para pagos en el extranjero a partir del cual apliquen comisión.
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