Masajistas ambulantes en la playa: esto dicen los profesionales sobre sus riesgos

Jordi Sabaté

14 de junio de 2023 22:06 h

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Como viene ocurriendo en los últimos años, los masajistas ambulantes proliferan en las playas de la mayor parte de España. Se trata de personas sin formación que recorren la arena en busca de clientes ociosos a los que vender un servicio aparentemente barato y lúdico.

El precio medio de un masaje improvisado suele ser de un euro por minuto y su duración, de unos 20 minutos. Es decir, que por 20 euros, tenemos un servicio que, supuestamente, nos relajará el cuerpo y la mente.

Este servicio, en apariencia inofensivo, ha desatado otros años cierta polémica respecto a su falta de formación, de catalogación profesional y de responsabilidad civil, además de un posible intrusismo en el campo profesional de fisioterapeutas y otros profesionales de la salud.

Ya en 2008 el Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Canarias denunciaba que “se está generalizando en las playas españolas, y por tanto también en las canarias, la presencia de personas que ofrecen a los bañistas diversos tipos de masajes y terapias, lo cual pone en peligro la salud de los turistas y bañistas, ya que no son profesionales sanitarios ni cuentan con una formación reconocida por el Ministerio correspondiente, además de realizar estas prácticas en un ambiente absolutamente antisanitario y antiterapéutico, sin condiciones higiénicas ni ambientales adecuadas”.

Sin embargo, los masajistas siguen frecuentando nuestras playas, ofreciendo sus servicios y dejando una pregunta en la mente de no pocos bañistas: ¿comportan los masajes playeros no profesionales riesgos derivados tanto de la falta de condiciones que ofrece el entorno como de la poca profesionalidad de quieres prestan el servicio?

Hemos preguntado a tres expertos al respecto: el médico especialista en Medicina Física y Rehabiltación y profesor de patología quirúrgica de la Universidad de Valladolid Samuel Franco Domínguez; el fisioterapeuta Rubén Tovar y el director del Centro Maza de Fisioterapia Borja Maza.

La higiene de esta práctica

Samuel Franco advierte sobre los masajistas ambulantes: “No sabes si esa persona se ha lavado las manos, puede tener heridas o haber tocado a alguien que las tuviese” y destaca que en caso de una infección “no hay ningún seguro de responsabilidad civil, ni factura”.

En la misma línea, Borja Maza hace hincapié en “la escasa higiene que implica ir pasando de una persona a otra con las manos llenas de líquido para masaje, en un ambiente como el de la arena de la playa, lleno de microorganismos”.

Para Rubén Tovar el puntal negativo de este servicio es la falta de higiene, pero se muestra comprensivo a que “a muchas personas que están relajadamente tomando el sol en la playa les puede apetecer la experiencia, simplemente debe tenerse en cuenta que quien hace los masajes seguramente no cuida la higiene de sus manos”.

Posibles lesiones

“Yo no pondría el grito en el cielo diciendo que esto es peligroso, no creo que lo sea”, se pronuncia Rubén Tovar. “A lo mejor potencialmente puede serlo en algunos casos concretos, pero de buenas a primeras y en la población general no veo que haya ningún peligro salvo el de la higiene”, asegura.

No opina así Borja Maza, que piensa que “sí hay un peligro real de lesiones si bien no tienen porque pasar sistemáticamente, pero al ser un no profesional quien te va a dar el masaje, no puedes descartar que te manipule una zona que esté previamente lesionada y empeore la lesión”. Y concluye: “En personas con lesiones previas de columna y espalda, creo que no son recomendables este tipo de masajes. En otros casos tal vez el riesgo no sea tan elevado”.

Samuel Franco cree que “se ha exagerado el riesgo de lesiones o infecciones”, aunque reconoce que “te va a manipular alguien a quien no vas a poder encontrar, reconocer ni tener datos o factura”, por lo que si hubiera lesión no podríamos reclamar. “Va a ser un masaje agradable, no una terapia para ninguna dolencia”, añade.

Intrusismo profesional

Los tres expertos están de acuerdo en mayor medida en que calificarlo de intrusismo profesional resulta exagerado. Maza, que es el más beligerante contra este tipo de masajes, entiende que “en términos generales no se puede comparar a lo que haría un fisioterapeuta” y también que “las personas que lo reciben en la playa no irían tampoco a un fisioterapeuta si no tienen una lesión”.

En opinión de Tovar: “El tema de los masajes en la playa es un tópico típico de la fisioterapia, la profesión se revuelve contra esto porque lo solemos percibir como un intrusismo y una amenaza, cuando la verdad es que en ese sentido no es así, porque entre lo que hacemos nosotros y lo que hace esta gente hay un gran nivel de diferencia”.

Samuel Franco dice que “cuando los fisioterapeutas denuncian intrusismo tienen parte de razón”, pero añade que “se autodegradan, ya que los fisioterapeutas no son masajistas; el masaje de placer no es su campo, lo es el terapéutico, pero solamente es una herramienta más”. Para reforzar su opinión, utiliza una comparación muy gráfica: “Es como si un restaurante de cinco tenedores denunciara un puesto de perritos calientes sin licencia por intrusismo. No son tus clientes, si lo fueran están buscando algo de mucha peor calidad y deben saberlo”.

El médico concluye reconociendo que “no deja de ser un riesgo para la salud sin posibilidad de reclamar y una actividad económica ilegal”, algo que también advierten Maza y Tovar: “No va a haber facturas si algo va mal”.