Moscas y hormigas en casa: cómo evitar que te invadan en verano
“A l'estiu tota cuca viu” (en verano todo bicho vive), reza un dicho en catalán para referirse a la fertilidad de la vida animal durante los meses de calor, una expansión vital que por ende se ve favorecida si en las óptimas condiciones climáticas participan además la humedad y la presencia de restos de comida, como ocurre en muchas cocinas.
Es, por lo tanto, normal notar una mayor presencia de insectos domésticos como las hormigas en estos meses, husmeando por las esquinas y rincones de nuestra cocina, pero también por otras latitudes de nuestro hogar, como son los baños y los muros de entrada, los recibidores, etc.
Y qué decir de las moscas, que en verano efectúan vuelos frecuentes de control sobre el espacio aéreo de nuestra cocina o salón. O de las cucarachas, que se dejan ver con más frecuencia cruzando a toda velocidad el gres.
Pero resulta que su presencia, además de molesta, es poco conveniente desde el punto de vista sanitario e higiénico, al menos si las poblaciones domésticas de estos insectos se nos van de la mano. Por ello, es conveniente saber qué los motiva a venir y cómo evitar su presencia, que puede suponer un foco de transmisión de numerosos microbios.
Hormigas en casa
Las hormigas se mueven por nuestra casa con un solo fin: recolectar comida para llevarla al nido, que puede estar cerca, incluso en el subsuelo de casa, o bien más lejos, en alguna de las grietas de suelo y paredes del edificio o en un baldío terreno aledaño. Lo hacen siempre en formación casi militar y en número elevado de modo que, aunque a veces encontremos una hormiga sola y despistada, lo normal es que su presencia sea evidente y numerosa.
Por otro lado, observaremos que la fila sigue siempre (o casi siempre) el mismo camino, ya que más que aleatoriamente el grupo va en busca de la comida por rutas preestablecidas. Esto se debe a que sigue a unos individuos que lideran la manada como exploradores y dejan un rastro de feromonas que identifica el resto del grupo; de este modo conocen el mejor y más directo camino a la fuente de alimento.
Si queremos dejar de ver hormigas por casa, debemos:
- Mantener unas condiciones de higiene adecuadas y no tener alimentos a la vista.
- Eliminar los residuos de comida y líquidos que queden de las comidas tan pronto como sea posible y barrer para que el suelo tampoco tenga residuos.
- No acumular mucha basura y mantener el cubo cerrado.
- Mantener los envases de alimentos cerrados herméticamente.
- Otro punto que debe tenerse en cuenta es la comida de las mascotas, si hay en casa. Si queda comida en su plato, es posible que unas horas más tarde las hormigas se hayan apoderado de ella. Por tanto, pondremos la cantidad justa de comida y llenaremos el plato cada vez que el perro o el gato tenga que comer. Si sobra comida, la guardaremos en un lugar seguro para la próxima vez. Debe tenerse en cuenta que se trata de uno de los lugares favoritos de las hormigas.
Por otro lado, si ya tenemos hormigas en casa y queremos eliminarlas tenemos varias vías. Entre ellas, el uso de trampas de feromonas, que las atraen a una especie de gruta trampa en su ruta. Al pasar, se impregnan de un producto venenoso que llevarán consigo al nido, donde intoxicará a toda la colonia. La ventaja de este método es que ataca directamente al nido.
Pero si deseamos métodos menos agresivos y mas ecológicos, la asociación de empresas de control ambiental Anecpla recomienda los siguientes productos:
- Vinagre blanco: es un potente repelente con el que podemos rociar las rutas que las hormigas suelen hacer, ya que estas perciben el olor del vinagre incluso cuando este se seca.
- Limón: el aroma del limón elimina rastros de feromonas y enmascara el olor de la comida. Dejar rodajas e incluso pieles de limón en la cocina evitará la presencia de hormigas en esta zona.
- Pimienta negra: de olor irritante para los insectos resulta especialmente desagradable a las hormigas. Lo ideal es espolvorear pimienta bien molida en zócalos, grietas e intersticios de la cocina, así como aquellas zonas donde detectemos que brotan.
- Tiza: la tiza es en realidad carbonato de calcio. Esta interfiere la capacidad de las hormigas para rastrear la ruta de feromonas. Rallaremos una tiza en un plato y luego esparciremos el polvillo por sus zonas frecuentes de tránsito.
