“¿Cómo hago para que mi cachorro de perro no me muerda cuando juega? Me tiene las manos y los pies llenos de arañazos y, por mucho que le diga 'para', 'no' o que me queje, él no ceja en el empeño”, nos comenta Helena, socia de elDiario.es.
Lo primero: entender que morder durante el juego es una conducta perfectamente normal para un cachorro. E incluso para un perro adulto. “Mientras que los niños exploran el mundo con las manos y llevándose las cosas a la boca, los cachorros lo que hacen es jugar, sobre todo, con la boca: es la forma que tienen de manipular las cosas”, explica Tomàs Camps, presidente del grupo de etología clínica de la Asociación Española de Veterinarios de Pequeños Animales y director de Etovets.
Ahora bien, cuando el perro muerde fuerte porque no ha aprendido a controlar la intensidad de mandíbula (lo que los expertos llaman inhibición de la mordida), nos hace daño o, sencillamente, no nos hace gracia tener el cuerpo lleno de arañazos, como nos cuenta Helena, no hay duda de que estos mordiscos pueden convertirse en un problema. [Hace unos días te contamos cómo lograr que tu gatito no te muerda.]
Así aprende un perro a no morder fuerte
Los cachorros aprenden a controlar la fuerza de su mandíbula, sobre todo, jugando con sus hermanos y con su madre. “Cuando hace daño, la madre termina el juego de inmediato”, explica Camps. En otras palabras: lo que hace es poner un límite a su cachorro.
El hecho de que un cachorro juegue mordiendo es natural y no tiene por qué suponer un problema, siempre que no haga daño o no nos moleste. Ahora bien: cuando nos duele o muerde fuerte o, sencillamente, no nos gusta, sí puede implicar un conflicto. Entonces, explica Camps, lo que tenemos que hacer es retirarle el juego: dejar de jugar, igual que haría su madre.
“Basta con parar el juego por completo, exactamente igual que haría una madre perruna en la misma situación”, señala. Para que nos entendamos, “sería como quitarle la PlayStation a un niño cuando se porta mal; no le gritamos, no le asustamos: sencillamente le retiramos la consola hasta que se relaje y se porte bien”, anota.
¿Funciona decir “no” o enfadarnos para que el perro no muerda?
¿Y sirve para algo decir “no” o “para” o quejarnos, como nos pregunta Helena? En realidad, de poco. ¿Y enfadarnos con nuestra amiga perruna o gritar? Tampoco. Recordemos, se trata de un comportamiento natural; y el castigo puede causar a tu perro más confusión o estrés que otra cosa, además de que puedes conseguir que tu amigo perruno te coja miedo.
¿Y si el problema no se resuelve? Es lo que los etólogos caninos llaman una mala inhibición de la mordedura, “y solucionarlo suele ser un poco más complejo; sobre todo, cuando el perro es más mayor o ha cambiado ya su dentición a la de adulto y sus mordiscos hacen más daño”, anota la etóloga Rosario Galtier.
Aunque la solución sería más o menos similar, “siempre hay que acudir a un profesional: porque intentar resolverlo en casa puede ser un desastre”, advierte. Por eso, es tan importante que los cachorros tengan una infancia de calidad con la madre, y evitar todos los destetes tempranos o bruscos. Y, como prevención, siempre acudir a un experto en comportamiento animal para que nos ayude.
Jugar con las manos con el perro, ¿sí o no?
Aquí no se ponen de acuerdo. Para Galtier, “es mejor no usar nunca las manos para jugar”; y, en su lugar, utilizar los juguetes correctos. “El error más habitual es que incitamos a los cachorros a jugar con las manos, y este juego se convierte en un problema cuando el perro crece y tiene más fuerza en la mandíbula”. Es bueno jugar con ellos, señala, “pero teniendo claro que somos jugadores y no su juguete”.
Sin embargo, Camps opina que jugar con las manos con un cachorro o un perro no tiene por qué ser malo. Es más: puede tener sus beneficios. Si lo haces bien (como hemos contado), lo que le enseñas es a tener tacto con la boca; “es decir, a no hacerte daño”; algo que puede resultar especialmente útil, por ejemplo, para los perros de terapia o si queremos enseñar a nuestro amigo a realizar otro tipo de manipulaciones de objetos.
Aun así, si vives con niños pequeños, con gente muy mayor o, sencillamente, alguien de la familia no tolera bien (o no le gusta) el tacto de los dientes en su piel, “la recomendación en estos casos es nunca jugar con las manos”, concluye.
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