Sus largas orejas aplastadas, los bigotes erizados, la cabeza gacha... y una mirada centelleante capaz de hacer añicos el corazón del más duro de los humanos. Si te has ido de vacaciones dejando en casa a tu perro o tu gato, conoces de sobra ese nudo llamado culpa que nos oprime el pecho e impide respirar. Por mucho que le hayamos dejado a cargo del mejor cuidador, amigo, familiar o profesional, la duda nos asalta: ¿se habrá molestado mi mascota por irme sin ella?
Cada vez viajamos más con nuestros peludos amigos. Así lo confirman gatos aventureros como Jesper y el hecho de que la mitad de quienes vivimos con una mascota admitamos que queremos viajar con ella, según revela un estudio de la plataforma HomeAway. Pero hay veces que hacer las maletas con canes y mininos resulta difícil e incluso contraproducente. Y es más sensato dejarlos bien cuidados en casa, a cargo de un familiar, amigo de confianza o de una niñera perruna o gatuna profesional.
Pero esto no contesta nuestra duda acerca del berrinche peludo. ¿Se puede haber enfurruñado el perro? Si interpretar las emociones de los amigos humanos resulta complicado, el tema aún se enreda más en el caso de perros y gatos. Y por mucho que creas que tu minino está irritado o temas haber decepcionado al perro, resolver el dilema no resulta tan sencillo como preguntarle a tu bola de pelo preferida si todo está bien.
¿Y esa cara (peluda) tan larga?
Gatos estresados, perros enfurruñados y conejos que padecen cansancio crónico. Lejos de parecer un chiste, las emociones animales existen y constituyen algo muy serio: nuestros amigos de cuatro patas también experimentan la tristeza, la ansiedad e incluso el enfado. Y estas emociones pueden expresarse de forma leve, pero también aguda e incluso de modo permanente.
Gracias a la ciencia y a la evolución de la etología canina y felina, ahora entendemos que perros y gatos -y no solo ellos- cuentan con las mismas estructuras y mecanismos cerebrales básicos que permiten las emociones en los humanos. También comparten con nosotros la neurofisiología y química de las emociones (serotonina y dopamina, por citar solo algunas) y hasta se ven afectados por la hormona oxitocina, relacionada con el enamoramiento y con el sentimiento de afecto hacia los demás.
Así malinterpretamos el enfado perruno y gatuno
De hecho, muchas personas viven convencidas de que sus gatos y perros están enfadados con ellas. Aquí van ejemplos de frases que todos hemos escuchado e incluso pronunciado: “Mi gata Bimba se ha hecho pis en mi maleta porque está molesta conmigo”. “Olvidé comprar los premios de Cronos y él me ha demostrado su enfado volcando el cubo de la basura”. “Tino destroza los cojines del sofá cuando se queda solo para que sepa que está enfadado”.
Sin embargo, confundimos el supuesto malhumor peludo. “Aunque un animal puede enfadarse y la evidencia biológica que lo apoya resulta aplastante”, explica la etóloga Patricia McConnell, experta muy respetada, “el enfado constituye una de las emociones que las personas peor interpretan en su mascota”. De hecho, si los comparamos con nosotros, “los animales se enfadan muy muy poco”, zanja.
En otras palabras: aunque creamos ofender al gato o perro cuando no tenemos su latita preferida, llegamos tarde de trabajar o sencillamente no hemos podido llevarle de vacaciones, no es así. Bimba, Cronos y Tino no están furiosos. De hecho, la emoción que ha motivado sus comportamientos seguramente resulte otra bien distinta: la ansiedad de la minina al descubrir olores desconocidos en la maleta -y, por tanto, en su casa- y el pavor experimentado por los perros Cronos y Tino al quedarse solos en casa. O, sencillamente, su respuesta al aburrimiento.Gatos y perros (a veces) sí se molestan
Esto no significa que tu mascota no pueda enfadarse, de hecho, sucede. Un gato se irritará cuando no logre cazar al pájaro que vuela detrás de la ventana, y se sentirá frustrado por ello. Del mismo modo que un perro puede molestarse cuando le alejamos de otro amigo peludo en el parque con un tirón de correa. Ahora bien, cuando sus queridos humanos nos vamos de vacaciones sin ellos, tanto perros como gatos pueden ponerse tristes.
E, incluso, sentirse deprimidos. Una emoción bien distinta al enfado o al berrinche. Por ello, resulta tan importante escoger bien a su cuidador durante nuestra ausencia. Y asegurarnos de Bimba, Cronos y Tino, o como quiera que se llame nuestro mejor amigo peludo, estén bien atendidos, no les falten los mimos ni los juegos de los que disfrutan con nosotros. Eso o volver a enfrentarse a esa cara perruna o gatuna rompecorazones…
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