- Ácido bórico: no se recomienda para interiores por ser un producto tóxico y debe mantenerse fuera del alcance de niños y mascotas, pero en jardines es muy eficaz, ya que este compuesto erosiona las capas exteriores y los estómagos de las hormigas.
- Sal: se mezcla con pimienta para usarlo como un potente repelente natural de hormigas.
- Canela: su potente olor les desagrada en sobremanera y las desorienta.
- Menta: el aceite esencial de menta también repele a las hormigas. Se puede usar una infusión de agua y menta y luego rociar la mezcla en diferentes superficies con un atomizador.
Moscas
Las moscas son una compañía frecuente para los humanos, especialmente en verano pero también en invierno, cuando las condiciones interiores de casa son cálidas y húmedas. La mosca convive con el ser humano desde hace miles de años, porque se nutre de los restos de comida que este deja y se aprovecha de las condiciones favorables y muy atractivas de temperatura y humedad que le rodean.
Sin embargo, las moscas no soportan bien las bajas temperaturas y desaparecen pronto si en casa tenemos una buena ventilación en invierno. Ahora bien, en verano las altas temperaturas les son favorables, y por ello las vemos con más frecuencia, incluso constituyendo a veces una plaga. Pero no nos engañemos: están ahí por los olores que expulsan aquellos restos que hemos dejado de comida y de líquidos.
La mosca doméstica tiene una alimentación muy variada: leche, líquidos azucarados, fruta, etc.; alimentos todos ellos susceptibles de ser fermentados y liberar un olor o bien avinagrado o bien propio de las levaduras cuando realizan la fermentación alcohólica. Las encontraremos sobre todo encima de restos de zumo, de pan, saboreando los restos de una taza con azúcar, embutidos o pastas. Si estos restos existen en casa, tendremos moscas atraídas por ellos.
Pero además de las distracciones que causan, uno de los problemas de este insecto es de higiene: para alimentarse se pone encima de excrementos, sangre y otros materiales que pueden estar infestados de microorganismos. De este modo, cargan en sus patas con gérmenes que ingieren y que transmiten después a las superficies donde se ponen, como mesas o encimeras, pero también nuestros platos, nuestra comida o nuestras bebidas, a las cuales pasan los patógenos.
Para evitar que vengan, nada mejor que observar un correcta higiene que incluye:
- No acumular basura, pues las bolsas contienen muchos elementos que fermentan rápidamente y desprenden un olor que las atrae. Es mejor en verano cambiar la bolsa a diario.
- No dejar restos líquidos en botellas de bebidas azucaradas o alcohólicas, así como zumos y otros líquidos que puedan fermentar dando lugar a olores atractivos para las moscas. Si acumulamos cascos de botella, deberemos lavar su interior con agua para eliminar posos fermentables.
- No dejar la fruta ni ningún otro alimento fresco fuera de la nevera, ya que se pasará mucho más deprisa, soltando jugos que fermentarán y atraerán a las moscas. En verano, por causa de fuerza mayor, todo a la nevera.
- Extremar la higiene de los zócalos y los bajos de los sofás, sillones, mesas, etc.
Pero si ya las tenemos abonadas a nuestra cocina y no hay forma de hacerlas marchar, seguramente porque hayan puesto huevos en algunos rincones de difícil acceso para nuestro instrumental de limpieza, podemos probar con distintos productos para eliminarlas.
- Tiras adhesivas: combinan algún producto atrayente con otro adhesivo donde quedan pegadas y mueren. Es un sistema bastante limpio pero poco agradable a la vista.
- Bolsas trampa: se trata de bolsas que colgaremos y en las cuales hay un orificio por donde se destila un compuesto atrayente. Las moscas entrarán, pero no podrán salir de la bolsa.
Si preferimos utilizar métodos ecológicos, por ejemplo, podemos construir nosotros una trampa con una botella de plástico que cortaremos por la mitad. En la parte inferior, colocaremos una mezcla de agua y abundante miel, de modo que tengamos un líquido bien azucarado. La parte superior la invertiremos, le quitaremos el tapón y la colocaremos ensamblada en la parte inferior para que se forme un embudo.
Cuando el líquido azucarado fermente, dará lugar a un olor a levadura en fermentación alcohólica que resultará atractivo para las moscas. Entrarán al interior de la botella por el embudo, pero no podrán salir después, con lo que morirán ahogadas. Este método resulta bastante eficaz siempre y cuando se cambie cada semana el líquido interior para que no se avinagre demasiado ni acumule demasiados cadáveres de moscas.
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