Higos, uvas, membrillos, granadas, caquis, avellanas, almendras o castañas son las frutas y frutos secos que componen los aromas y sabores de nuestras depensas en otoño. Si vives cerca del campo —dependiendo de las latitudes y el clima— en un paseo podrás hacerte con un buen puñado de alguna de estas frutas.
Pero si hay una fruta por excelencia del otoño, esa es sin duda la calabaza, que empieza a recolectarse a finales de octubre y en noviembre. Siete meses necesitan para madurar tras nacer de unas flores muy sutiles y delicadas con tonos amarillos y naranjas —por cierto, comestibles—. Si por suerte tienes algún bancal de calabazas cerca, no dejes de probarlas; o si tienes contacto con algún productor local, pídele que te recoja unas cuantas. Eso sí, solo aguantan 24 horas tras su recolección. Son muy ricas en ensaladas.
En España cultivamos cinco tipos de calabazas: la Dulce de Horno —que por estas fechas encuentras asada por porciones en muchas pastelerías y confiterías de Levante español y son una auténtica delicia—, la Verde de España, del turbante (Cucurbita maxima), Cabello de Angel y la calabaza Totanera (Cucurbita moschata), redonda y con una piel rugosa con tonalidades verdosas.
Beneficios de la calabaza
Comer de temporada siempre es una buena decisión: los alimentos propios de cada estación nos ayudarán a mantener la energía propia de cada clima; además de favorecer el ahorro, el comercio local y frenar las emisiones de dióxido de carbono. Las calabazas son unas de las frutas con más propiedades y beneficios nutricionales del otoño:
- Son ricas en carotenoides precursores de la vitamina A, los betacarotenos, unos potentes antioxidantes, muy beneficiosos para el equilibrio del sistema inmune y para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
- Concentran otras vitaminas como la vitamina C. Con 100 gramos de calabaza, cubrimos un 20% de la cantidad recomendada al día de esta vitamina.
- También es rica en calcio, fósforo, magnesio o potasio, pero baja en sodio, por lo que es recomendable para personas con hipertensión.
- La calabaza, además, presenta un alto contenido de fibra.
La cabalaza —con una pulpa muy carnosa y de sabor dulce— es una fruta bastante versátil que podemos incluir en un sinfín de recetas otoñales. Está exquisita en cremas combinada (o no) con otras frutas y hortalizas, como protagonista de una salsa para acompañar un plato de pasta, como ingrediente principal por ejemplo de un curry con garbanzos y, por supuesto, asada sin más o como base para bizcochos, otros postres —uno de ellos, el típico cabello de ángel— y mermeladas caseras.
La calabaza es una fruta exquisita para preparar una mermelada consistente que podemos tener disponible en cualquier momento para un desayuno especial, una merienda o para un capricho en algún otro momento del día, como complemento a algún aperitivo. Queda muy rica, por ejemplo, con algunas variedades de queso, como topping de un yogur o bizcocho e incluso para maridar platos de carne o unas suculentas hamburguesas de pescado. Y además de quedar muy rica, es una forma muy práctica de conservar parte de una calabaza muy grande y no tirar ni un gramo de esta fruta.
Cómo hacer una mermelada
Te vamos a dar una receta de mermelada casera infalible. Y aunque se puede hacer con cualquier tipo de calabaza, las de cacahuete son de las que resultan más fáciles de pelar y cortar. Así que si no tienes una calabaza gigante en casa que tengas que aprovechar y la tienes que comprar, te recomendamos la de tipo cacahuete.
Para su preparación vamos a necesitar 800 gramos de calabaza, 200 gramos de azúcar, una rama de canela y 20 ml del jugo de un limón. El tiempo de preparación no nos llevará más de cinco minutos, aunque en total la cocción será de entre tres cuartos de hora y una hora. Con estas cantidades obtendremos unas diez raciones.
Lo primero que tenemos que hacer es la tarea más entretenida, pelar la calabaza, quitarle las semillas y cortarla en daditos pequeños y de un tamaño lo más similar posible y limpiarla bien. Una vez superado este paso, la echaremos a una cazuela con los 200 gramos de azúcar, el zumo de limón y la ramita de canela. Y lo removemos todo muy bien para que se vayan integrando todos los ingredientes. Es el momento de darle otro toque de aroma y sabor y añadir —si son de tu gusto— algunas semillas de cardamomo o algunos trocitos de raíz de jengibre.
Dejaremos que se cocine a fuego lento alrededor de 45 minutos, cada cierto tiempo iremos removiendo para evitar que se pegue en el fondo de la cazuela. Para saber si ya está en su punto podemos hacerlo de dos maneras: bien comprobando si ha llegado a los 105ºC o dejar enfriar un poquito en un recipiente y hacer un hueco en medio con los dedos. Si se mantiene abierto el hueco es que ya está hecha, si se cierra es que le falta cocción.
Una vez comprobemos que ya está bien cocina, le quitaremos la ramita de canela, las semillas de cardamomo, el jengibre y otras especias o condimentos que le hayamos añadido en un principio. Y ya podemos triturar la calabaza. Se puede triturar totalmente o dejar algunos trozos sin pasar por la batidora o procesador de alimentos en función de la textura que deseemos.
Esta es una receta básica de mermelada de calabaza, pero existen muchas variedades y la que escojas dependerá de tus gustos y preferencias en cada momento, o de lo que tengas en tu despensa. Pero queda espectacular también combinada con naranja, mango, pasas, nueces o peras.